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El legado de D. Antonio Gil Olcina, maestro de geográfos.

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Es maestro el que deja un legado, una obra de vida dedicada a un empeño noble que perdura y se engrandece con el paso del tiempo. En el caso del Profesor Antonio Gil Olcina, es difícil elegir la posición de los tres calificativos que titulan este proemio, porque la condición de geógrafo, rector que estructuró la Universidad de Alicante y maestro forman un cuerpo único, unido siempre a lo largo de su vida académica.

Docencia, investigación y gestión, los tres pilares en los que se sustenta la universidad pública, han tenido desarrollo pleno en la labor del Doctor Gil Olcina hasta alcanzar la condición, solo al alcance de unos pocos, de ejemplar en todos ellos.

BIOGRAFIA

Nacido en Lorca, el año 1942, Antonio Gil Olcina cursó el bachillerato en el Instituto José Ibáñez Martín, Centro con el que, privada y públicamente, ha reconocido que tiene una impagable deuda de gratitud, por la sólida y rica formación que recibió de un excepcional claustro de profesores.

  Tras realizar los Cursos Comunes en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Murcia, se trasladó para seguir la Licenciatura de Geografía e Historia a la de Valencia, donde esta Sección gozaba de extraordinario y merecidísimo prestigio, al producirse en ella la afortunada conjunción de una pléyade de jóvenes maestros (Jover, López Gómez, Reglá, Rosselló, San Valero, Tarradell, Ubieto), llamados a los más altos destinos tanto en la Universidad española como en las Reales Academias. Cierto es también que la gran calidad de la enseñanza corría pareja, en aquel Centro, con un fuerte grado de exigencia. Concluye allí Gil Olcina los estudios de Licenciatura en 1965, luego de ser, en palabras de su Maestro, el Profesor Antonio López Gómez, Catedrático de las Universidades de Oviedo, Valencia y Autónoma de Madrid, Académico de Número de la Real Academia de la Historia y Director que fue del Instituto Juan Sebastián Elcano del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, “alumno destacadísimo”, galardonado en 1966 con el Premio Nacional “Fin de Carrera” de Historia General, acreditativo de que se hallaba en posesión del expediente académico más brillante de los correspondientes, en toda España, a la promoción de 1960-65.

Con posterioridad, obtendría asimismo Premio Extraordinario de Licenciatura y Premio Extraordinario de Doctorado. En enero de 1966, es decir, a los 22 años, se incorporó, con plena responsabilidad docente, al cuadro de profesores de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valencia, encuadrado en el Departamento de Geografía, extremadamente cuidadoso y exigente a la hora de seleccionar a sus miembros. En 1968 consigue, por oposición, la plaza de Profesor Adjunto, y tan solo tres años después, a la insólita edad de 28, también en virtud de concurso-oposición, la 1ª Agregaduría de Geografía General y de España, plaza equivalente a Cátedra, de la Universidad Complutense de Madrid, antigua Universidad Central. Del prestigio y valoración de las Agregadurías de la Universidad Complutense constituye buen prueba que Catedráticos de otras Universidades opositasen a las mismas. La susodicha Agregaduría era la segunda plaza en rango académico, tras la del propio Director de Departamento, cargo que desempeñaba, entonces, el Profesor Manuel de Terán, Miembro de Número de las Reales Academias de la Lengua y de la Historia,y, sin duda, la figura más insigne de la Geografía Española Contemporánea.

Conjugando su labor universitaria con una presencia regular y sistemática en el Instituto Juan Sebastián Elcano del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, permanece Gil Olcina en la Universidad Complutense el bienio 1971-72; el mes de diciembre de este último año será el de su incorporación, mediante concurso de acceso, a la Cátedra de Geografía General y de España de la Universidad de La Laguna. Director del Departamento de Geografía General de dicha Universidad, Secretario de su Facultad de Filosofía y Letras, un año después, en 1973, el Ministerio de Educación y Ciencia, a propuesta del Rectorado de la expresada Universidad, le nombrará, con tan solo 30 años, Vicerrector 1º, y, por tanto, llamado a suplir, automáticamente, como Rector en funciones, las ausencias del Rector.

Así, pues, serán muchos los días, a lo largo de tres años, en que Antonio Gil Olcina, a la temprana edad de 30 años, se acueste y levante máximo responsable de una Universidad de casi 30.000 alumnos, y, en definitiva, del Distrito Universitario de La Laguna, que entonces comprendía las provincias de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas. Su labor no pasará desapercibida: el Ministerio le distinguirá con la Encomienda de Alfonso X el Sabio y el nombramiento de Consejero Nacional de Educación, cuando aún no ha cumplido treinta y dos años.

En 1976 solicita y obtiene, a través del oportuno concurso, el traslado a la Facultad de Filosofía y Letras de Alicante, Centro del que ese mismo año será designado Decano, puesto en el que permanece hasta julio de 1979, mes de su nombramiento como Vicerrector de la Universidad de Valencia. Un año más tarde, al crearse, por Ley 29/1979, la Universidad de Alicante, pasa a ser Presidente de su Comisión Gestora, emprendiendo la difícil y dura tarea, con muy escasos medios materiales, de poner en funcionamiento una Universidad, pronto muy prestigiada, con un censo estudiantil que hoy ronda los 30.000 alumnos.

Como miembro del Consejo de Rectores, el Ministerio de Universidades le adscribe a la selectísima, prestigiosa y muy restringida Comisión de Ordenación Académica de dicho alto órgano consultivo. Referencia inequívoca de la valoración que merecieron su labor al frente de la Universidad de Alicante y su participación en el Consejo de Rectores es que, en diciembre de 1981, le fuese ofrecida la Dirección General de Universidades del Estado, propuesta que, por distintos motivos, declinaría. Tras cuatro años al frente de la Presidencia de la Universidad, sería elegido, por mayoría absoluta, Rector de la Universidad de Alicante y volvería al Consejo Nacional de Educación.