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ASEOS UNISEX – Antonio de Cayetano

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ASEOS UNISEX

El pasado verano tuve que acudir al hospital de Dénia, el hospital de referencia de la comarca alicantina de la Marina Alta, un centro público de reciente construcción que me sorprendió nada más entrar. No solo por la sabiduría y el arte que de sus paredes cuelgan, o por disponer además, de una sala de exposiciones temporales, lo que junto a otros elementos artísticos, culturales y emocionales, hacen de este hospital un lugar más humanizado, contribuyendo de alguna manera al bienestar de las personas que allí se encuentran. Sino porque sus 211 habitaciones son individuales, lo que implica baño privado también, con todo lo que ello supone para la intimidad de los pacientes y sus familiares. Unas amplias habitaciones que aparte de disponer de televisión y wifi, están equipadas con sofá cama y sillón relax para el acompañante, siendo por tanto muy significativa la diferencia con nuestro hospital Rafael Méndez.

Pero lo que más me gustó, aparte del amplio aparcamiento subterráneo que abarca todo el edificio (aunque este sea de pago), fue encontrarme con unos servicios mixtos, sin distinción de género, pudiendo ser utilizados indistintamente por cualquier persona sea hombre o mujer. Unos aseos amplios y cómodos para cualquier minusválido y su acompañante y sobretodo, unos aseos que eliminan el problema que supone para los transexuales los diferenciados. Aseos donde tienen que elegir el cartelito del sexo con el que se sienten identificados, una decisión que muchas de las veces les crea problemas con el resto de usuarios. Una problemática que se podría eliminar si todos los servicios públicos fuesen unisex, tal como son los portátiles o los que disponemos en empresas, comercios u oficinas. Porque no se entiende que estos aseos sí que los podamos compartir con el otro sexo y los que son estrictamente públicos no, resultando llamativo que en pleno siglo XXI, cuando la igualdad de género va siendo una realidad, algo tan cotidiano como ir al inodoro siga estando regulado por una etiqueta en la puerta.

Ni como hombre ni como mujer, pienso que sea necesario seguir con la distinción de sexos en los aseos públicos, no solo porque hay más opciones a las de HOMBRE-MUJER, sino porque si ambos sexos compartimos de igual modo la vida, no tiene sentido alguno que tengamos los aseos separados. Una iniciativa que se puso en marcha en el siglo XIX en Estados Unidos, por la moral imperante de aquella época y porque fue cuando la mujer salió de casa a trabajar, creando para ellas un espacio especifico lo más parecido al del domicilio, una idea que hoy sería considerada sexista, pero que entonces dio lugar a que los diferentes estados legislaran sobre el tema, comenzando así la segregación de los aseos por sexos. Una legislación que afortunadamente hoy se está invirtiendo, pues en los mismos Estados Unidos y en otros muchos países, las leyes van disponiendo lo contrario, la instalación de aseos sin distinción de género en todos los espacios públicos, dando ejemplo de ello la misma Casa Blanca que instaló su primer aseo unisex en el año 2015. Una tendencia que ya está llegando a España, donde administraciones, centros comerciales y de ocio, hospitales, universidades o aeropuertos la están implantando.

Unos aseos libres de etiquetas que deberían de imponerse también en nuestro municipio, favoreciendo así a todas las personas que hacemos uso de ellos, especialmente a las transexuales y a los padres o madres que tienen que acudir con su hija o hijo a estos servicios públicos. Porque tan lamentable es que a un padre se le prohíba que entre con su hija de corta edad a un aseo de mujeres, que se le impida también el acceso al mismo a un niño de cuatro años acompañado por su madre. Situación esta, que por extraña que parezca, se ha dado durante la pasada feria en los servicios del Huerto de la Rueda. Pero lo indignante no es que la vigilante de seguridad haya impedido que el niño entre al váter de señoras con su madre, lo que provoca indignación y vergüenza, es que algún responsable público haya dado esa orden y más cuando en nuestro país, no existe ninguna norma legal que obligue a nadie a acudir al aseo que le indica el sexo de su DNI. Por lo que legalmente, todos los servicios públicos son mixtos y podemos utilizar el que nos dé la gana, aunque por educación y civismo utilicemos siempre el que nos indica la pegatina.

Como tampoco existe ninguna Ley en España, que estipule la obligación de instalar servicios públicos diferenciados para hombres y mujeres, siendo solo las ordenanzas municipales las que pueden establecer el número y tipo de aseos en los establecimientos de pública concurrencia. Unas ordenanzas que el ayuntamiento de Madrid modificó en 2014, permitiendo desde entonces que bares, cafeterías y restaurantes de menos de 200 metros puedan tener un solo aseo y que este sea mixto, una medida que posibilita que estos aseos puedan ser más amplios y con espacio suficiente para ser utilizados por personas con discapacidad, personas que a veces necesitan de de la ayuda de otra y no precisamente del mismo sexo. Algo imposible de realizar en los aseos de un pequeño merendero de la ciudad y cuya imagen acompaño como ejemplo, imagen donde se aprecia el poco espacio del que disponen, cuando si fuese un aseo unisex, un solo habitáculo, este sería mucho más amplio y cómodo para todos.

Igual que la Iglesia progresó, permitiendo que los hombres y mujeres estuvieran juntos durante la celebración de los actos litúrgicos, cosa que se veía como deshonesta e indecente en épocas pasadas. O lo mismo que la enseñanza mixta supuso en su día un avance histórico, como también lo ha sido recientemente el matrimonio entre personas del mismo sexo, la implantación de aseos mixtos debe de verse también como una evolución, como una necesidad de nuestro tiempo. Como todo cambio tendrá sus partidarios y detractores, pero al final se impondrá el sentido común y los aseos diferenciados serán un capítulo más de nuestra historia, como lo serán también los actuales urinarios de caballeros, algo en el que particularmente me he sentido siempre incomodo. Un elemento que ya no tiene razón de ser en los mixtos, pudiendo ser estos aseos más amplios y con espacio suficiente para ser utilizados por personas con discapacidad como antes comentaba.

Si como asegura nuestro alcalde, se está haciendo la Lorca de los próximos 50 años, ahora es el momento de implantar en nuestra ciudad los aseos públicos sin distinción de género, no por moda o capricho, sino porque son una necesidad social. Creo que cuando aún no está terminado el nuevo auditorio y recinto ferial de Santa Quiteria, sería una buena ocasión para demostrar públicamente que la igualdad va en serio en nuestro municipio, desechando los aseos segregados e imponiendo los mixtos. Una tendencia que debería de seguir por todas las instalaciones municipales, incluido el recinto del Huerto de la Rueda, evitando así las situaciones vividas durante la pasada feria por el sexo diferenciado de los padres e hijos. Un solo aseo o decenas de ellos, pero siempre mixtos y olvidándonos de los típicos prejuicios, de que los hombres somos perversos o más guarros que las mujeres, cuando el bien o el mal, el comportamiento humano o la moral, va siempre con la persona, independientemente de cuál sea el sexo que esta tenga.

Si en los países escandinavos utilizan saunas mixtas y no pasa nada, o en Noruega los soldados que están haciendo el servicio militar comparten también dormitorios mixtos desde el 2015, año en que se incorporó la mujer (por tener los mismos derechos y obligaciones) y tampoco pasa nada, siendo además una experiencia positiva para todos por su comportamiento desexualizado, ¿porque no podemos aquí compartir un aseo público? ¿Acaso no hay la misma privacidad en uno mixto que en otro de género? ¿No compartimos una sesión de cine con todo oscuro? ¿Pues entonces que temor hay? ¿Seguimos resguardando a la mujer, sin poder salir sola a determinadas horas como ocurría antaño? Por favor, depredadores hay en todos los sitios, en un parque, en una calle, en un portón o en la misma casa, lo que nos falta es más educación cívica y quizá más convivencia como ocurre en los países nórdicos, una convivencia que nos lleve a la verdadera igualdad que todos deseamos.