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HASTA EL CUARENTA DE MAYO NO TE QUITES EL SAYO

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HASTA EL CUARENTA DE MAYO NO TE QUITES EL SAYO. Andrés Martínez Rodríguez.

Esta mañana he salido a caminar cuando se había producido un receso en la lluvia, el suelo estaba mojado y la temperatura era muy agradable, había decidido realizar una ruta urbana por que se aventuraban más precipitaciones. Como seguía sin llover cuando he llegado al barrio de San Antonio, he decidido tomar la rambla de las Señoritas atraído por el olor a eucalipto mojado y con la curiosidad de seguir el canalillo de agua que bajaba por el lecho.

Tras salir del túnel bajo la autovía he visto que el cauce vestía más verde que nunca poblado en sus márgenes de baladres rosados y con alguna alcibara seca que dejaba caer gotas de piso en piso. Cuando estaba llegando al pie de la presa medieval del Pantanico han comenzado a caer goterones de lluvia y me he tenido refugiar en la artificial oquedad del muro de la presa, esperando que pasara la tormenta, notando como el agua resbalaba por las piedras del muro. He vuelto sobre mis pasos cuando la lluvia ha aminorado oliendo a campo mojado y sintiendo como mis pisadas se hundían en la tierra pizarrosa. Cuando estaba llegando a los jardines que enmarcan el gran solar donde antes estaba la subestación eléctrica ha dejado de llover, sobresalían entre las plantas los rosales que estaban preñados de flores y en sus pétalos se balanceaban las redondas gotas de agua.

He tomado en dirección hacia San José para desviarme por la nueva carretera asfaltada que llega hasta Los Pilones, mientras ascendía he contemplado las rojizas y anaranjadas rocas de las canteras de Murviedro que estaban mojadas y las torres del castillo húmedas y coronadas de gris como todo lo que se veía. Mientras tomaba por la senda que baja hasta la ermita ahora andamiada de San Lázaro de nuevo ha empezado a llover, iba recordando la conferencia que el pasado viernes impartió en Lorca mi buen amigo David Munuera para presentar su libro sobre la frontera mediterránea de Castilla entre los siglos XIII y XVI y en el importante papel que desempeño la ciudad amurallada de Lorca y su infranqueable castillo. Acompañado por los canalillos de agua que bajaban por las empinadas calles, he odio como una mujer que estaba en la puerta de su casa le decía a su vecina, mientras se echaba un pañuelo sobre los hombros, “hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo”.