El escultor lorquino Antonio Soler recuerda su infancia y su trayectoria como artista desde los cinco años cuando ganó un premio UNICEF de dibujo.
No sabemos si la escultura lo eligió a él o fue él quien eligió a la escultura cuando lo tenía todo predispuesto para ser músico de carrera.
Es padre de cuatro hijos: Andrea, de 25 años; Claudia de 21; Valeria de 18 y César de 12. Está este verano embarcado en un proyecto de ´altos vuelos´ con su prometida, Laura de La Cierva, con quien ultima su boda para septiembre, con mudanza incluida de su estudio a Madrid y trabaja en la elaboración de 50 bustos de Juan de La Cierva que serán distribuidos por toda España. Con él hablamos en su estudio, mientras se le quemaban unas croquetas, sobre su trayectoria, sus proyectos y los mejores veranos de su vida.
¿Cuándo supiste que serías escultor?
Con cinco años gané un concurso, a nivel mundial, de UNICEF, dibujando una tarjeta de Navidad… Eran dos ángeles sujetando el mundo. Y en el colegio de Las Huertas tenían la sala de profesores llena de premios de dibujos míos. Mi padre era pintor, arqueólogo y profesor de Historia y no quería que yo fuese artista, prefería que fuese profesor y por eso comencé mi formación musical. Hice la carrera de música, que no terminé por mi pasión por la escultura. Después trabajé en una empresa diseñando jardines, mobiliario urbano y elementos ornamentales donde gané varios premios internacionales de diseño.
Y después, dedicado de lleno a la escultura, ¿no?
Siempre he vivido de la escultura y me llegaron encargos espectaculares como ser uno de los escultores de los decorados de la superproducción Exodus de Ridley Scott, o algo que ha pasado desapercibido en Murcia pero ha tenido una gran difusión internacional, que es el proyecto 9GAG , en el que me eligieron entre escultores de todo el mundo, para hacer la más grande cápsula del tiempo para ser enterrada en Sierra Alamillo, en Almería, para futuras generaciones.
¿Cómo definirías tu estilo?
Después de 30 años diría que ya sé hablar todos los idiomas de la escultura, la madera, la piedra y el mármol. Me gusta hacer escultura contemporánea de grandes dimensiones. Creo que ya tengo la madurez suficiente para disfrutar con lo que hago, aunque mi cerebro va por delante de mis manos. La unión de concepto y trabajo es la combinación perfecta para un artista.
¿Cuál es tu mejor escultura?
Está por venir, pero posiblemente a las que más cariño les tengo son la que hice para Lorca con motivo de los terremotos cuando el 90% de mi familia perdió su casa, y al monumento a Cervantes en Murcia. Ambas obras fueron totalmente altruistas. También destacaría el cruceiro barroco de mármol de la Iglesia de Santiago de Lorca, uno de los templos más afectados por los terremotos.
¿Cuál ha sido tu mejor verano?
Seguramente los veranos de mi infancia. Mi padre alquilaba un ´carromato´ de tres ruedas y nos íbamos a Águilas, hasta tres o cuatro días antes de volver al colegio. Teníamos una lancha y salíamos a pescar besugos y pulpos en la playa de La Colonia. Hice amistad con los hijos del guarda de la lonja y me daba cabezas de marrajo para sacarles la dentadura y secarlas en sal; aún conservo algunas cicatrices de eso. También recuerdo los aperitivos en el Bar Triana, los helados en El Andaluz y las cenas familiares en el restaurante Brisas.
¿Qué planes tenéis para este?
Este verano no estamos teniendo el verano que queríamos. Estamos a caballo entre Murcia y Madrid, aunque a final de verano queremos volar a Mallorca y estar un par de días en Mojácar, donde nos prometimos Laura y yo. Estamos en plena mudanza y con los preparativos de nuestra boda para septiembre y después queremos hacer la Ruta 66, casarnos de nuevo en Las Vegas y visitar Nueva York.
¿Recuerdas las canciones de verano?
Fui músico y tocaba en una charanga. Estuve diez años estudiando y tocando Los Pajaritos, Paquito el Chocolatero y El tractor amarillo. En la Semana Santa de Lorca tocaba el himno de los Azules y eso que yo soy Blanco (risas). También me acuerdo del verano de La Bamba, que yo estaba en Calabardina.
¿Ibas a cines de verano?
Por supuesto, al Capri y al Casablanca. Me acuerdo que había dos salas, la infantil y la de dos rombos y yo me colaba por unas cortinas y me pasaba a la de mayores.
¿Fue en verano tu primer amor?
Sí, en Águilas. Ella estaba más espabilada que yo… los típicos besos, rondas por su barrio. Isabel me parece que se llamaba. Sí, Isa. Después la vi y creo que le fue mal en la vida.
¿Chiringuito o sombrilla?
Chiringuito sin duda,pero desde siempre. Eso de estar cerca del sol no puedo. Los veranos, a la sombra.
¿Cuál es tu aperitivo favorito?
El pulpo al horno o mejillones al vapor, si son buenos.
¿Qué lees en verano?
Leo cosas de escultura, pero llego al verano con un agotamiento mental muy fuerte. Quiero leer el libro de José Warletta sobre autogiros y el de Francisco José Motos El abismo de la frontera, sobre la historia de Lorca y la batalla de Los Alporchones.
¿Cuáles son tus paisajes favoritos de la Región de Murcia?
Me gustan todos. Quizá los que más son las playas salvajes de Cabo Cope. La zona de Águilas y El Cejo de Lorca donde subía el día de San Clemente, la zona boscosa es preciosa. Como paisaje también me encanta la huerta de Murcia.
¿Haces deporte en verano?
Mucho mazo y cincel (risas). Ahora estoy más descuidado por un problema de rodilla, pero hice judo durante muchos años.
¿Qué otros proyectos profesionales tienes?
Acabo de terminar los bustos de Juan de La Cierva y estoy con una réplica de una escultura escala 1/1 del Autogiro C-30 para el aeropuerto de Corvera, la ampliación de los altares en mármol de Santa María Magdalena en Madrid y un monumento de 40 toneladas para Menorca, de mármol blanco, sobre el naufragio de un barco ruso.