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¿Cómo terminó la pandemia de la gripe española en 1920 y qué lecciones podemos aprender de hace un siglo?

No estamos en 2020, sino en 1918, en las últimas fases de la Primera Guerra Mundial y ante una de las mayores pandemias de la historia: la denominada gripe española que se cobró entre 50 y 100 millones de vidas en todo el mundo.

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¿Cómo terminó la pandemia de la gripe española en 1920 y qué lecciones podemos aprender de hace un siglo?

Una sucesión de personas fallecieron, entre enero y febrero de 1918 en Estados Unidos, después de presentar dolores de cabeza, dificultades respiratorias, tos y fiebre alta. Pocos meses después, el mismo cuadro clínico se empezó a observar en pacientes en Francia, Bélgica y Alemania. En mayo, las aglomeraciones durante una fiesta religiosa en España provocaron un brote de la misteriosa enfermedad.

No estamos en 2020, sino en 1918, en las últimas fases de la Primera Guerra Mundial y ante una de las mayores pandemias de la historia: la denominada gripe española que se cobró entre 50 y 100 millones de vidas en todo el mundo.

Tanto por los síntomas como por la respuesta, los historiadores la consideran un referente para aprender lecciones del pasado frente a la actual pandemia del coronavirus.

La historia se repite

“Nos sentimos como en una máquina del tiempo, todo lo que habíamos investigado se está haciendo realidad día a día”, explican a Euronews las historiadoras españolas Laura y María Lara Martínez, que llevan estudiando la gripe de 1918 desde su centenario.

Los paralelismos son claros desde el principio. “Se dijo que era un constipado sin importancia que no iba a llegar a más y sin embargo sucedió como ahora en 2020, los sistemas sanitarios muy deficitarios no daban abasto”, explican las hermanas, autoras de ‘Breviario de la historia de España’.

Las medidas de contención de la pandemia de hace un siglo también suenan familiares: desinfección y cierre de espacios públicos, teatros, escuelas y fronteras. Como entonces no existían los teléfonos particulares, se fumigaban a los teléfonos e incluso a las telefonistas en las operadoras donde los ciudadanos acudían a llamar, explica Laura Lara. Las historiadoras también han descubierto que en Estados Unidos las multas por no llevar mascarilla ascendían hasta los 100 dólares de la época, una auténtica fortuna.

Hospital de campaña temporal situado en el centro de exposiciones de Ifema de Madrid, España, el jueves 23 de abril de 2020, construido para tratar a pacientes con coronavirusAP Photo/Manu Fernandez

En 1918, como ahora, se comprendió rápido que las multitudes eran foco de contagio. “Se produjeron confinamientos y se avanzó en la aplicación de medidas preventivas que ya habían demostrado su eficacia históricamente imponiendo algunos cordones sanitarios, profundizando en el seguimiento de medidas higiénicas y promoviendo cuarentenas para los sospechosos de estar contaminados”, explica a Euronews el historiador Jaume Claret Miranda.

“Sin embargo, también se tuvo que combatir contra las supersticiones y contra los criterios no científicos», añade. «Así, por ejemplo, en Zamora el obispo convocó misas multitudinarias que acentuaron los efectos de la pandemia y en Madrid las autoridades no se atrevieron a cancelar las fiestas de San Isidro”.

La primera oleada en España tuvo lugar precisamente tras las celebraciones del patrón de la capital española. “La gente se reunió en la pradera y una semana después, hacia el 22 de mayo, los periódicos decían que todos estaban cayendo enfermos de gripe”, explican las historiadoras Lara.

La historia se repite como dos titulares y son dos pandemias que nadie las vio llegar.

Laura y María Lara Martínez
Historiadoras, profesoras y escritoras

La repercusión mediática de este incidente acabó bautizando a la nueva gripe como ‘española’, a pesar de que se considera paciente cero a un cocinero de un centro de instrucción militar estadounidense en Kansas. Las historiadoras Lara dicen que se especula que su inicio puede ser incluso anterior, en China o en Francia en 1917.

Sin embargo, la neutralidad de España en la Primera Guerra Mundial hizo que fuera más amplia la cobertura periodística de la nueva enfermedad.

Un cartel que alerta del peligro de la gripe española a los marines estadounidenses y les pide que no escupan: «Escupir propaga la gripe española. No escupas».U.S. Naval History and Heritage Command via AP

‘La madre de todas las pandemias’

Sin vacunas, ni tests, las metas con las que se afrontaba la pandemia de 1918 eran distintas a las de la actual. Pero también se esperaba que las temperaturas del verano frenaran su transmisión.

Entonces llegó una segunda oleada, más mortal que la primera. En España fue en septiembre y coincidió con las vendimias, las celebraciones a la virgen y la relajación del confinamiento, explican las hermanas Lara.

Se vivieron rebrotes durante el siguiente invierno, añade Jaume Claret Miranda. “De hecho, incluso en algunos lugares concretos como algunas zonas de España, aún se vivió una tercera oleada a principios de 1920”.

“El fin de la pandemia dependió de cada país: de la información y formación de sus especialistas y de los intereses de su clase política”, señala Claret quien enfatiza que, al solaparse con los últimos episodios de la Primera Guerra Mundial, a esto se añadían otros factores como las derrotas o victorias bélicas, la reconstrucción o el hambre.

“Además, nuestro conocimiento se limita mucho al ‘mundo occidental’ y desconocemos en buena medida cómo se vivió esta epidemia en muchos otros lugares del mundo”, apostilla.

Pero todos los académicos coinciden en que el final global de la pandemia ocurrió en 1920, cuando la sociedad acabó por desarrollar una inmunidad colectiva a la gripe española, aunque el virus no desapareció nunca por completo.

“Se han encontrado trazas del mismo virus en otras gripes”, dice Benito Almirante, jefe de enfermedades infecciosas del hospital Vall d’Hebron de Barcelona. “La gripe española siguió apareciendo, haciendo mutaciones y adquiriendo material genético de otros virus».

Por ejemplo, el virus de la gripe pandémica de 2009 tenía elementos genéticos de virus anteriores, por eso los ancianos estaban mejor protegidos que los jóvenes, señala el médico.

Una circunstancia que también se dio con la gripe española. Laura Lara explica que los mayores de 30 años eran los que tenían mejor tasas de supervivencia y se especula que el motivo es que convivieron con la conocida como gripe rusa (1889-1890).

Revista de Aguilas en 1918 habla de la epidemia de gripe

¿Cuándo se acaba una pandemia?

Una pandemia se acaba cuando no hay transmisión comunitaria incontrolada, y los casos están a un nivel muy bajo, explica el doctor Benito Almirante. “En Europa se está llegando a esta situación [con el coronavirus] porque los casos se identifican fácilmente y se puede seguir su pista. Si en las próximas semanas sigue la situación la pandemia se puede dar por controlada”.

«Cuando la gente se pregunta: ‘¿Cuándo terminará esto?’, se preguntan por el final social», dijo el doctor Jeremy Greene, historiador de la medicina en Johns Hopkins en el New York Times.

Las mascarillas que se usaban durante la gripe española donde muy pocos tenían acceso a ellas.

En la pandemia de la gripe española, el miedo social varió según el grado de información disponible y según estuvieran afectados los países por la guerra, explica el historiador Claret.

“En Inglaterra, cita como ejemplo, cuando creían que con el final de la guerra se podrían desmontar los hospitales de campaña, muchos tuvieron que prolongar su funcionamiento para acoger a los afectados por el brote”.

Pero, al final, “como sucede a menudo, cuando los efectos bajaron, la gente dejó de preocuparse”.

La euforia post-pandemia

Tras la gripe española, y la Primera Guerra Mundial, llegaron los felices años 1920. «La población que consiguió sobrevivir entró en una fase de euforia en todos los sentidos, incluido el económico”, explican las historiadoras Lara. La filosofía del ‘carpe diem’ se hizo dominante.

Forma parte de la la naturaleza humana, explican y lo comparan con ‘las danzas de la muerte’ durante la peste negra del siglo XIV. “Convivir con la muerte, porque esta puede aparecer en cualquier momento».

Pero también en esta fase de optimismo post-gripe, los regímenes totalitarios empezaron a despuntar en el caldo de cultivo del control de fronteras, el individualismo y los deseos de autarquía.

“La memoria de la gente es corta», dice Jaume Claret Miranda. «Sin embargo, sí que dejó cierto legado a nivel científico y entre especialistas, confirmando y sumando conocimientos a cómo debían tratarse dichas epidemias. En el caso de la gente común, quien sufrió directamente pérdidas o la enfermedad, evidentemente conservó el recuerdo pero no se produjo una revelación, ni una transformación global».

Claret cita algunos de los cambios que acentuó a nivel de higiene personal y social como una primera atención primaria, una cierta preocupación por un urbanismo más humano que evitase las aglomeraciones y una voluntad de obras de saneamiento en grandes ciudades

Como principal lección del pasado, el historiador destaca: “cualquier medida antes de la pandemia se califica de exagerada y, en cambio, posteriormente se la considera insuficiente”.