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LORCA TAMBIÉN TUVO SUS BANDOLEROS – por Antonio de Cayetano

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Este mes se cumplen 40 años de la culminación del rodaje de la primera entrega de la serie “Curro Jiménez”, una serie que nos cautivó a todos en la noche de los domingos. Estábamos acostumbrados a las películas del western americano, a las ciudades sin ley donde los forajidos campaban a sus anchas, también a las novelas de Marcial Lafuente Estefanía, con aquellos relatos que nos transportaban al lejano oeste, con asaltos a diligencias, cuatreros, linchamientos y ejecuciones públicas, pero no a que nos contasen en la ficción, parte de nuestra violenta historia en esa misma época del siglo XIX, que si bien no era idéntica, sí que se asemejaba bastante.

La serie de Curro Jiménez fue todo un éxito, el primero internacional de TVE junto al Hombre y la Tierra. La serie estaba basada en la historia de un bandolero real, Andrés Francisco López Muñoz, quizá por eso el alias de Curro. Este vivía en el pueblo sevillano de Cantillana y era hijo de un barquero que se dedicaba a llevar pasajeros por el Guadalquivir, quedándose sin padre cuando solo contaba 17 años de edad, por lo que Andrés Francisco pensó que el puesto de trabajo lo continuaría él, pero contrariamente a sus pretensiones, el alcalde le dio el trabajo a otra persona, lo que generó una enemistad entre ambos y un desespero en Andrés, pues por su mala relación con el alcalde nadie se atrevía a darle trabajo en el pueblo.

Así las cosas, un año después, se cruzó en su camino la novia del hijo del alcalde, de la que se enamora y es correspondido, pero se entera el novio de esta relación e idea junto a sus primos dar una paliza al intruso, denunciando el agredido el asunto a la justicia, pero por las influencias del alcalde, los acusados quedaron absueltos. Al saber esto Andrés Francisco, no tuvo otra idea mejor que tomarse la justicia por su mano, fue a casa del alcalde y mató a navajazos al hijo y a los dos sobrinos, huyendo seguidamente al monte con tan solo 18 años, e integrándose en una de las muchas bandas de bandoleros que había por el lugar.
Pero en cuanto tuvo ocasión, regresó con su banda al pueblo y prendió fuego al cortijo donde el alcalde almacenaba la cosecha, hecho que enfureció tanto al alcalde que con la ayuda de los pueblos vecinos, formó una partida de escopeteros para perseguir y dar muerte al forajido.

Otro alcalde también había creado otra partida para terminar con él, pues el bandolero se había enamorado de su hija Amparo y esta había abandonado el hogar para unirse a él, pero el alcalde no pudo conseguir su propósito, pues fue ahorcado de un olivo por los miembros de la banda, continuando el forajido sus asaltos y saqueando viajeros y propiedades, hasta que por fin fue abatido por la Guardia Civil el 6 de noviembre de 1849, a la edad de 30 años.

Y si este bandolero abandonó este mundo siendo todavía joven, hubo otro no menos famoso que le ganó, como fue José maría el Tempranillo, que murió a la edad de 28 años tras enfrentarse a los soldados que lo rodearon en su casa cuando su mujer estaba dando a luz. Lo del alias del tempranillo le vino por lo pronto que se echó al monte, pues solo contaba 15 años cuando se batió en duelo y mató a su contrincante, que no era otro que un adulto que importunaba a Clara, una chavala de la que estaba enamorado. Se cuenta que llegó a contar hasta con cuatro docenas de hombres, pues todos los huidos de la justicia se unían a él, también cuentan que era muy gentil y cariñoso con las damas a quien robaba en las diligencias, muchas de las cuales se enamoraban de él.

Si todo esto sucedía en Andalucía, en Sierra Morena, donde había un dicho de que en España mandaba el rey y en la sierra El Tempranillo, aquí en la región de Murcia y en el límite con Almería no nos quedábamos atrás, teniendo incluso busca recompensas, como si del salvaje oeste se tratase, con partidas organizadas de voluntarios para dar caza a los forajidos y con estos asaltando las cárceles para liberar a los suyos, como fue el caso de Jaime Alfonso el Barbudo, el bandido más temido de la región, que asaltó la cárcel de Albatera el 12 de octubre de1822 liberando a decenas de presos. Cuentan de este bandolero y su banda, que en un solo asalto robó a más de 300 personas junto a la venta de Cancarín, empleando cuatro horas en limpiar de sus pertenencias a sus víctimas.

Esta temida gavilla la componían más de 50 hombres armados y a caballo, gente que conocía muy bien el terreno por el que se movían, siendo uno de sus integrantes el tío Sebo, un lorquino que sobrevivió a todos los embates y que murió de viejo. Otros no tuvieron esa suerte y fueron abatidos bien por los guardias o soldados o por los perseguidores, civiles contratados por los ayuntamientos para dar caza a los malhechores, a veces también delincuentes, pero conocedores del territorio y de las costumbres de los forajidos, así como expertos en el manejo de las armas.

Asensio López fue uno de los perseguidores contratado en varias ocasiones por el ayuntamiento lorquino para combatir a los bandoleros, consiguiendo grandes éxitos en su trabajo, como fue la detención en la sierra de Tercia del bandido Ginés el Enano, mientras dormía en la llamada cueva de los ladrones en 1811. También un año después consiguió dar muerte al ladrón y asesino Antonio Pérez, líder de una gavilla que atemorizaba a toda la comarca y la provincia de Almería, deteniendo también a parte de su banda. Igualmente participó en la detención del bandido José M. Fernández el Manchego que se escondía en el colmenar de Muviedro. También en una casa de la sierra del Caño dio muerte a Juan de Vela, otro de los asaltantes que actuaba constantemente por nuestros campos.

La comarca de Lorca fue en esa época una de las más castigadas por estas bandas de forajidos, especialmente la zona limítrofe con Almería y la que nos une con Caravaca, siendo las pedanías altas las más afectadas, en Zarcilla de Ramos, La Paca, Doña Inés y Coy los asaltos y asesinatos eran constantes, siendo la banda de José Talón la responsable de toda esta atrocidad. Mataban de una forma cruel a todo aquel que se interponía en su camino, igual asesinaban a un arriero para robarle que a un alguacil que intentaba detenerlos, quemando cosechas o imponiendo peajes en los caminos que controlaban. Se crearon diferentes partidas, incluso integrando maleantes en las mismas, sabedores de que conociendo el territorio y sus costumbres combatirían mejor a los forajidos, pero no había forma de terminar con ellos.

Y eso que las ejecuciones a los condenados eran ejemplares, puesto que aunque también se llevaron a cabo en las eras que había junto al cementerio, en la Fuente del Oro y en el lecho del Guadalentín, principalmente se ejecutaba a los reos en la plaza de España y en los días de mercado, que es cuando más gente visitaba la ciudad. Pero tampoco imponía temor alguno, a pesar de que tras ahorcar al condenado, se descolgaba el cuerpo, se descuartizaban sus miembros y tras freírlos en las grandes calderas con aceite hirviendo situadas bajo los arcos del ayuntamiento, se colocaban en los diversos caminos de acceso a la población, con el fin de que sirviera de aviso. Así se hizo con el bandolero Antonio Sánchez, ejecutado el 9-1-1817, pero la ejecución que más expectación causó, fue la llevada a cabo el 18-11-1818, pues fueron ajusticiados los cabecillas de la banda que años atrás habían llevado el horror a las pedanías altas, siendo ahorcados en el mismo acto, José Talón, José Vivancos, Diego González, Matías Aznar y Antonio Hernández.

Otro de los bandoleros que sembraba el terror por las tierras lorquinas fue Cristóbal Ortigosa, un forajido que tenía a su cargo varias decenas de bandidos, y que murió luchando junto a dos de sus cabecillas, Vicente el Pastor y Marco el Pajero, necesitando 12 partidas bajo el mando del capitán Ventura, perteneciente al Regimiento Provincial de Lorca, para darles muerte y capturar a 20 miembros de su banda, hecho que tuvo lugar el día 15-6-1841.

La lista de bandoleros relacionados con Lorca es larga, así como los hechos relacionados con los mismos también, pero no quiero excederme más. Decir como curiosidad, que un herrador de Coy que además era ciego, fue el elegido por otro famoso bandido de la comarca para herrar a su caballo, poniendo las herraduras al revés con el fin de despistar a sus perseguidores, se cuenta que eligió a este herrador para que no le viese la cara y fuese descubierto, haciendo los trabajos de noche y en el cementerio de esta pedanía.

El nombre de este bandido era Juan Manuel Noguera, el cual no dudó en degollar a otro compañero de oficio, por actuar este en su nombre y sirviéndose de su fama. Este sanguinario bandolero murió el 2-10-1847 en la venta de los Royos, termino de Caravaca, tras un enfrentamiento con la guardia civil, no sin antes matar a un joven guardia que cayó en la trampa cuando el bandolero le tendía la mano pidiendo ayuda y estando ya mal herido.

Gracias a la guardia civil, cuyo cuerpo fue creado el 13 de mayo de 1844, los salteadores de caminos, los amigos de lo ajeno que no dudaban en matar para conseguir sus propósitos, fueron disminuyendo conforme el benemérito cuerpo se iba extendiendo por todos los pueblos de España, pasando de los 6.000 hombres iníciales entre jefes, oficiales y tropa del primer año, a unos 20.000 agestes 50 años después, siendo sus primeras intervenciones la lucha contra el bandolerismo, lucha que pronto se cobró las primeras vidas entre los agentes del cuerpo, como también motivó los primeros ascensos de los mandos encargados de mantener la ley y el orden en los pueblos y campos, garantizando nuestros derechos y libertades.

Hoy salvo algunas excepciones, estamos libres de este tipo de delincuencia que con tanta frecuencia se daba por todo el país. Hoy son otros los que nos saquean, ahora en vez de trabuco y pañuelo usan el traje y corbata, han cambiado el caballo por el coche oficial, no se denomina gavilla a su organización pero siguen obedeciendo a un líder. No hay derramamiento de sangre, pero sus objetivos son más o menos los mismos, enriquecerse a costa de los demás, someter al pueblo a su voluntad y llevar el control de la situación, sirviéndose de toda clase de artimañas para que sus actos queden impunes. Esperemos que pronto se les acote, que resurja otro duque de Ahumada que ponga fin a estos desmanes y nos libre de tanta corruptela.