Inicio Mi Rinconcico Francisco J. Motos LLAMADAS PERDIDAS; CORAZÓN ARDIENTE

LLAMADAS PERDIDAS; CORAZÓN ARDIENTE

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LLAMADAS PERDIDAS; CORAZÓN ARDIENTE

Mi buena amiga, Ana, estaba en plena siesta estival cuando se despertó sobresaltada y con una sensación de pérdida irreparable.
Antes de dormirse había visto en la pantalla de su teléfono móvil tres intrigantes llamadas perdidas. De esas que no se reconoce el número de quien llama, y que además se ve con claridad que no son de las clásicas de acoso y derribo de alguna compañía de telefonía o seguros queriendo colocarnos algo, a pesar de haber dicho cientos de veces que no estamos interesados.
No, en el caso de Ana, el número que ella pudo ver le sonaba de alguna manera extraña, y al mismo tiempo no era capaz de identificarlo. Se le instaló una sensación agridulce, quizás era alguien que quería recuperar el contacto después de que un océano de días hubiera pasado. Su pareja dormitaba a su lado, ajena por completo al chaparrón de emociones ambiguas que ella estaba sintiendo.
Me lo contaba, ella, mientras tomábamos un café para comentar algunas cosas sobre el paso inmisericorde del tiempo, y de cómo algunos sueños hay que perseguirlos sin desfallecer a pesar de eso.
Y pensaba en cuantas de esas llamadas perdidas no eran realmente importantes: Un amor que se perdía para siempre por no haber contestado, un trabajo que no se conseguía por lo mismo. Y lo que podía atormentar aún más. Esa llamada que le cambiara la vida para siempre.
Esperar en el tiempo sin fisuras puede llevar a una persona a no tener más asidero al que agarrarse que la expresión gozosa de su subconsciente que proyecta el sueño, y más si se trata de alguien que le diga lo que tanto ha querido escuchar.
Tal vez el teléfono suene esta vez, y sí que pueda contestar mientras al otro lado alguien pronuncia las palabras más esperadas, sean estas las que sean.
Tal vez digan que no tienes nada que temer, que todo ha pasado ya, Que todo va a ir mejor a partir de ese momento. O que te quieren tanto que no pueden vivir sin ti, o que has conseguido ese trabajo por el que tanto has luchado.
Acabé diciéndole, mientras le daba un sorbo profundo al café, que aquellas llamadas perdidas no eran las más importante, y que estaba seguro que aquella que le cambiaría la vida, esa que esperaba desde siempre, acabaría llegando. Y esta vez sí que estaría para contestarla, y le permitiría viajar hasta donde los sueños se hacen realidad.
¡Feliz Travesía!