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LORQUINOS EN EL PAÍS AZTECA por Antonio de Cayetano

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LORQUINOS EN EL PAÍS AZTECA por Antonio de Cayetano.

Si hace una semana recordábamos los pasos de tres ilustres militares lorquinos por el Nuevo Mundo, hoy nos vamos a centrar en otros paisanos que sin tener nada que ver con las fuerzas armadas, también cruzaron el charco, siendo México, la capital de la Nueva España, el destino de todos ellos. Ese fue el caso del lorquino Ginés Morote y Blázquez, un acreditado jurista que en la segunda mitad del siglo XVI, representó a nuestra ciudad en los pleitos que tuvo contra el Corregidor de Murcia que también quería serlo de Lorca, probando con sabia maestría, que el corregidor de allí nunca lo había sido de aquí, dando por concluida la disputa y los constantes enfrentamientos entre las dos ciudades.

Este hecho llegó a conocimiento de Juan de Austria, que enterado de su saber y valía, le nombró su asesor. Siendo muchos años después, enviado al nuevo continente por el rey Felipe IV, ocupando la plaza de oidor en México, con la facultad de residir en la morada del Virrey de la Nueva España en dicha ciudad. Hay que decir que oidor (oír a las partes), era la denominación que en aquel tiempo se le daba a los jueces miembros de las Reales Audiencias, siendo estas los máximos órganos de justicia dentro del Imperio Colonial.

LUIS MOROTE Y BLAZQUEZ
Luis Morote y Blazquez

Otro lorquino que viajó al nuevo continente en aquella época y que desconozco si sería hermano del anterior por la coincidencia de apellidos, fue Luis Morote y Blazquez, ocupando plaza de catedrático en la Real y Pontificia Universidad de México, capital donde más tarde tomaría el hábito de franciscano.

La misma ciudad que tres siglos después, acogería a otro profesor, médico y relevante investigador lorquino, que tuvo que dejar su patria por motivos políticos, Rafael Méndez Martínez. Este célebre lorquino que le da nombre al hospital y a una de nuestras alamedas, nació el 19 de agosto de 1906 en el barrio de San Cristóbal, frente a la plaza de la Estrella, lugar donde su madre regentaba una confitería, siendo el último de siete hermanos, aunque fueron 14 los hijos que tuvo el matrimonio formado por Águeda y José, falleciendo los otros siete a muy temprana edad.

DOCTOR DON RAFAEL MENDEZRafael Méndez ingresó en 1921 en la Facultad de Medicina de San Carlos de Madrid, siguiendo el consejo de sus hermanos, Juan Antonio (médico) y Senén (farmacéutico), siendo el alumno más joven de su curso. Pero a pesar de ser hasta dos años menor que el resto de compañeros, los estudios los seguía al mismo ritmo, sacando Matrícula de Honor en Fisiología el segundo año de carrera, materia que entonces daba el profesor Juan Negrín, el que luego fue Presidente del Gobierno durante la guerra civil, un hombre que descubrió el talento de nuestro paisano y que fomentó su vocación investigadora, igual que también influyó el catedrático de Farmacología Teófilo Hernando y el mismísimo Ramón y Cajal del que fue discípulo y que era el director de la Residencia de Estudiantes donde vivía, residencia en la que tuvo de compañero de habitación al Premio Nobel de Medicina Severo Ochoa.

A los 22 años obtuvo el grado de Doctor en Medicina, comenzando a trabajar con su maestro Juan Negrín. Tras obtener una beca de ampliación de estudios, marcho dos años a Edimburgo a trabajar con el profesor Crark donde publicó varios trabajos, regresando a España posteriormente, donde a la edad de 29 años ganó por oposición la plaza de Catedrático Numerario de Farmacología y Terapéutica de la Facultad de Medicina de Sevilla, siendo el más joven de España. En 1936 comenzó la guerra civil y siendo fiel a sus convicciones, pues estafa afiliado al PSOE desde 1930, aunque no era amante de figurar en cargos públicos, no pudo negarse cuando su gran amigo Juan Negrín se lo pidió, participando activamente en el bando que defendía la legalidad y desempeñando diversos cargos de responsabilidad. Colaborando primero como secretario del Ministerio de Hacienda del que Negrín era titular, y como Director General de Carabineros, cuando Negrín fue nombrado presidente del Consejo de Ministros.

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Más tarde fue nombrado subsecretario del Ministerio de la Gobernación, cuyo titular era Julián Zugazagoitia , el mismo que a partir de abril de 1938 dirigió la Secretaría General de la Defensa, departamento donde nuestro paisano se ocupo de hacer las compras de armamento al extranjero, “negocios” que para algunos fueron muy rentables, al quedarse con el dinero dispuesto para tal menester o pasarse a la zona nacional, pero no para Rafael Méndez, que fue un hombre de una inquebrantable honradez. De hecho se cuenta, que tras ser interceptado por el ejército nacional en aguas de Bilbao, el barco Mar Cantábrico que venía cargado con armamento procedente de México y Nueva York, Rafael devolvió el cheque que se le había entregado en concepto de comisión por el trabajo realizado. Sin embargo, en alguna publicación apareció su nombre junto al de otros colaboradores de Juan Negrín, como titulares de cuentas bancarias en bancos extranjeros y con fuertes sumas de dinero. Aunque también es verdad, que el dinero que se movía para las operaciones de compra de armas y material de guerra, era trasferido por el Banco de España a cuentas extranjeras a nombre de la persona encargada de hacer la transacción comercial y de ahí puede venir la confusión de esas informaciones.

En febrero de 1939 se le nombró cónsul en Perpiñán, por lo que el final de la guerra y la derrota republicana le pilló ya fuera de España, retornando a la gran labor científica que había dejado al estallar la guerra. Pero estando en París con su esposa, le llegaron noticias de un proceso de extradición contra él por parte del gobierno de Franco, por lo que las autoridades francesas le aconsejaron que saliese de Francia para evitar complicaciones, marchándose a Estados Unidos donde le llegó una oferta desde Boston para trabajar como investigador en la universidad de Harvard, propuesta que Rafael aceptó, permaneciendo en el puesto durante cuatro años. De Boston se trasladó a Chicago, aceptando el ofrecimiento de los jesuitas como profesor de Farmacología de la Universidad de Loyola, siendo en esta ciudad norteamericana donde murió Angelita, su primera mujer, dejando con la natural desolación e inmerso en una profunda tristeza a nuestro destacado medico. Entonces fue cuando el doctor Ignacio Chávez, director del Instituto Nacional de Cardiología de México, le llamó para dirigir el Departamento de Investigación de Farmacología, (departamento que hoy lleva su nombre) ofrecimiento que no dudó en aceptar y más teniendo en cuenta el momento personal por el que atravesaba y que en México tenía a su hermano Juan Antonio y viejos amigos exiliados. Hasta allí se marchó en abril de 1946 con sus dos hijos, Rafael de seis años y María Águeda de solo dos, recibiendo toda clase de facilidades para desarrollar su trabajo y siendo nombrado posteriormente jefe de la División de Investigación.

En México conoció a Marga Blanco, hija de refugiados políticos españoles, casándose con ella y teniendo un hijo, Juan Pablo, hijo que también ha optado por la profesión sanitaria. En 1961 se celebró en México un Congreso de Sociología, reunión a la que asistió el político franquista Manuel Fraga, conociendo en ese viaje al investigador Rafael Méndez, del que quedó gratamente sorprendido por su extraordinaria personalidad humana y científica, naciendo entre ambos una gran amistad. Cuando en julio del siguiente año, Manuel Fraga fue nombrado Ministro de Información y Turismo, uno de sus primeros temas expuestos sobre la mesa del Consejo de Ministros fue la vuelta a España del cardiólogo y farmacólogo lorquino, regreso al que se oponían varios ministros y siendo objeto de una larga discusión, discusión que cortó Franco afirmando que podía venir cuando quisiese. Y así fue como gracias al tesón de Fraga, se aprobó la entrada en España de nuestro paisano, colaborando más tarde con el gobierno español para facilitar la vuelta a nuestro país de otros refugiados políticos que allí había.

Rafael volvió a España en 1963 y aquí paso tres semanas entre los suyos, reuniéndose con amigos y viejos compañeros de partido, volviendo de nuevo a México en un avión pilotado por un amigo y paisano, José Sastre, un piloto de Iberia que volaba en otro itinerario y que pidió cambiar de viaje ese día para llevar a su gran amigo de regreso al país que le ofreció todo. Un país al que ha representado en los diferentes Congresos Internacionales de Cardiología que se han celebrado, así como en multitud de conferencias y mesas redondas. Siendo miembro de honor de diferentes sociedades científicas y estando sus investigaciones recogidas en los más destacados libros de texto de medicina, además de estar en posesión del Premio Nacional de Artes y Ciencias de México, en su apartado de Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales, galardón concedido en el año 1978 por su gran trayectoria profesional.

En 1981 el Rey Juan Carlos I le entregó la Gran Cruz del Merito civil y al año siguiente en el mes de octubre, la Universidad de Murcia le otorgó el doctorado Honoris Causa. En 1983 fue nombrado hijo predilecto de Lorca y de la región, en 1990 se le puso su nombre al nuevo hospital comarcal, acto al que acudió personalmente, falleciendo un año después a la edad de 84 años. Como tenía dos patrias, la de nacimiento y la de acogida, quiso ser incinerado y que la mitad de sus cenizas vinieran a España y la otra mitad quedaran en México. La tierra que 20 años después de recibir al célebre maestro e investigador, acogió a otro gran maestro y paisano, en este caso de las ciencias escenográficas, al actor y director de teatro Manuel Montoro Tuells.

Manuel Montoro Tuells
Manuel Montoro Tuells

Este lorquino nació el día 30 de octubre de 1928 en el entorno de la Iglesia del Carmen, en la calle Andrés Pacual. Sus inicios en el mundo de la interpretación fueron en plena posguerra, en los festivales que se solían hacer en el teatro Guerra y en la plaza de España, mostrando muy buenas dotes. A la edad de 17 años se alistó como voluntario para hacer el servicio militar, marchándose a Madrid para tal cumplimiento, conociendo allí a Rosa San Miguel, esposa del Duque de San Lorenzo, que por aquel entonces ostentaba la presidencia de las Damas Auxiliares de Sanidad Militar, descubriendo la duquesa las virtudes de Manolo y destinándolo a su secretaría, hecho que le otorgaba más tiempo para dedicarse a su preparación teatral. Se matriculó en la Facultad de Letras y en el Conservatorio de Arte Dramático, formando parte de un grupo que se dedicaba a llevar a cabo actuaciones por Madrid y otras provincias. Más tarde y con ocasión de un intercambio cultural, estuvo un año en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica, trasladándose en 1955 a París, donde emprendió los estudios de director, obteniendo la licenciatura en 1960.

NOTICIA SOBRE DOCTOR HONORIS CAUSA D. MANUEL MONTORO

En 1961 ganó un concurso de renombre llevándose los tres primeros galardones, pues obtuvo el primer premio en dirección, el primero en actuación y el primero en escenografía. Cosechando posteriormente varios premios internacionales, lo que le motivó para presentar un gran proyecto al ayuntamiento de Madrid, proyecto que les encantó a los responsables municipales de cultura pero que no pudieron financiar, por lo que nuestro paisano regresó de nuevo a París como subdirector de la Universidad del Teatro de las Naciones, un espacio de encuentro para los teatros del mundo creado en 1957 por la UNESCO y de la que Manuel Montoro fue participe en su creación. Y fue en ese lugar, donde acude gente de teatro de todos los países, donde recibió una oferta de la Universidad Veracruzana de México que necesitaba un director, oferta que aceptó nuestro paisano, marchándose el día 30 de de junio de 1966. Su primer logro fue la creación del Festival Universitario de Teatro, acercando así el teatro a los jóvenes y al resto de la sociedad, obteniendo grandes éxitos e importantes premios, como el de José de Jesús Aceves, que consiguió en los años 1968, 1972 y 1975. Año en que comenzó como director de escena del Teatro Milán de la ciudad de México, dirigiéndolo hasta 1985 en que cerró sus puertas debido a los grandes desperfectos causados por un terremoto. También en la ciudad de los palacios fue director artístico del teatro El Milagro y del Rafael Solana.

Nuestro director de teatro, traductor, adaptador, conferenciante, maestro y creador, ha sido encargado de la Cátedra de Dirección en la Universidad Nacional Autónoma de México, también docente del Instituto Nacional de Bellas Artes de aquel país, recibiendo en 1986 la medalla al Merito Académico de la Universidad Veracruzana. En el año 2000 recibió la de “Mi vida en el Teatro” un galardón otorgado por el Instituto Internacional del Teatro, dependiente de la Organización de las Naciones Unidas, de la que nuestro paisano fue miembro de su Consejo Ejecutivo. Durante 21 ocasiones ha recibido el premio al mejor director de teatro del año en México y el 28 de mayo de 2010 fue distinguido como Doctor Honoris Causa de la Universidad Veracruzana. Tiene en su haber más de 50 puestas en escena con actores de primer nivel, cosechando grandes éxitos y siendo alabado por las crónicas de los principales medios de comunicación de México, pero sin embargo, es olvidado en su tierra natal donde apenas se conoce su nombre.

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Aquí estuvo en 1981, siendo homenajeado por la Asociación de Amigos de la Cultura, ofreciéndose nuestro dramaturgo a venir con su compañía desde México, para la reinauguración del Teatro Guerra que se hizo en los años ochenta, pero nuestros dirigentes prefirieron para el evento, a un ballet ruso que entonces estaba de moda. Por cierto, que el nombre de nuestro teatro se debe también a otro actor y director teatral, a Ceferino Guerra, pero que no era de origen lorquino tal como se afirma en algunas publicaciones, aunque sí que estuvo durante un tiempo viviendo en Lorca, antes de marcharse a Madrid a estudiar la carrera de Medicina, siendo en la capital de España donde se inició en el teatro dejando a un lado los estudios universitarios. Nuestro coliseo fue inaugurado el 31 de marzo de 1861 con el nombre de Teatro Principal, pero tras el éxito que este actor cosechó en su primera actuación del día 26 de mayo de 1861 y en otras posteriores, sus responsables le cambiaron el nombre por el del Guerra, aprovechando así su fama y nombradía, al tiempo que se agasajaba al popular actor murciano.

Ya que Ceferino Guerra y García no era lorquino, sino de Murcia, habiendo nacido en el año 1814 junto a la ermita de San Benito, en la plaza donde se celebraban por aquel entonces las corridas de toros y que hoy se conoce como plaza de Camachos, en el popular barrio del Carmen, siendo hijo de un confitero de la capital, el cual se trasladó años después con su familia a Lorca. Como actor y director de teatro recorrió toda España y muchos lugares de Iberoamérica, entre ellos también México, obteniendo importantísimos éxitos y grandes ovaciones, muriendo en Cádiz el día 14 de junio de 1882. Sin embargo en Murcia, la ciudad donde nació, no hay nada que le recuerde, solo nuestro teatro lleva su nombre, aunque hubo unos años que tampoco, pues desde 1932 y hasta final de la guerra civil llevó por nombre el de Federico García Lorca.

Esperemos que no siga la misma suerte Manuel Montoro y que este insigne lorquino si sea recordado aquí por sus paisanos, dándole cómo mínimo el mismo trato que al actor murciano que da nombre a nuestro coliseo. Y que mejor homenaje a sus 88 años de vida y a su trayectoria profesional, que ponerle al primer Auditorio que va a tener Lorca, el nombre de nuestro gran maestro internacional de las artes escénicas, Manuel Montoro. Y que mejor ocasión para recibir un regalo de su pueblo, que con motivo de su próximo cumpleaños, hecho para el que faltan menos de dos semanas.

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