El PP propone proteger el entorno BIC del Calvario con un sistema de cámaras de seguridad para evitar los sucesivos actos vandálicos que viene sufriendo.
Una de las medidas que contribuiría a solucionar el problema sería la implementación de un vallado perimetral integrado entre cortinas vegetales para conseguir su adaptación al grado de protección con el que cuenta la zona. El recinto podría cerrar por las noches, siguiendo el modelo del Parque del Buen Retiro, en Madrid.
Instalar el vallado y el circuito de cámaras de videovigilancia le saldría más barato al Ayuntamiento que tener que reparar los actos vandálicos que se registran cada semana.
El concejal de Cultura en el ayuntamiento de Lorca por el Partido Popular, Francisco Javier Martínez, ha informado que son continuas y muy numerosas las llamadas que venimos recibiendo por parte de los vecinos de la zona del Calvario en las que nos trasladan su preocupación por los continuos actos vandálicos que se vienen sucediendo en este tradicional enclave lorquino, especialmente durante los fines de semana. De acuerdo con lo que nos indican, se ha convertido en un lugar habitual para la realización de botellones por parte de grupos de jóvenes, lo que se ha traducido en la aparición de múltiples focos de suciedad, botellas de alcohol, desperfectos en mobiliario urbano y en elementos vegetales, así como frecuentes pintadas en los muros existentes.
Consideramos que tanto los vecinos de forma particular como los lorquinos en general merecen que se tomen decisiones efectivas para atajar esta problemática, que se está acrecentando con el paso del tiempo. Tras barajar diferentes alternativas al respecto, proponemos la instalación de un vallado perimetral estéticamente respetuoso con el entorno en el que se ubica, y debidamente integrado entre cortinas vegetales. De esta forma, el Calvario avanzaría para configurarse como un recinto acotado y más protegido, que cuente con un horario de visita debidamente establecido, tal y como ocurre, por ejemplo, con el parque infantil pediatra Diego Pallarés (junto a la plaza de toros), o en el Parque del Retiro, en Madrid.
De forma paralela, también proponemos la instalación de un sistema de cámaras de videovigilancia que permitan controlar en todo momento lo que esté sucediendo en este recinto, un recurso con el que cuentan todas las grandes ciudades españolas y que, en este caso, ofrecería una rentabilidad social más que considerable, contribuyendo a atajar el vandalismo que está sufriendo en la actualidad. El sistema de cámaras ayudaría a los cuerpos y fuerzas de seguridad a prevenir cualquier incidencia, así como a responder en tiempo real ante una hipotética eventualidad. Hemos de señalar que estamos hablando de una herramienta de seguridad con la que cuentan miles de ciudadanos para defender sus hogares, ofreciendo un excelente resultado, además del factor disuasorio que trae consigo.
Francisco Javier Martínez ha propuesto que mientras se ejecuten estas medidas, la Policía Local haga uso del dron adquirido e incorporado durante el gobierno de Fulgencio Gil y que permite una vigilancia directa y en tiempo real de este tipo de espacios urbanos.
Los orígenes del Calvario lorquino se remontan al siglo XVII, alcanzando la categoría de BIC con categoría de lugar de interés etnográfico hace 10 años a propuesta del Paso Morado. Se trata de un conjunto de pequeñas edificaciones religiosas planteadas cono vía crucis, que está formado por una capilla principal con un porche de entrada con cubierta a tres aguas, y techo con artesonado de madera, sujeto por cuatro pilares dóricos; y cuatro capillas de planta cuadrada, tres de ellas con cubierta de teja a cuatro aguas, y la cuarta con una pequeña cúpula.
Una de ellas está adosada a la capilla principal. Todas las edificaciones son de sillarejo, aunque la principal tiene algunos detalles en ladrillo. Un poco más abajo se encuentra la Capilla del Sepulcro, de planta rectangular y realizada con los mismos materiales. También hay que tener en cuenta dentro de la protección a la Ermita de la segunda Caída, que se encuentra al inicio del Vía Crucis.
Como elemento inmaterial incluido en la declaración de lugar de interés etnográfico se incluye el rezo del Vía Crucis realizado por los «rezaores», según la base del texto escrito por el capuchino José de Rafelbuñol (1728-1809), compuesto y editado en la década de 1780, y enriquecido en Lorca con variantes y oraciones complementarias que se nutrían de una literatura de cordel que tuvo plena vigencia y aceptación entre los siglos XVII y XIX.