El Molino del Escarambrujo de Lorca podría convertirse en un hotel con encanto.
El Molino del Escarambrujo, declarado en marzo de 2017 Bien de Interés Cultural con categoría de lugar de interés etnográfico, recibía este jueves la visita del alcalde, Fulgencio Gil Jódar, que pretendía conocer el estado que presenta el monumento, después de las obras a las que fue sometido tras los daños que sufrió como consecuencia de los terremotos de mayo de 2011.
Gil Jódar recordaba que la cesión por parte de los propietarios al Ayuntamiento la firmaba precisamente siendo alcalde. Se iniciaba entonces distintas obras que permitían la consolidación del edificio y el arreglo de las cubiertas y tejado. «Como hemos estado viendo queda mucho por hacer, pero se trata de un espacio impresionante con un encanto especial tanto en el interior como en el exterior, ya que también cuenta con un jardín histórico. Las posibilidades son muchas».
Entre las pretensiones, admitía, están que pudiera emplazarse en él un establecimiento de hostelería. «La ciudad precisa de más plazas hoteleras, por lo que entre las posibilidades está que pueda destinarse a una hospedería, un hotel con encanto, con establecimientos de restauración. Estamos hablando de más de tres mil metros cuadrados donde se incluyen elementos de ingeniería hidráulica que facilitaban la toma de agua a través de la acequia Alcalá, conocida actualmente como de Sutullena, de origen árabe y fechada en el siglo XIII. De hecho, hay documentos que atestiguan que ya estaba en funcionamiento en 1786», detallaba.
El Escarambrujo incluye instalaciones del Molino de Cubo, que algunos aseguran que fue el primero en construirse, aunque otros lo sitúan en segundo lugar. Desde las grandes balsas, el agua llegaba al sistema de cubos que aseguraba la molienda. Pero también contaba con un Molino de Aceña y el edificio del batán, construido en el primer tercio del siglo XIX y que fue transformado en vivienda.
Hay referencias de que entre los años 1474 y 1544 en la margen derecha dl río Guadalentín había una decena de molinos harineros. Entre ellos, el de Sutullena, La PALMA, Los Arcos, Escuchagrano, Peña Horadada, Íñico, Gómez Suárez, del Rincón, del Palomar y del Nublo, que se abastecían de la acequia de Alcalá, la más antigua de Lorca.
El Escarambrujo, recordaba el alcalde, perteneció a Antonio Robles Vives, hijo de un médico lorquino y cuñado del Conde de Floridablanca, primer ministro de Carlos III, al que encargó las obras de los pantanos de Puentes y Valdeinfierno. «El último inquilino fue Francisco Martínez Guijarro que se dedicaba a la selección y crianza de perros. De hecho, llegó a ser uno de los criaderos más importantes no solo del país. El mismo contaba la amistad que entabló con la Reina doña Sofía a la que le regaló una hembra Ihsa apso, de raza tibetana».
Tras los terremotos de mayo de 2011 sufrió importantes daños. «Recuerdo que la fachada principal se desplomó tras una intensa nevada. Se acometieron obras para consolidar la estructura del complejo, los históricos molinos de El Cubo, La Alceña y el Batán y se renovaron las cubiertas y tejados».
Las actuaciones también incluían catas para conocer los diferentes tiempos constructivos del monumento. «Se recuperaron las vigas de madera originales y se repusieron los cañizos y la teja árabe con técnicas tradicionales. Pero, como señalaba, queda pendiente una nueva actuación para lograr su total restauración y puesta en valor del conjunto para destinarlo a un uso concreto».
Por último, señalaba que «lo principal es lograr financiación suficiente para concluir la restauración del monumento, pero también de su jardín histórico. Estudiamos distintas posibilidades, aunque la que cobra mayor interés es destinar el conjunto a hospedería, por la necesidad de plazas hoteleras que precisa la Ciudad».