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LARGO TIEMPO DE PASIÓN por Antonio de Cayetano.

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LARGO TIEMPO DE PASIÓN por Antonio de Cayetano.

Con la procesión del Viernes de Dolores, arranca en Lorca nuestra singular Semana Santa, la peculiar semana de pasión por la que somos conocidos internacionalmente. Esa pasión diferente que nos hace ser distintos a los demás, haciendo que quienes contemplan nuestros excepcionales desfiles bíblicos, quieran volver de nuevo a presenciarlos. Presencia que si repiten este año después de haber estado el pasado, observaran que no solo en la Semana Santa somos diferentes los lorquinos, también somos distintos a la hora de planificar, ejecutar y terminar las obras que se llevan a cabo en nuestra ciudad. Pues es vergonzoso que el visitante que llegue a Lorca en estos días, se encuentre una ciudad patas arriba, con las obras de la arteria principal de la ciudad y sus calles adyacentes aún sin terminar, cuando es una obra que se inicio en enero del pasado año, siendo el plazo para su ejecución y colocación de todas sus instalaciones de 12 meses como máximo.

Un plazo que se ha visto ya superado con creces, quedando todavía pendientes varias de las obras contempladas en este proyecto. Pero nuestros dirigentes, en vez de obligar a la empresa a que cumpla los plazos establecidos, nos mienten una y otra vez al anunciar que las obras van a muy buen ritmo y que se acabaran antes de lo previsto, antes del próximo verano. Cuando, como he recordado en alguna ocasión, estas afirmaciones no son ciertas, no solo porque cuando comenzaron las obras, se nos anunció por parte de las autoridades regionales y locales presentes en el acto, que la ejecución de las mismas seria de un año, sino porque en el “Pliego de Condiciones” para la adjudicación de las mismas, en el apartado 11 (página 34), se fijan 12 meses como plazo máximo para su ejecución. Tiempo que también es el estipulado en el convenio suscrito entre la Comunidad Autónoma y el AyuntaMIENTO para la terminación de estas obras (BORM 30-4-2016), siendo su plazo de vigencia hasta el 31 de diciembre de 2017.

Como también es indignante que se haga una campaña para mantener Lorca limpia durante estos días y que sin embargo, una vez que se ha ido colocando el nuevo pavimento de las aceras de esta arteria principal de Lorca, no se hayan ido colocando también las correspondientes papeleras. Unas papeleras que antes iban integradas en las viejas farolas y que con la desaparición de las mismas quedaron eliminadas de Juan Carlos I, estando ya más de un año gran parte de esta avenida sin este elemental mobiliario urbano. Cosa que igualmente sucedía en estos días de Semana Santa al quedar bloqueadas las papeleras dentro del perímetro de las tribunas, no teniendo los ciudadanos donde tirar los papeles y otros pequeños residuos y quedándose estas llenas de porquería sin recoger, al no ser vaciadas antes del montaje de los referidos palcos. En el pliego de condiciones para la adjudicación de las obras de la principal calle de Lorca, se recoge la instalación de papeleras a una distancia mínima de 50 metros, distancia que en mi opinión habría que acortar si queremos una ciudad más limpia.

Pero no solo eso, también habría que colocarlas junto a la fachada de los edificios, impidiendo de esta forma que tengan que ser desmontadas cada vez que se montan las tribunas y suprimiéndose con ello su utilidad, cuando precisamente, su utilización es más necesaria en estos días en que Lorca y su principal avenida recibe miles de visitantes. Pero eso sí, seleccionando muy bien el lugar donde se coloquen las nuevas papeleras, que debe de ser entre la medianería de los edificios, con el fin de que no afecten lo más mínimo a la estética de los comercios de la zona. Comercios que por otra parte, han quedado muy tocados por las obras, no solo en lo referente a la venta, sino en el ornamento de sus fachadas, ya que algunos de sus zócalos están con los materiales destrozados, encontrándose los mismos amontonados o esparcidos junto a los locales, dando una imagen de descuido y de desidia. Una dejadez que pone en evidencia la falta de control que sobre las obras ejerce nuestro AyuntaMIENTO, unas obras en las que se observan muchísimos bordillos sin juntear, placas sin calibrar, otras deterioradas de antemano y la mayor parte mal colocadas. A parte de quedar al descubierto uno de los solares de esta avenida (Bodegón del Buen Pedro), solar del que se eliminó su vallado durante las obras, sin que este se haya repuesto al día de hoy.

Tampoco a día de hoy, el inicio de nuestra incomparable Semana Santa, se han terminado las obras de renovación que con buen acierto se están llevando a cabo en nuestras alamedas, dando también una muy mala imagen de la ciudad. Cuando precisamente las alamedas es sitio de paso entre la “carrera” y diversas zonas de aparcamiento, debiendo de haber terminado para estos días los trabajos que en ellas se realizan, igual que los que se están llevando a cabo en el cercano parque infantil. Alamedas que al igual que Juan Carlos I y la zona de las estaciones de autobuses y ferrocarril, recientemente renovadas, carecen también de las necesarias papeleras. Pero lo inadmisible, es que una calle como la alameda de Ramón y Cajal, calle que sirve de acceso a la carrera y que sería un vomitorio de emergencia en caso necesario, se encuentre para estos días en las condiciones que está, en obras y llena de obstáculos para los viandantes. Una calle que ya que no se ha ejecutado en el pazo fijado de los 12 meses, si que se tenía que haber terminado para estos días de Semana Santa. Pero no solo no se ha terminado, sino que se encuentra en las peores condiciones de paso, llegando incluso a encontrarse con cuatro farolas menos, lo que hace que esté también peor iluminada que nunca en su proximidad a Juan Carlos I.

Cosa que se solucionaría poniendo algún foco provisional para estos días, pero no, los focos se han instalado en la de la Constitución, una alameda que si que está suficientemente iluminada, pero, alameda donde se encuentra la Tribuna Municipal (Presidencia). Pero no solo Ramón y Cajal es peligrosa para los que nos visitan, también dos vomitorios (pasos) de las tribunas ofrecen cierto peligro para los viandantes, pues precisamente en los dos únicos contenedores soterrados que coinciden con las tribunas, se encuentran parte de sus elementos sobresaliendo en estos pasos. Cosa que no se ha tenido en cuenta a la hora de repartir los vomitorios de las tribunas o el soterramiento de los contenedores. Contenedores estos, que parecen insuficientes para la avenida de Lorca donde más viviendas se ubican, ya que solo se han colocado tres isletas, aunque puede que albergue alguna más, y todas en un solo lado de las aceras. Cuando en el eje paralelo de Lope Gisbert, se colocaron en su día siete isletas, comprendiendo su trazado de mucha menos población que la avenida. Contenedores estos soterrados, que deberían de tener “buzones” de más capacidad, ya que las comunidades, el comercio y la hostelería usa bolsas de basura de mayor tamaño a las domesticas y que no caben por estos huecos, encontrándonos muy a menudo con las bolsas de basura fuera de dichos contenedores.

Y es que lejos de mejorar vamos hacia atrás, encontrándonos cada vez los ciudadanos con más dificultades, con más obstáculos para desenvolvernos por nuestra ciudad. Una ciudad que se encuentra permanentemente en tiempo de pasión, enmarañada por multitud de obras y caos circulatorio. Pero una situación que no tiene visos de mejorar, ya que muchas de las obras que se han realizado y de las que están en ejecución, lejos de solucionar problemas los están agravando aun más, eliminando el poco aparcamiento que hay y cambiando algunas calles a un solo sentido de circulación, lo que hace que los problemas de circulación se agraven. Es lo que ha pasado con el cambio que se hizo en su día en la calle Poeta Gimeno Castellar, que se quedó con solo la dirección de entrada a la población, cuando de haberse mantenido su doble sentido, muchos automovilistas en dirección a la huerta, saldrían de Juan Carlos I por Fajardo el Bravo, evitando así el colapso que se forma al final de la avenida, y más cuando es una calle apenas transitada peatonalmente, siendo innecesaria parte de esa acera que ha estrechado su calzada.

Pero así es ahora Lorca, “la ciudad del adoquín”, una ciudad con mucha acera pero con poca gente que la utilice. Incluso a la alameda de Ramón y Cajal que antes mencionaba, se le ha ampliado más todavía su anchas aceras, estrechando por consiguiente su calzada y dejándola en un solo sentido, cosa que agravará los problemas que se originan en la mencionada calle cuando cualquier vecino hace uso de su garaje y los usuarios de la farmacia de 24 h. dejan sus vehículos momentáneamente en la puerta del establecimiento. Así que lo dicho, largo tiempo de pasión lo que nos espera en esta incomoda ciudad que estamos construyendo. Una ciudad donde aprovechando estas obras de Juan Carlos I y adyacentes, se contemplaba un carril bici desde la alameda de Cervantes a Fajardo el Bravo pasando por la estación, carril que inexplicablemente no se ha ejecutado.

Como tampoco hasta la fecha, se ha instalado un alternador de emergencia en el transformador municipal del Teatro Guerra (transformador que abastece el alumbrado público de la avenida), alternador contemplado dentro del proyecto de renovación de Juan Carlos I y que sirve para mitigar un supuesto fallo de corriente durante los desfiles bíblicos, teniéndolo que alquilar de nuevo este año para la Semana Santa y colocándolo al aire libre en la alameda del Periodista López Barnes, cuando este necesario elemento, tendría que estar ya instalado en el interior del teatro junto al transformador, evitando con ello un nuevo recibo de alquiler. Pero como el alquiler lo pagamos todos, poco importa el dinero que se lleve a empresa privada.

Es lo que pasa también con la construcción del nuevo parque de bomberos de Lorca, que ha sido el último edificio público en ser reconstruido, cuando sí que se disponía del dinero del BEI para ser construido, estando ya más de seis años pagando un alquiler de 6000 euros mensuales, casi la mitad de lo que se va a gastar en la nueva construcción. Alquiler que ya no habría que pagar, si a la empresa constructora del nuevo parque se le hubiese exigido su construcción en el tiempo establecido. Tiempo que según la consejera de la cosa de entonces, el 4 de noviembre de 2016 (fecha en que comenzaron las obras), estas tenían un plazo de ejecución de 12 meses. Tiempo que ya se ha excedido en cinco, lo que significa un 40% más de lo previsto por la propia consejera.

Pero para retraso, las obras del nuevo barrio de San Fernando o el primer tamo de la Ronda Central, un tramo que por la modificación del proyecto en uno de sus extremos, está inexplicablemente paralizada la obra más de siete meses en su totalidad, tiempo al que hay que sumar más de cinco años por otra modificación anterior. Así va Lorca, hoy peor que ayer, aunque mejor que mañana.