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En pocos días podremos visitar restos del palacio califal descubierto bajo el Santuario Virgen de las Huertas de Lorca

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En pocos días podremos visitar restos del palacio califal descubierto bajo el Santuario Virgen de las Huertas de Lorca.

Alfonso X El Sabio llegó a Lorca en 1244, su intención no era otra que incorporar la Ciudad del Sol a la corona castellana. La tradición cuenta que instaló su campamento en una fortaleza-palacio, en lo que hoy día se levanta el Santuario de la Virgen de las Huertas.

ARCO LOBULADO ENCONTRADO EN SANTUARIO VIRGEN HUERTASCasi era una costumbre del Rey Sabio, instalarse en baluartes islámicos. Lo mismo hizo durante una de sus estancias en Murcia, alojándose en el Castillo de Monteagudo.

Al parecer, las evidencias arqueológicas están confirmando lo que la falta de documentación no había podido hacer. Como se está comprobando desde el año 2000, bajo el santuario patronal existen restos de un palacio califal cuya construcción se sitúa a finales del siglo X. De manera casual apareció un muro (11×3.5 metros) de mampostería construido a soga y tizón, con 4 arcos pintados en rojo y blanco, como la Mezquita de Córdoba.

EL ANTIGUO CONVENTO
Entre finales del siglo XV y principios del siglo XVI, se estuvo construyendo el convento franciscano cuya fundación fue autorizada en 1467. En 1625 el Padre Vargas menciona la reutilización de la ermita primitiva con su torre fuerte en el convento, una como capilla para la imagen de la Virgen y la otra como basamento de la torre.
DIBUJO CON REPARACION ARCOS
Foto laverdad.es
Foto laverdad.es

El convento reutilizó el primitivo suelo de la ermita hasta principios del siglo XVII, momento en el que se dispuso un nuevo pavimento formado por ladrillos cuadrados colocados en hileras. Quizás este suelo se realizó a finales de 1614, momento en que se contrata la entrega de cinco mil ladrillos y mil tejas.

EL CONVENTO FRANCISCANO A PARTIR DE 1653

En el siglo XVII se implanta la costumbre de llamar a las riadas con el nombre del santo del día que se producían. El día de San Severo de 1653 hubo una gran riada que produjo daños de enorme consideración en las estructuras del convento franciscano dando lugar ala ruina de la mayor parte del mismo. Las evidencias de esta riada se han documentado en la excavación arqueo lógica, en un potente depósito de limos.

MUESTRA DE LIMOS RIADA SAN SEVERO 1653A partir de la destrucción provocada en 1653 por la riada de San Severo, se plantea la construcción de un nuevo convento, del que se ha documentado la escalera de acceso al primer piso del claustro. Para asentar esta estructura se optó por rellenar con los  escombros del edificio previo el espacio sobre el que iba a construirse, perteneciente posiblemente a una de las capillas de la antigua iglesia. Parte de esta escalera se apoya en el paramento islámico, para lo cual se tuvieron que desmontar algunos sillares del mismo que fueron reutilizados en el relleno.

 JAMBA OCCIDENTAL DEL ARCO APUNTADO GOTICO
Durante la reedificación del convento fue necesario emprender obras con un nuevo planteamiento desde los cimientos, haciendo todo el zócalo de piedra y los muros de fuerte mampostería, trazando una iglesia con las características de las que entonces surgían de nueva planta. Según recoge un documento del Archivo Franciscano Provincial la fachada de la iglesia, así como su portada en piedra y la elevación de la torre hasta el cuerpo de las campanas se llevó a cabo en 1690.
VANO OCCIDENTAL CON ARCOEste muro, después de ser abandonado el edificio islámico del que formaba parte, fue  sucesivamente reutilizado en las diversas edificaciones que se superpusieron (ermita medieval, antiguo convento franciscano afectado por la riada de San Severo en 1653 y convento franciscano del siglo XVIII.
MONEDA ENCONTRADA SIGLO VIII
Además de los vestigios de un palacio islámico cuya construcción se sitúa a finales del siglo X y principios del siglo XI, del que se conservan importantes elementos como una arquería con un arco lobulado, los arqueólogos han descubierto en el último periodo de excavaciones, fragmentos de pinturas murales, destacando una moneda documentada en un aporte de tierra para nivelación, junto a fragmentos informes de cerámica islámica. Se trata de un felús datado en los primeros tiempos (siglo VIII o IX) y acuñado en Tánger, que lleva en el anverso la leyenda «Sólo hay un Dios / Único/ No hay compañero para ÉL».