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INICIATIVAS Y TRASPIÉS por Antonio de Cayetano

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INICIATIVAS Y TRASPIÉS por Antonio de Cayetano.

Tras abrir sus puertas el pasado 25 de agosto, la semana pasada fue inaugurado oficialmente el Mercado del Sol. Un proyecto que tras varios retrasos en cuanto a la fecha de apertura, es ya una realidad, presentándose como el primer punto gastronómico que se abre en la región. Cosa que no es del todo cierta, pues el pasado mes de junio abrió sus puertas en Molina de Segura el Mercado Gastronómico La Compañía, una iniciativa puesta en marcha por el Centro Comercial Vega Plaza, el cual ha dedicado la primera planta de este centro a los placeres culinarios. También en el mes de febrero pasado, se presentó un proyecto para convertir en un mercado gastronómico el antiguo y emblemático edificio de Correos de la capital murciana. Igualmente Cartagena se quiere sumar a este ocio gastronómico, pretendiendo reactivar el mercado de Santa Florentina con otro espacio culinario.

Es lo que está de moda, la cocina y todo cuanto gira a su alrededor, un fenómeno que va creciendo y al que se están incorporando muchas ciudades españolas. Aunque si en un principio el objetivo de estos espacios culinarios, era incentivar turística y gastronómicamente los viejos mercados de barrio, aprovechándose de la proximidad del producto para elaborar y consumir allí mismo los distintos platos cocinados, que es lo que se pretende hacer en Cartagena. La finalidad de los nuevos “mercados” que van surgiendo es bien distinta, pues su meta es la de generar un nuevo modelo de negocio aprovechándose de esta incipiente tendencia, creando nuevos espacios y reuniendo en ellos a los profesionales relacionados con los productos gourmet. Al igual que los centros comerciales aglutinan tiendas especializadas de diversos sectores, ofreciéndonos artículos de todo tipo, hostelería y ocio. Pues ahora también, surgen estos otros centros para satisfacer los gustos más refinados o los paladares más exquisitos.

Nuestro Mercado del Sol es de los segundos, puesto que no ha nacido por la reconversión de un viejo mercado, aquí no podremos comer rodeados de frutas, hortalizas o pescado como en otras ciudades. Lamentablemente nuestra antigua plaza de abastos espiró durante la primera intervención a que fue sometida, una operación a corazón abierto que se llevó a cabo sin el diagnostico debido. Quizá que si no se hubiese dado ese traspié, el casco histórico de Lorca tendría ahora más vida, pues a partir de ahí empezó su declive. Un abandono por el que las distintas administraciones han hecho bien poco por evitarlo. Hoy se quiere intentar dinamizar nuestro conjunto histórico artístico con la ubicación de este recinto culinario, y la verdad es que su situación no puede ser mejor, pues el entorno es el más idóneo para ello. Además de que el edificio donde se encuentra y que fue construido a mediados del pasado siglo como comercio textil, parece estar concebido para la utilidad que hoy se le ha dado.

Inauguración de la galería comercial La Viña

Está bien este referente gastronómico, que puede que incentive la actividad hostelera y comercial de la zona, pero si no va acompañado de un plan que impulse la rehabilitación de todo el conjunto y lo estimule comercial y residencialmente, poco puede hacer por si solo este mercado gourmet. Incluso puede que esta iniciativa, que ha tardado más de cuatro años en hacerse realidad y que ha recibido 500.000 euros de subvención del Plan Estatal de Competitividad, tenga que cerrar por falta de actividad. Ya pasó con la galería comercial de La Viña, que después de casi dos años de gestación, tuvo que cerrar apenas ocho meses después de su apertura. Tirando en aquel proyecto que también fue inaugurado por autoridades locales, autonómicas y nacionales, más de medio millón de euros de dinero público, pues la mayor parte de su coste fue financiado igualmente por la Secretaría de Estado de Comercio del Gobierno de España. Lo que desconocemos es lo que pasaría con el alquiler, ya que el contrato que se firmó con el dueño de aquel gran local de dos plantas y de 1700 metros cuadrados de superficie, fue de10 años de duración.

Esperemos que este nuevo proyecto, que casualmente tiene la misma superficie que el de la Viña si tenga la durabilidad esperada. Que el mismo disponga de un análisis de viabilidad que nos indique la necesidad o la conveniencia de este “mercado” y de su rentabilidad, así como si realmente aportará a la ciudad los beneficios que se esperan de él, porque si no, será otro traspié más, otra perdida de recursos públicos que se podían haber empleado en otros menesteres. Llama la atención, como por la mitad del dinero público que se ha llevado este “negocio privado”, se ha recuperado totalmente la bicentenaria Fuente del Oro de la avenida de Santa Clara, luciendo hoy con esplendor sus restaurados caños de agua. No cabe duda de que inversiones como esta son las que hay que primar, siendo un buen destino el dinero público gastado ahí, al igual que el empleado en embellecer la ciudad y recuperar su patrimonio. Así si esto se consigue, los turistas nos vendrían solos y tras ellos la oferta gastronómica. Siendo esta si cabe, más atractiva y de mayor calidad, no necesitando entonces subvención o ayuda alguna para llevar a cabo su “lucrativa” actividad.

Si que Lorca tiene toda la legitimidad para intentar llevar a cabo iniciativas como esta, donde un tercio de la inversión del flamante mercado se ha pagado con el dinero de todos, pero con los pies en el suelo, sabiendo que es primero, si el huevo o la gallina. Lo que no puede ser es que comencemos la casa por el tejado, financiando una actividad que en un 70% vive del turismo, cuando todos sabemos que en plena temporada estival, cierran en nuestra ciudad bastantes establecimientos de hostelería por falta de clientela. Pero es que a pesar de esa esplendida subvención concedida, algún hostelero ha tenido que desistir de instalarse en este nuevo recinto, al ser elevado el coste de su arrendamiento. Mientras que los que en él se han ubicado, tienen que poner unos precios altos para poder compensar los gastos que ello conlleva, por lo que también ya hay quien se lo piensa dos veces antes de acudir allí y pagar más por la misma consumición que toma en otro lado, aparte de soportar algunas incomodidades con las que se ha encontrado. Tampoco se ha cubierto todo el espacio disponible, quedando un porcentaje sin adjudicar, lo que puede traducirse con el paso del tiempo en una iniciativa frustrada. Un fracaso como sucedió con el Centro Comercial Victoria de Murcia, que tras rehabilitarse el viejo edificio del desaparecido Hotel Reina Victoria de la capital, no se cumplieron la expectativas que había puestas en él.

No basta con ser optimistas o positivos, hay que ser realistas y saber si nuestra ciudad cuenta con la suficiente demanda para que un espacio de esta elite se mantenga, porque ahora como novedad sí que tiene actividad, estamos en un mes festero y hay curiosidad por ver como ha quedado el viejo edificio de Almacenes Bertrand. Pero lo difícil es mantenerse durante el resto del tiempo, y más cuando los clientes de estos espacios gastronómicos son turistas en su mayoría. Porque no podemos ser ingenuos y creernos lo que nos dicen, de que nuestro flamante “mercado” es comparable al de San Miguel de Madrid o al de La Boquería de Barcelona, el cual se encuentra ubicado en la zona de las Ramblas. Un mercado que es de visita obligada para los miles de turistas que visitan diariamente la capital catalana y que se encuentra entre los mejores de Europa. Aquí ni el mercado del Sol es lo que nos quieren vender, ni evidentemente Lorca es comparable a Madrid o Barcelona. Como tampoco nuestro casco histórico está en las mejores condiciones para explotarlo turísticamente, por lo que pocos son los visitantes que se puedan captar. Visitantes que tampoco encuentran en su camino, señalización alguna que les lleve hasta el nuevo mercado culinario, cosa que también sucede con los diversos museos o el Centro Regional de Artesanía.

Creo que a nuestros dirigentes les está pasando igual que a muchos afortunados de la lotería, que se ven con dinerito fresco y en vez de invertirlo debidamente, lo malgastan en caprichos o en cosas en las que su viabilidad está en el aire, pero prefieren anteponer siempre la luz que estos nuevos proyectos les da aunque esta se apague pronto. Porque estos intentos son como los fuegos artificiales, que nos emboban mientras dura su encendido, pero que no queda nada una vez pasada la chispa. En mi opinión, hemos perdido una ocasión única para la total recuperación de nuestro malogrado casco histórico, ya que gran parte del dinero del préstamo del BEI se podría haber invertido en él, convirtiéndolo en motor de una buena parte de nuestra economía local, cosa que se anunció se iba a realizar con el importe de lo recaudado en aquel sorteo extraordinario de la Lotería Nacional a beneficio de Lorca. Pero no, ese dinero se destinó a otras inversiones de escaparate que dan más luz. Si que el dinero del BEI se ha empleado en el arreglo de alguna calle del casco histórico y alguna otra actuación, pero una cantidad insignificante si lo comparamos con la inversión global que hasta ahora se ha realizado en la ciudad. Sin embargo, parte del dinero concedido al gobierno regional por el BEI para la reconstrucción de Lorca, lo ha empleado la Comunidad Autónoma en el arreglo de carreteras regionales en otros municipios limítrofes, cuando ni su deficiente estado era debido a los terremotos, ni la actuación se llevaba a cabo en nuestro termino municipal como era preceptivo.

Poco ha empujado nuestro AyuntaMIENTO para recibir el dinero imprescindible para el impulso turístico de nuestra ciudad, pocas son las ideas que ha puesto en marcha para recibir las subvenciones necesarias para la recuperación de nuestro patrimonio. Solo una ocurrencia, el pretendido ascensor para subir al castillo, entiéndase parador. Proyecto que con un coste de unos dos millones y medio de euros, no está justificado bajo ningún concepto. Creo que no se piensa con la cabeza, igual que se nos vende humo anunciando proyectos que luego resultan ser cuentos chinos, se inician otros que terminan en un verdadero descalabro. Si que quien no arriesga no cruza la mar, pero no con el dinero de los demás. Pues el fracaso en que ha quedado la Ciudad Regional del Automóvil, nos sirve como ejemplo de la política de fabula de algunos dirigentes públicos o de sectores empresariales, pretendiendo algo que a nuestra ciudad le venía grande. Un proyecto que se nos anuncio como “innovador y vanguardista”, algo único a nivel nacional, y que tras la inversión de más de tres millones de euros y de 12 años de andadura, ha resultado ser un fracaso total. Un polígono que iba a estar exclusivamente dedicado al automóvil y en el que se iban a dar cita más de 40 actividades relacionadas con este sector. Donde iban a estar representadas la mayor parte de la marcas, con una feria permanente del vehículo de ocasión, con talleres abiertos las 24 horas, servicios de grúa, de neumáticos, de repuestos, lavaderos, gasolineras, gestorías, corredurías de seguros, parque infantil, restaurantes, hoteles y hasta una línea propia de autobus.

Un recinto que iba a ser un referente regional y polo de atracción para las provincias limítrofes. Una ciudad del automóvil que iba a superar a otros pequeños polígonos de este tipo que estaban surgiendo en la comunidad de Madrid. Como siempre íbamos a ser los mejores, mejores que el de Parla con un 40% más de población que Lorca, o Leganés que tiene más del doble de habitantes que nuestro municipio, poblaciones estas que tienen la ventaja de estar situadas en el área metropolitana de Madrid, con todo el potencial económico y poblacional que ello conlleva. Al final la cosa no resultó, quizá que la crisis haya tenido mucho que ver, pero también la buena ubicación que tenían y tienen los concesionarios establecidos durante décadas en la antigua nacional 340 en dirección a Granada, un lugar muy transitado y bien comunicado, sitio donde ahora vuelve el primer y último concesionario establecido en la innovadora Ciudad Regional del Automóvil de la pedanía de La Hoya. Claro que también puede, que los iniciadores del fracasado proyecto, quisieran edificar viviendas en estos inmuebles del polígono Los Peñones, convirtiendo así en “oro” ese terreno industrial que poseían, pues todo tenía cabida en esos locos años de vacas gordas.

Hoy este fracasado polígono que se encuentra entre las pedanías de Tercia y La Hoya, está abandonado y sin saber lo que hacer con él, cuando por la ubicación que ocupa, se podría convertir en una zona que albergue pequeñas y medianas industrias agropecuarias, incentivando también la instalación de fabricas de conserva, de las que salvo alguna excepción, incomprensiblemente se carece en Lorca, cuando precisamente nuestro municipio es uno de los mayores productores de la materia prima. También esos terrenos ya urbanizados y cercanos a la autovía, podrían ubicar una Ciudad del Transporte, un equipamiento del que tampoco dispone Lorca y si otras ciudades de menor importancia que la nuestra. Otro polígono que no se ha desarrollado como se esperaba y que se inició en la misma época, es el de Serrata, un gran polígono industrial de 5 millones de metros cuadrados, del que se dijo se iba a convertir en el más grande de la región y uno de los mayores centros logísticos de la zona de levante. Igual ha pasado con el pretendido centro comercial de La Torrecilla, proyecto donde iba también un hotel de 80 habitaciones y naves escaparate, al que se le dio luz verde en 2008, cuando todavía no se había abierto el Almenara.

Se nos fue la cabeza, cuando en una pedanía como Avilés de unos 350 habitantes, se pretendían construir 9.000 viviendas, o las 8.000 de Aguaderas y las 7.000 de La Paca, y así toda una sucesión de convenios urbanísticos, que por la negligencia de unos y la desgana de otros, ahora nos toca devolver a sus promotores, siendo cuantiosas las cantidades que en su día se entregaron a cuenta de estos frustrados proyectos. Tampoco afortunadamente, ha llegado a buen puerto el pretendido macroproyecto del parque regional de Cabo Cope y Puntas de Calnegre, una iniciativa del gobierno regional y los ayuntamientos de Águilas y Lorca, para construir en ese lugar protegido casi 10.000 viviendas de lujo, hoteles, lagos y puerto deportivo. Por suerte estalló la burbuja, llevándose por delante este modelo insostenible del ladrillo, pero como siempre ocurre, los platos rotos los pagamos el pueblo llano.

Los promotores no pagaron las deudas contraídas con las entidades bancarias, prestando entonces el gobierno a las entidades crediticias dinero para su rescate. Dinero que a pesar de los años transcurridos, solo se ha devuelto en un 5,4%, pues de los 76.410 millones de euros destinados al saneamiento financiero, quedan por cobrar más de 72.000 millones. Cantidad que difícilmente se cobrará, por lo que al final lo pagará el Estado, es decir, todos los contribuyentes, y eso a pesar de que se nos dijera una y otra vez que el rescate bancario no nos costaría ni un euro a los españoles. Pero lo indignante de todo esto, no es que por este motivo estemos soportando más impuestos y más recortes en educación o sanidad, que también, sino que el recate bancario se hizo principalmente a las cajas de ahorros, las únicas entidades que estaban en manos de los políticos. Políticos que mayoritariamente estaban puestos por el partido al que seguimos votando una y otra vez. Pues así nos va.