Inicio Mi Rinconcico Antonio de Cayetano ¿UN RÍO CON VEGETACIÓN ES UN RÍO LIMPIO? – Antonio de Cayetano

¿UN RÍO CON VEGETACIÓN ES UN RÍO LIMPIO? – Antonio de Cayetano

Yo diría que no, que hay que garantizar siempre la libre circulación del agua, la capacidad de los cauces, ya que lo que ocupa la maleza es un espacio que se le merma al río.

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¿UN RÍO CON VEGETACIÓN ES UN RÍO LIMPIO?
 Es como si tenemos una gotera en casa y en vez de poner el barreño vacio para recoger todo el agua posible, se pusiese este con cualquier cuerpo en su interior, un elemento que aria disminuir su cabida, su capacidad para coger más agua, un agua que si es excesiva se desbordaría por falta de espacio. Que es lo que sucede cuando los cauces son deficientes, cuando no están en las debidas condiciones y reciben gran cantidad de lluvia. Unas intensas precipitaciones que provocan unos fuertes caudales que no son capaces de encauzar los ajustados lechos de ramblas y ríos, los cuales terminan por desbordarse y provocar las trágicas inundaciones que todos conocemos.
Unas inundaciones que la CHS (Confederación Hidrográfica del Segura) trata de paliar, activando en octubre del pasado año, un plan de choque para limpiar y sanear las ramblas y cauces de toda la cuenca, desde la cabecera hasta la desembocadura. Una serie de actuaciones que según una nota de prensa de la CHS pretenden aminorar el riesgo de desbordamiento en determinados cauces, aumentando la sección útil de desagüe mediante la eliminación de la vegetación existente. Unos trabajos que consisten en el desbroce de maleza y en la poda y tala de arbolado, llegando por una parte hasta la desembocadura del Segura en Guardamar y por la otra hasta Cuevas de Almanzora, donde en la rambla de Guazamara se ha desbrozado la caña y se ha podado el taray. Unas actuaciones con las que casi todos los ciudadanos estamos de acuerdo y que habría que hacer más a menudo, de una forma periódica y continuada, favoreciendo así que el agua circule con menos obstáculos en su camino.
Pero una opinión que parece que choca con la de algún cargo de la propia CHS, concretamente con la del jefe de Servicio de Estudios Medioambientales, un ingeniero de montes que por su formación, debe de saber más sobre el tema que el resto de ciudadanos. Un ingeniero que el pasado martes día 22, publicaba un artículo en un medio digital de la región, afirmando que como buenos españoles, solemos tener opinión de todo, creyéndonos ser reputados técnicos de protección civil, reconocidos ingenieros hidráulicos o grandes experto medioambientales, cuando opinamos que muchos de los daños que producen las riadas, son como consecuencia de no estar limpios los ríos. Sugiriendo al final de su artículo, que cuando en la próxima cena de Navidad, nuestros cuñados o cuñadas digan que los ríos tienen que estar limpios, le contestemos que “un río con vegetación es un río limpio”, una frase que debería de ser cierta al ser dicha por un experto.
Una frase que no es que me quitara el sueño en la noche del pasado martes, pero sí que me lo demoró, pues mientras este llegaba, recordaba la autentica selva en la que se ha convertido el Guadalentín, con vegetación que en algunos puntos del cauce urbano, sobresale ya por encima de los muros de contención, pareciendo una verdadera jungla aguas arriba de Lorca por la gran espesura que los tarays tienen, pero un río que a pesar de su “frondosidad” es un río limpio para cierto cargo de la CHS, el organismo de quien el cauce depende. Un organismo que también veía con buenos ojos las extracciones de arena en la rambla de Béjar, haciendo oídos sordos a lo que los regantes de Puerto lumbreras les decían en 2007, cuando les advertían que la extracción de áridos pudiera afectar a la estabilidad del puente de la autovía. Un puente que en la riada de 2012 se vino abajo, aunque según un estudio de la propia administración, el motivo de que colapsara no estuvo en las extracciones de arena en el lecho de la rambla, sino por socavarse su cimentación, por no resistir esta la fuerza del agua.
Pero fuese o no esta la causa de su hundimiento, lo que sí quedó claro tras la riada, es que las cosas no se hicieron como es debido, bien por tolerar una excesiva extracción de áridos o por una débil cimentación, una cimentación incapaz de soportar la avalancha de agua que aquella rambla puede encauzar. Lo que demuestra que no siempre los técnicos ni las administraciones están en lo cierto, pagando luego los administrados los errores que estas cometen y la dejación de sus funciones. Algo que quedó patente a la mañana del día siguiente, tras ver los estragos que la gota fría había producido en Cataluña, tras observar la cantidad de troncos, cañas y restos de vegetación que el río Francolí (uno de los principales ríos de Tarragona) había arrastrado en su riada. Un río insignificante y casi seco durante todo el año, pero un río que por no haberse mantenido limpio, arrastró gran cantidad de maleza que en la madrugada del miércoles taponó y bloqueó los ojos del puente viejo de Montblanc, un puente medieval del siglo XII que hizo de presa y quedó destruido, inundando la población en cuestión de minutos.
Una inundación que igual no se hubiese podido evitar, al caer unos 300 litros en apenas dos horas, pero si disminuir sus efectos, ya que la gran cantidad de arboles y vegetación que llevó el río agravó las consecuencias de la riada, afectando también a la pronta recuperación de los 4 cuerpos que aún faltan por encontrar, al quedar sobre el cauce del río una gran masa de estos arrastres. Un río que ya se desbordó en octubre de 1994 causando 8 víctimas mortales y más de 500 en 1875, pero unas catástrofes que la población y los dirigentes de turno olvidan fácilmente. Claro que si se les hace comulgar con ruedas de molino, con que “un río con vegetación es un río limpio”, pues pocos argumentos tienen para pedir al organismo de cuenca que este esté en condiciones. Porque de otra forma no se entiende el estado en que se encuentra nuestro Guadalentín, que no solo está invadido por taray, una especie protegida que sin embargo ya es considerada invasora en Estados Unidos, sino también por la caña común, una gramínea que hasta ahora apenas estaba representada en nuestro río y que de no controlar su expansión, dará muchos problemas para ser eliminada, al poseer unos durísimos rizomas que se agarran fuertemente al terreno que conquista.
Una gramínea que se encuentra dentro de las cien especies invasoras más peligrosas del mundo y que esta colonizando a su aire la parte final del tramo urbano del río. Un tramo urbano cuya limpieza depende del consistorio lorquino, ya que son los ayuntamientos los obligados a intervenir en zonas urbanas, los responsables de su limpieza y decoro. Pero una limpieza que no llega nunca a producirse, cuando el actual alcalde estando en la oposición, si que exigía al anterior equipo de gobierno que esta se llevase a cabo (1-8-2018). Un alcalde que debería ser más reivindicativo con la CHS, un organismo que tras cambiar de presidente en agosto del año pasado, si que actuó con celeridad en cuatro ramblas del municipio de Cartagena, financiando con fondos propios la limpieza de esos cauces urbanos. Igual que también lo hizo en otros municipios de la región y de la Vega Baja, anunciando una inversión de cuatro millones de euros para la conservación de la cuenca.
Un dinero que debe de venir también para nuestro municipio, donde hay una veintena de cauces que necesitan una limpieza urgente por estar en malas condiciones, siendo algunos auténticos vertederos, como es el caso del tramo del Guadalentín aguas arriba del viaducto, que se ha convertido en una gran escombrera sin que nadie haga nada por remediarlo. Como tampoco se hace nada por limpiarlo, no solo de escombros sino de maleza, de los grandes tarays que crecen en él. Una vegetación que sí que resta al agua velocidad, pero una velocidad que se puede amansar con presas de laminación en las diferentes ramblas que vierten en él. No vaya a ser que con la escusa de que disminuyen la velocidad, disminuyamos también la libre circulación del agua como ha pasado en Montblanc, poniendo así en peligro la seguridad de la población, cuando la seguridad debe de ser lo primordial, lo fundamental, lo más importante de la agenda de un alcalde o cualquier otro político. Y más cuando el cambio climático, está provocando un aumento de la frecuencia e intensidad de los episodios de gota fría que periódicamente nos azotan.