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Tras siete años desde el terremoto, el personal de Limusa no ha cesado de aportar bienestar social y empleo a Lorca que será incrementado con sus nuevas instalaciones en construcción.

Si en algún momento Limusa se ha mostrado como una empresa integrada en la sociedad lorquina habría que señalar en el calendario aquel fatídico 11 de mayo de 2011, y los años sucesivos. Hay más fechas señaladas en rojo en el calendario: cada inundación, grande o pequeña, la trágica riada de San Wenceslao de 2012, y menos dramático, cada celebración o acto social o institucional que implica a la plantilla disponible una vez tras otra.

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Tras siete años desde el terremoto, el personal de Limusa no ha cesado de aportar bienestar social y empleo a Lorca que será incrementado con sus nuevas instalaciones en construcción.

Pero aquel 11 de mayo fue distinto. Y la principal diferencia es que no hizo falta convocatoria alguna para que todos, absolutamente todos los trabajadores de la mercantil pública arrimaran el hombro y se pusieran por delante de sus familias, a disposición de una maltrecha y apesadumbrada sociedad lorquina.

Como empresa, Limusa prestó todos sus efectivos humanos -y mecánicos- al objetivo inmediato de mitigar las irremediables secuelas de la crisis sísmica: retirando escombros, recogiendo muebles irrecuperables, enseres de las calles, el acondicionamiento de colegios e instalaciones municipales para agilizar el regreso a la normalidad, el traslado de vehículos que facilitara las tareas de emergencia y el paso de servicios como urbanismo o la UME; incluso en labores de comunicación social e institucional, así como en las humanitarias confeccionando bocadillos y distribuyendo alimentos; e incluso gestionando parte del mantenimiento de infraestructuras de acogida para los desplazados, como los campamentos de amparados en Huerto de la Rueda y en La Torrecilla, durante semanas intensas e interminables. Algunos de los voluntariosos trabajadores estaban, incluso, en situación literal de desplazado, sin vivienda, sin ropa y sin materiales recuerdos.

Recuperar el equilibrio

Es, por tanto, de justicia y necesidad, aunque ninguno de ellos lo solicitara, el reconocimiento institucional recibido del Excelentísimo Ayuntamiento de Lorca en una fecha tan señalada como la de su patrón, San Clemente. Pero por algo lo llaman pasado. Como el objetivo era recuperar una ciudad y, sobre todo, su equilibrio social, Limusa ha dedicado no sólo aquellas primeras horas, posteriores días e, incluso semanas, a colaborar con ello, sino que ha destinado todos sus esfuerzos, propios y de terceros a repercutir todos sus recursos a dicho envite.

Para ello, optó por lo que mejor sabe hacer: ser un servicio público. Como tal, desde entonces, ha visto crecer su Centro de Gestión de Residuos para convertirse en la referencia medioambiental de la comarca, quizás de la Región de Murcia; ha generado empleo entre colectivos desfavorecidos y, apostando por la calidad, ha modernizado sus instalaciones haciéndolas más accesibles para ciudadanos y visitantes; construye una base lingüística cercana al casco urbano para ser más ágil y eficiente en las respuestas que demanda la ciudadanía, como mayores prestaciones para su plantilla en cuanto a calidad y calidez laboral; participa tanto de forma activa como indirectamente colaborando con eventos de la sociedad, la cultura, la igualdad o el deporte; genera e impulsa la sostenibilidad y proyectos de coeducación€

Así las cosas, este año 2018 en el que se recibe este reconocimiento institucional, se culminan las obras de construcción de la celda 3 del vaso de vertido del Centro de Gestión de Residuos, que multiplica por tres la capacidad para albergar los residuos no valorizables de Lorca y su comarca natural.

El proyecto se adjudicó en 4.336.975,40 euros, y contempla, además del vaso de vertido aludido, el sellado de la celda número 2, la construcción de accesos y cunetas, una balsa para la recogida de pluviales, la renovación del alumbrado y la construcción de un edificio administrativo con aula de educación ambiental. La industria ubicada en Barranco Hondo afronta entre este año y 2019 las obras de ampliación de sus instalaciones para la optimización de procesos de gestión y clasificación de los desechos urbanos que tiene por objeto incrementar la capacidad de recuperación de materiales orgánicos e inorgánicos. La inversión, de 6 millones de euros, está destinada a la mejora de la línea de afino para compostaje, del tratamiento de RSU y, en consecuencia, a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Desde 2011 hasta ahora la instalación ha crecido exponencialmente en prestaciones gracias a una inyección que ronda los 13 millones de euros.

Por un futuro más eficiente

Y queda otra gran obra que verá la luz en los próximos meses, el Centro Logístico. Una infraestructura que dotará al servicio de limpieza viaria y recogida de residuos domésticos de unas instalaciones modernas, versátiles y cercanas al casco urbano, lo que permitirá responder de forma más rápida, económica y eficaz a las demandas de limpieza que presenta el municipio de Lorca.

Contará con edificios para administración, taller mecánico, centro de lavado y vestuarios para personal. Un nuevo equipamiento que dispondrá de oficinas para administración, sala de reuniones-comedor, vestuarios, taller, almacenes y lavadero de vehículos; aparcamientos cubiertos para vehículos; aparcamiento para depósito judicial de vehículos; control de accesos…

Y, en la línea de construir entornos sostenibles, contará con más de 1.800 metros cuadrados de jardineras, tanto en todo el perímetro del recinto como en el interior de la parcela, con riego procedente de la recuperación de aguas de las piscinas municipales del complejo Felipe VI, las diferentes jardineras tendrán una plantación de arbolado y arbustos (cipreses, adelfas, romeros, abelina, lantana) que conformen un entorno agradable y tranquilo.

No podemos cambiar el pasado, pero sí hacer más agradable y sostenible la Lorca del futuro.