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CINCO SIGLOS Y MEDIO DE MERCADO DE LOS JUEVES por Antonio de Cayetano.

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Antiguo mercado semanal en la calle del Alamo de Lorca.

CINCO SIGLOS Y MEDIO DE MERCADO DE LOS JUEVES.

Hoy se cumplen 551 años de aquel 24 de octubre de 1465, día en que el rey Enrique IV de Castilla, concedió a Lorca un mercado franco a celebrar el jueves de cada semana. Y aunque cinco siglos y medio sea mucho tiempo, lo cierto es que llegó tarde, pues desde dos siglos antes ya lo disfrutaban los vecinos de Murcia, ciudad a la que se le autorizó por Alfonso X el Sabio el 18 de mayo de 1266, concediéndole al día siguiente la feria de San Miguel.

el-mercado-calle-del-alamo-lorcamurcia1953-fuente-espagne-du-sud
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Los mercados semanales o quincenales y las ferias anuales eran la única forma de acercar las mercaderías a los ciudadanos en la Edad Media, y si bien desde 1272 teníamos la feria franca de San Martín concedida por Alfonso X el Sabio y a partir de 1320 otra por San Juan que nos concedió Alfonso XI, el mercado semanal se hizo esperar. Pero una vez logrado, fue confirmado por los Reyes Católicos el 8 de abril de 1495 y por Carlos II el 17 de junio de 1685, continuando su celebración hasta el día de hoy y en el mismo día de la semana. Lo que sí que ha ido cambiando a lo largo de estos siglos ha sido su emplazamiento y el tipo de producto ofrecido, adaptándose al crecimiento de la ciudad y evolucionando al ritmo de la población. Es por ello por lo que al verse saturado de vendedores, tratantes y compradores, se segrego el mercado relacionado con el ganado que se hacía conjuntamente con el de la recova, pasando a celebrarse el día anterior en el lecho del río Guadalentín.

El mercado se llevó a cabo primero en las faldas del castillo, pasando a continuación a la calle Mayor de Santa María que fue durante un tiempo el corazón de Lorca. En el siglo XVI se bajó a la plaza de las Barandillas (conocida por la del mercado), a la del Caño y a la calle Zapatería. Continuando su descenso en el siglo XIX al situarse en la plaza de España, la calle Cava, Selgas y Santiago, extendiéndose más tarde también por la calle Álamo, calle en la que mayoritariamente se situaban los recoveros con la romana al hombro, saliendo al paso de la gente de la huerta y campo que acudíamos a vender las aves y conejos que se criaban en los corrales, iniciando el típico regateo, trato que casi nunca terminaba en el primero que se nos ofrecía, sino que se negociaba con varios con el fin de sacar el mejor precio posible.

Lorca-Murcia.1951.Vendedoras de huevos en el mercado. Ftf.Jean Dieuzaide
Lorca-Murcia.1951.Vendedoras de huevos en el mercado. Ftf.Jean Dieuzaide

En la misma calle pero en la zona más próxima al ayuntamiento, se situaba la compraventa de huevos, poniendo las vendedoras sobre paja y con sabia maestría sus pequeñas “pirámides”. También en ese lugar se colocaban las polleras, una especie de canasta echa de caña que contenían polluelos de pocas semanas para su venta y posterior engorde.

Hoy esta imagen ya es historia, como lo es también la de los hojalateros que nos ofrecían aquellos brillantes barreños, cubos, candiles, embudos, llandas o raseras. O los puestos de alfareros con sus cántaras, cazuelas, ollas, platos, fuentes y lebrillos. También eran habituales las herramientas para el campo, como las corbillas, hoces, horcas, zarandas, celemines o medias fanegas, utensilios estos últimos que se utilizaban para medir el grano. También los puestos de simientes y plantas se daban cita, aunque eso todavía continúa en la actualidad, igual que los productos alimenticios, los de limpieza, el calzado y el textil.

La ropa de hogar también era protagonista del mercado de los jueves, tanto como Ramón Gabín, que venía cada temporada con su camioneta cargada de mantas desde Orihuela, subiéndose en ella y ofreciéndonos lotes y más lotes, a los que le iba añadiendo juegos de toallas, peines o hasta una máquina de escribir si con eso hacia la venta. Máquina que no era otra cosa que un bolígrafo, pero con su gran pico de oro nos seducía y al final nos rascábamos el bolsillo. Hay quien tachaba a Ramonet de charlatán, pero no, tenía la habilidad del buen vendedor de entonces, venta que no solo efectuaba en los mercados establecidos, sino que cualquier tarde acudía a tu barrio y te montaba el puesto, olvidándose ya uno del frio en la cama durante el invierno.

Plaza de España Lorca - CosasdeLorca.com
Plaza de España Lorca – CosasdeLorca.com

A principios del siglo pasado el mercado se situaba en la plaza de España y calles adyacentes, pero durante los meses de julio, agosto y septiembre se trasladaba a la alameda del Espartero (la actual Juan Carlos I), con el fin de aprovechar la sombra que daban los árboles que entonces había. En 1969 y como consecuencia de las obras de remodelación de la plaza de España, el mercado se trasladó a la Placica Nueva y a las calles Redón y Nogalte, siendo el espacio de la posada del Carmen el destinado para conejos y aves. En aquellos años, el mercado semanal había pasado de tener 51 puestos en 1965 a 106 en 1968, multiplicando por tres los dedicados al calzado, por dos y medio los de tejidos y confección y por dos los de loza, cristal y menaje. El mercado atraía a muchos compradores de pueblos cercanos, beneficiándose no solo los vendedores del mercado, sino que el comercio de Lorca se veía también beneficiado de ese movimiento comercial, incrementándose ese día las ventas hasta en un 300% en algunos comercios, aunque lo habitual estaba en torno al 60%, siendo todos estos datos recogidos en una encuesta que se hizo en 1965 con motivo del V centenario del mercado semanal.

MERCADO SEMANAL SANTA QUITERIATal era la importancia que el mercado tenía en el comercio establecido de nuestra ciudad, que los jueves no se cerraba a medio día, como tampoco había clase en los colegios ese día por la tarde. A mediados de los ochenta y siendo alcalde de Lorca José Antonio Gallego, se tomo la decisión de trasladar el mercado al recinto de Santa Quiteria, decisión que fue muy cuestionada entonces pero que al final todos aceptaron y la dieron como buena, siguiendo creciendo el mercado hasta los 230 puestos que hay en la actualidad.

En mi opinión, la decadencia del casco histórico de Lorca se inició tras la supresión del mercado del centro de la ciudad, teniendo que haber vuelto a su lugar original una vez llevada a cabo la remodelación de la plaza de España, remodelación que todo hay que decirlo, fue la más acertada de cuantas se han hecho en ese lugar. Hay que tener en cuenta que las gentes de la huerta que al amanecer de cada jueves subían con sus huevos, conejos, pollos o cualquier otro producto que producían, no todo el dinero iba después para la casa, sino que gran parte del mismo se empleaba en hacer compras en el mismo mercado o en las tiendas aledañas, tiendas que vivían fundamentalmente de las transacciones que se hacían los días de mercado y de los nuevos clientes que captaban como consecuencia de celebrarse el mercado allí, cosa que perdieron cuando este desapareció, teniendo que cerrar posteriormente al no ser ya rentables sus negocios. No toda la culpa es del mercado claro está, pero sí que ha sido una de las consecuencias de que nuestro casco histórico se quedara sin actividad.

En Murcia capital que también se celebra los jueves, pasó del centro de la ciudad al barrio de La Paz en 1976, pero disgregado en dos, pues también en el barrio del Carmen se celebra otro mercadillo los jueves de cada semana, por lo que igual se podría hacer aquí, dividir el mercado que se celebra en el Huerto de la Rueda en dos, seleccionando algunos puestos representativos de determinados productos y trayéndolos al centro de la ciudad, al casco histórico. Se de los inconvenientes para el tráfico rodado, la suciedad que se genera y las molestias para los vecinos, pero el casco histórico necesita vida y esta sería una fórmula para estimular el comercio del centro y generar ambiente comercial, ambiente que mueva la sabia y que lo saque de la agonía en que está.

Torrelavega, un municipio industrial santanderino, con una gran influencia comercial en los pueblos de la comarca, se está precisamente planteando el retorno de su mercado semanal de los jueves al centro de la ciudad, petición hecha por los propios comerciantes del centro que quieren dinamizar su comercio, comercio que como en casi todos sitios, ha decaído en el centro de su ciudad. No hay formulas mágicas, y ya el mercado no es el punto de atracción de antaño, cuando era el único medio de acercar el medio rural al urbano, asegurando así la provisión de alimentos, pues se carecía de un comercio estable y continuado. Pero si ha llegado hasta aquí, siendo una de las tradiciones más antiguas que se conservan, es porque sigue conservando sus parroquianos, consumidores fieles a estos tenderetes.

Pues entonces, hagamos la prueba estableciéndolo de nuevo en nuestro casco histórico, en la plaza de España, es cosa de estudiarlo viendo sus pros y sus contras, incentivando fiscalmente a los vendedores y que estos sigan unas pautas bien planificadas en cuanto al orden, la imagen de los puestos y el tipo de comercio. Un mercadillo no masificado, que podría convertirse en un atractivo más para el turismo.