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El edificio Castellar en calle Corredera, 35 esquina calle Almirante Antonio Aguilar

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Fuente Jose Daniel Navarro

El edificio Castellar en calle Corredera, 35 esquina calle Almirante Antonio Aguilar.

El edificio Castellar se proyecta a comienzos de la década de 1950 y ocupa un importante cruce de viales comerciales en el corazón de Lorca. Aprovecha con solvencia su privilegiada situación en esquina y, a pesar de lo complicado del solar, Jesús Periago logra adaptar un programa mixto comercial y residencial creando un carismático inmueble que genera un principio de ruptura con la Arquitectura practicada en la ciudad durante la década precedente y que supone, en cierta medida, una vuelta a los postulados racionalistas anteriores al paréntesis que provocaría la guerra civil y los primeros años de posguerra, tanto en estilo como en recursos materiales.

Antonio Redondo Higueras - octavo clasificado
Antonio Redondo Higueras – clasificada final 1º concurso fotografía de Cosas de Lorca

De esta manera, los alzados, versantes a dos viales que convergen en ángulo agudo, se disponen sin solución de continuidad, creando la ilusión de un único plano de fachada gracias a la curva ciertamente expresionista con la que se resuelve la esquina, convirtiendo ésta en una especie de cubillo adelantado respecto al plano de fachada. Las cuatro plantas sobre rasante se organizan en altura respondiendo a la tradicional composición tripartita, si bien la última de ellas representa una posición híbrida que no acaba de romper con el nivel inferior al prolongarse éste mediante dos cuerpos prismáticos junto a las medianeras. Sobre el mirador, y beneficiándose de la privacidad que éste le reporta al ocultarla desde la calle, se sitúa una terraza de planta cuadrangular delimitada por una pérgola con cierto gusto casticista.

En alzado, el edificio se nos muestra simétrico respecto a la bisectriz. El eje se encuentra definido por un mirador de directriz curva que incorpora tres amplios vanos por planta, el central de ellos poligonal. A pesar del marcado carácter funcionalista de las fachadas, todavía podemos observar cierta jerarquización y detalles que nos recuerdan determinados recursos empleados en la década precedente. Así, por ejemplo, las ventanas van disminuyendo en tamaño conforme ascendemos en altura, los cuerpos laterales del edificio se delimitan mediante almohadillados y todavía se observa una gran profusión de cornisas molduradas destinadas a enfatizar los cambios de nivel.

Este edificio es el que inicia el cambio en el estilo, o, si se quiere, la vuelta a las ideas que había expresado veinte años antes Víctor Beltrí en su edificio proyectado para Lorenzo Cachá en la calle Juan de Toledo esquina a Santo Domingo, y que continuará, ya después del que nos ocupa, con el Edificio Novedades (Leopoldo Blanco Mora, arq. 1955).

Desde 1975 ocupa los locales comerciales del edificio Castellar la Joyería Manzanares.