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A BURRO MUERTO, CEBADA AL RABO! – Antonio de Cayetano

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A BURRO MUERTO, CEBADA AL RABO!

Mañana se cumplen 45 años de las inundaciones de octubre de 1973, sin duda la peor riada del siglo XX en nuestra región y una de las peores de España. Una riada que sigue presente en la memoria de muchos lorquinos y lumbrerenses, no solo por el gran número de víctimas y daños materiales que aquellas inundaciones causaron, sino por la intensidad de las lluvias que aquel viernes cayeron sobre una amplia zona de Almeria, Granada y Murcia. Unas lluvias torrenciales que en solo dos horas, dejaron en torno a los 300 litros por metro cuadrado en la comarca de Los Vélez, en la cabecera de las cuencas del Guadalentín y Nogalte, cauces en los que se formaron olas de hasta diez y quince metros respectivamente, lo que da idea de la intensidad de las lluvias y el corto periodo de tiempo en que se produjeron.

Unas fuertes precipitaciones que no fueron para nada extraordinarias, pues si en la cabecera del Guadalentín se midieron los mencionados 300 litros, fueron 600 los recogidos el mismo día en el municipio de Zurgena en Almería o en Albuñol en Granada. Cantidades similares a la que cayó también en la comarca de Los Vélez en octubre de 1879, en la célebre riada de Santa Teresa que tantas víctimas y daños causó, siendo una de las inundaciones más catastróficas de Europa, estimándose en más de 600 los litros que se recogieron en un solo día en la cabecera del Guadalentín. Río cuya avenida rompió hasta por seis puntos distintos, los débiles muros que entonces tenía el cauce a su paso por la ciudad, aguantando perfectamente el recién inaugurado puente de piedra. Un puente que a pesar de ser agitado por la furia del agua, tal como se aprecia en el grabado que publicó “La Ilustración Española y Americana”, una revista semanal que se editaba en Madrid por aquellos años, superó con creces la dura prueba de resistencia.

Y es que nuestro río se exhibe así de bravío las pocas veces que lleva agua, siendo considerado por los expertos como el río más caudaloso y salvaje de Europa. Un río que ha protagonizado 70 grandes riadas en los últimos 500 años, riadas en las que han perdido la vida cientos de vecinos y que han llevando a la ruina a miles de viviendas, haciendas y negocios. Un río que nos parte la ciudad en dos por asentarse esta junto a él, motivo por el que seguirá dando disgustos a la población, como siglos atrás se los daba también a la capital de la región. Un problema que se solucionó tras las riadas acaecidas los días 6 y 7 se septiembre de 1733, cuando las aguas del Guadalentín sumadas a las del Segura causaron cuantiosos daños y víctimas mortales en el municipio murciano, recuperándose entonces el viejo proyecto de desviar las aguas del Guadalentín antes de llegar a Murcia, construyéndose en el siglo XVIII un gran canal por la zona sur de su huerta, un canal que tras recorrer casi 15 km. desemboca en el río Segura aguas abajo de la capital.

Una solución la del Reguerón, que junto al Paretón de Totana que desvía las aguas del Guadalentín para la rambla de las Moreras en Mazarrón, minimiza la amenaza de inundaciones en la ciudad de Murcia y su huerta. Aunque también el Reguerón, fue el responsable de que muchas pedanías murcianas se inundaran también durante la riada del 19 de octubre de 1973 que asoló parte de las poblaciones de Lorca y Puerto Lumbreras. Justo el mismo año en que se terminaron en Valencia las obras de desvío del viejo cauce del Turia, un río que como el Guadalentín, causaba estragos en la ciudad y su huerta cada vez que las fuertes lluvias nos visitan, siendo su último desbordamiento el 14 de octubre de 1957, una inundación que causó 81 víctimas mortales. Una gran riada que dio origen al Plan Sur, una iniciativa que propició sacar el cauce del río fuera de la ciudad, un proyecto que se inició en 1964 y que nueve años después ya estaba terminado, poniendo fin así, a siglos de sufrimiento de gran parte de los valencianos.

Y es que siempre tiene que ocurrir una desgracia para que pongamos remedio a las cosas, para que nos concienciemos del peligro, que es lo que ha pasado ahora con el episodio de lluvias torrenciales que se vivió la pasada semana en el este de Mallorca, donde en un solo pueblo han fallecido 13 personas por el desbordamiento de un torrente. Situación que no es nada nueva en España, país donde en los últimos cien años han ocasionado 2000 víctimas mortales las inundaciones. Más fallecidos que con los demás riesgos naturales juntos, pero sin embargo, seguimos sin tomarnos en serio el urbanismo y las infraestructuras que afectan a los cauces, no preocupándonos tampoco de su mantenimiento y limpieza. Pero de igual modo la administración que los ciudadanos, porque si es indignante que se sigan depositando enseres y escombros en los cauces de las ramblas, es más indignante que las diferentes administraciones no pongan los medios para evitarlo, descuidando igualmente su mínimo mantenimiento.

Y es que aquí cuando se anuncia PROBABILIDAD de lluvia, en vez de preguntarnos por el estado de los cauces, nos ponemos a mirar al cielo por si aparece la “avioneta rompenubes”, una trola que por el tiempo que lleva entre nosotros, debería ya de estar ignorada. Creo, que si todo el empeño que ponemos en defender lo indefendible, lo utilizáramos para obligar a nuestros dirigentes a que se preocupen por el buen estado de los cauces del municipio, algo más que anuncios se hubiese conseguido ya. Está claro que para evitar las inundaciones en nuestro municipio, no nos vale desviar cauces como se ha hecho en otros, aquí el rio no tiene otra alternativa para cruzar la ciudad, tiene que discurrir por donde va, igual que sucede con el resto de ramblas, pero sí que se podían evitar, si el agua encuentra siempre expedito el camino, un camino bien definido, limpio y sobretodo amplio, cosa que desafortunadamente no lo tiene ahora, principalmente por la desidia de nuestros dirigentes, por la falta de interés en el tema, siendo más pronto que tarde cuando las inundaciones se repitan de nuevo en nuestro municipio.

Todos deberíamos ser conscientes del cambio climático y del incremento del riesgo de inundaciones, viendo como las concentraciones de lluvias van en aumento y con unas precipitaciones súbitas que pueden descargar centenares de litros en muy poco tiempo. Precipitaciones que como consecuencia de una DANA (gota fría), nos vuelven a visitar en estos días por tercera vez en pocas semanas, pudiendo hacer diana de nuevo en nuestra zona, tal como lo hizo hace apenas 6 años, encontrándose no todo igual, sino en peores condiciones que entonces, porque a pesar del tiempo transcurrido nada se ha hecho para mejorar aquellos cauces que se desbordaron en 2012. Pero es que el Guadalentín a su paso por la ciudad está en pésimas condiciones, no ya porque sus muros se estrechan en 25 metros, haciendo una especie de embudo al atravesar la población, algo que inexplicablemente se hizo al ejecutar las obras de defensa contra las avenidas que se llevaron a cabo tras la riada de 1973, sino porque lleva años sin ser limpiado, algo que no corresponde a la C.H.S. como cabria pensar, sino a nuestro AyuntaMIENTO, razón por la cual, el consistorio está callando y no solicita de la confederación la limpieza del mismo a su paso por la población, un paso que se está obstruyendo a pasos agigantados entre el puente de San Diego y la zona de las Clarisas.

Y es que según los artículos 23 y 24 del Texto Refundido de la Ley de Aguas “…la limpieza del cauce de los ríos a su paso por zonas urbanas no es competencia del organismo de cuenca…” lo que significa que corresponde a los ayuntamientos como administraciones competentes en materia de ordenación del territorio y urbanismo, las actuaciones de mantenimiento y conservación de los cauces públicos que discurran por zonas urbanas. Hecho que ha motivado que ayuntamientos como el de Málaga o Salamanca acudan a los tribunales para pedir que sean las correspondientes confederaciones hidrográficas las que se ocupen de su mantenimiento y limpieza, fallando el Tribunal Supremo en contra de estos ayuntamientos y sentando jurisprudencia sobre el asunto. Lo que no entiendo, es como siendo responsable el AyuntaMIENTO de un tema tan importante para la población, este hace dejación de sus funciones, y más cuando estamos en una zona predispuesta a inundaciones y en unas fechas también propicias a que estas ocurran.

Esperemos que las anunciadas lluvias sean benévolas, aunque también algo fuertes para que sirvan de aviso a nuestros políticos, porque está claro que hasta que no le ven las orejas al lobo, no se toma determinación alguna para solucionar los problemas. Pero lo malo es que las decisiones lleguen tarde, fuera de tiempo, cuando la cosa ya no tenga remedio, teniendo que lamentar entonces pérdidas humanas y materiales.