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LA SALUD NO TIENE PRECIO por Antonio de Cayetano

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LA SALUD NO TIENE PRECIO

Con la llegada de julio, comienza el periodo vacacional de verano, hecho que hoy coincide con la terminación del plazo para rendir cuentas a Hacienda, para pagar el IRPF, el impuesto que grava la renta obtenida durante todo un año por cualquier persona física residente en nuestro país. Un impuesto cuyo 50% está cedido a las comunidades autónomas, siendo por tanto estas, competentes para modificar su escala y gravámenes. Es por ello, por lo que a principios de año, nuestro presidente regional, el lorquino Fernando López Miras, anunció que iba a reducir el tramo autonómico del citado impuesto, ya que según dijo, a menos impuestos, más empleo y más crecimiento, beneficiando así a la “clase media”. Pero lo que no dijo nuestro paisano, es que la comunidad autónoma de Murcia, la que gobierna el PP más de 23 años, es actualmente una de las regiones con la tasa más altas de este tributo.

Un impuesto que se paga a las dos administraciones para soportar parte del gasto público. Unos recursos que son necesarios para la prestación de cualquier servicio, y alguno tan imprescindible como es el sanitario. Pero una vez más los políticos, mientras recortan el gasto en algo tan esencial como es la sanidad, anuncian una bajada de impuestos para según ellos, “beneficiar” al ciudadano de a pie. Cuando la realidad es bien distinta, ya que el verdadero motivo de la bajada de impuestos, no es el beneficio del ciudadano, sino el del político, que intenta siempre sacar rédito electoral con esta popular medida. Porque es difícil de entender, que si las arcas de la comunidad permiten una merma de sus ingresos, no puedan permitirse entonces, una asistencia sanitaria de mayor calidad. Algo que si que beneficiaría y mucho al ciudadano, e incluso contribuiría a la creación de mucho más empleo. Pero los hechos demuestran que no se está por esta la labor, aumentando el tiempo en las listas de espera al especialista, con una media de 70 días en el último año en la región, cinco más que el año anterior y con más de 90 días para las intervenciones quirúrgicas.

También se está muy lejos, de aquellos diez minutos por paciente, que reclamaban los médicos de familia hace más de una década, como el tiempo idóneo para atender a los enfermos en sus consultas. Y es que si no hay recursos suficientes, difícilmente se pueden lograr mejoras en la sanidad regional, habiendo médicos que tienen hasta 2000 tarjetas sanitarias, cuando no se deberían de pasar de las1200, excediéndose por tanto hasta en un 65% los pacientes adscritos a estos facultativos. Pero si el aumento de las listas de espera, las altas precipitadas y el amontonamiento de pacientes en las salas de urgencia, está motivado principalmente por la falta de profesionales durante todo el año, esta situación se agrava todavía más durante el periodo estival, un periodo en el que la mayor parte de los profesionales sanitarios disfruta de sus merecidas vacaciones. Unos profesionales que no se sustituyen convenientemente, ya que solo se cubre una de cada tres plazas, encargándose los facultativos que siguen trabajando, de los pacientes de sus compañeros, cerrando hasta septiembre algunos consultorios y posponiendo también hasta este mes, las intervenciones quirúrgicas, la consulta de especialistas y muchas de las pruebas diagnósticas.

Un déficit de personal, que incrementa la presión con la que trabajan estos profesionales, que hace que las listas de espera no dejen de crecer y que se cierre un 10% de las camas disponibles en los hospitales del sistema nacional de salud. Y es que se cae en el error de recortar en sanidad, de tener las plantillas bajo mínimos y darnos incluso, vacaciones forzadas a los pacientes, cuando la salud no debería de tener precio ni ser objeto de recorte alguno. Sin embargo por otro lado, se incrementa el negocio de los hospitales privados, negocio que no solo hacen con la asistencia que prestan a los asegurados de las compañías privadas, sino que en gran parte les vienen de los servicios concertados con la sanidad pública. Unos servicios como las pruebas diagnósticas, que se repiten una y otra vez sin reparo alguno, ya que cuando el paciente las lleva al especialista, por el excesivo tiempo trascurrido, estas han perdido ya su validez, teniéndose que hacer de nuevo. Hecho que implica más coste para la administración regional, más molestias para el paciente y más tiempo en ser diagnosticado u operado, llegando a poner en juego la vida del enfermo.

Lo de la bajada del IRPF está muy bien, el bolsillo lo agradece, pero no a costa de seguir mermando servicios tan esenciales como es la sanidad. Un servicio que por otro lado, pagamos todos los que trabajamos en nuestro país, contribuyendo obligatoriamente a su sostenimiento con las cuotas que mensualmente hemos pagado o pagamos a la Seguridad Social. Siendo vergonzoso que mientras Murcia se encuentra entre las regiones donde más se paga por el IRPF, sea también Murcia una de las regiones con peores servicios sanitarios, según se desprende del último informe anual de la FADSP (Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública). Un estudio en el que se valora el número de camas por habitante, el número de médicos de atención primaria, el personal de enfermería, las listas de espera o la inversión realizada, obteniendo la mayor puntación las comunidades de Navarra, País Vasco, Aragón, Asturias y Castilla y León que ocupan los cinco primeros puestos, siendo Murcia, Andalucía, Cataluña, Valencia y Canarias las que ocupan los cinco de cola.

Así que si de verdad se quiere favorecer al ciudadano, no lo hagamos bajando los impuestos, que también, sino ofreciendo unos servicios de calidad, adecuados siempre a las necesidades de la población. No debiendo faltar nunca para la asistencia sanitaria, ya que esta prestación es como la vida misma, que ni le valen paradas, ni ponerle precio.