LA FUNCIÓN COMERCIAL EN LORCA A FINALES DEL SIGLO XX
Lorca ha sido igualmente, desde los primeros momentos, un núcleo comercial de extraordinaria importancia dentro del ámbito regional. Su propio desarrollo urbano, y su situación en la ruta Levante-Andalucía, explica en parte este desarrollo comercial de la ciudad, sobre la cual gravita además, como veremos, una extensa área de influencia. Pero además esta función fue estimulada por una serie de privilegios concedidos desde el momento mismo de la Reconquista.
Tanto Alfonso X como los reyes que le sucedieron, concedieron a la ciudad una serie de inmunidades y privilegios que la convirtieron en el centro comercial más importante de una extensa área del Sureste español.
El censo comercial ha experimentado un amplio crecimiento en los cuatro últimos decenios, hasta alcanzar la cifra de 854 establecimientos comerciales en ¡la actualidad (cifras de todo el municipio).
En este crecimiento ha influido, sin duda, la mejora general del nivel de vida y el aumento paralelo del número de necesidades. Pero también, en parte, y paradójicamente, la misma condición de subdesarrollo de la economía de la comarca ha dado lugar a una hipertrofia del sector comercial al canalizar hacia esta actividad personas y pequeños capitales que no han encontrado otra forma de inversión más productiva.
La deficiente estructura del sector comercial queda de manifiesto si analizamos su fuerza laboral y los capitales invertidos.
Como puede observarse, tanto la inversión media como el número de obreros por empresa es muy bajo. La segunda cifra era de 2,3 en 1962. La primera de 294.000 pesetas por empresa.
En conjunto, puede decirse que predomina el pequeño comercio, de tipo familiar, en el que los empleados son los mismos miembros de la familia, y con unas inversiones muy bajas.
Esta deficiente estructura, propia de las áreas subdesarrolladas, queda igualmente de manifiesto al examinar la clasificación de las empresas comerciales por ramas de actividad.
La gran fluctuación del número de comercios en pocos años en alguna rama, indica claramente que se trata de empresas montadas sobre una base financiera insuficiente.
El predominio de las pequeñas empresas de tipo familiar es sobre todo acusado en la rama de alimentación, como pone de manifiesto el cuadro siguiente:
Sin embargo, dentro del segundo grupo hay que señalar la existencia de cuatro empresas que son grandes almacenes y que absorben un número de empleados muy superior al promedio señalado.
Más del 90 por ciento de estos establecimientos comerciales están concentrados en la ciudad de Lorca. Sólo en las ramas de la alimentación y textil la dispersión es un poco mayor.
El núcleo urbano se convierte así en la capital comercial del extenso municipio lorquino, extendiendo, además, su influencia, como veremos, hasta los municipios cercanos.
EL MERCADO SEMANAL DE LOS JUEVES.
El origen del mercado semanal se remonta a 1465, fecha en que Enrique IV concedió a Lorca un mercado franco los jueves, siendo confirmado el privilegio por los Reyes Católicos en 1495 y por Carlos II en 1685. El aumento de la afluencia y de las transacciones hizo aconsejable la segregación del mercado de ganados, que pasó a celebrarse los miércoles en las afueras de la población, quedando el de los jueves limitado a las aves, huevos y los artículos de consumo doméstico.
El lugar de celebración de este mercado fue variando paralelamente al descenso de la ciudad desde su emplazamiento medieval en las faldas del castillo. Primeramente se celebrarían en las calles cercanas a la iglesia mayor de Santa María; en el siglo XVI lo era ya junto a la iglesia de San Patricio plaza de las Barandillas, calle de la Zapatería y plaza del Caño); más tarde se centró en la plaza del Ayuntamiento, desde donde desbordó primero hacia las calles de Selgas y de la Cava, después hacia la calle del Álamo, la Placica Nueva y aledaños, y ya en la década de los noventa fué trasladado al Huerto de la Rueda donde se celebra en la actualidad.
La multiplicación del número de comercios en la ciudad y en el campo ha ido restando importancia relativa al mercado semanal, pese a lo cual éste sigue representando un elemento destacado de la vida económica de la ciudad, desde el punto de vista comercial. El mercado ha atravesado fases de franca decadencia (por ejemplo, hacia 1950, debido a las epidemias avícolas, la política de abastos y el comienzo de la instalación de granjas), pero hoy se asiste a una clara renovación, transformándose casi en un auténtico «zoco», al que acuden con sus abigarrados tenderetes comerciantes de la ciudad y de toda la región.
El campesino sobre todo el de la huerta, pero también el del resto del municipio, y en mucha menor escala el de municipios cercanos, acude a él a vender las aves, huevos y conejos de sus modestas explotaciones agrarias y aprovecha el viaje para establecer un contacto con la ciudad, y para abastecerse en el mercado de un gran número de artículos de uso doméstico que necesita, acompañado en esto por los mismos habitantes de la ciudad. La afluencia es muy elevada, pudiéndose calcular entre dos y cinco mil personas las que acuden a él, según las épocas. Todo ello da lugar a una extraordinaria afluencia de comerciantes, que con sus tenderetes multicolores ofrecen una variada mercancía.
Existe una verdadera especialización de sectores dentro del área de celebración del mercado. Dentro de la calle del Álamo, el tramo comprendido entre las calles José Antonio y Núñez de Arce, es el lugar de las transacciones de aves y conejos; entre Núñez de Arce y Ruvira se realiza la compraventa de huevos; más arriba comienzan a aparecer los puestos de tenderetes, que alcanzan su máxima densidad en la vecina plaza de España, a la sombra del Ayuntamiento y de la bella iglesia de San Patricio.
La recova era una actividad esencial dentro del mercado de los jueves.
Las aves, conejos, y huevos traídos por los campesinos lorquinos, utilizando los más variados medios de transporte (bestias, bicicletas, motos, carros, ferrocarril, automóvil), son comprados tras largos regateos por las amas de casa de la ciudad y por almacenistas o «recoveros» que posteriormente envían la mercancía hacia las grandes ciudades, fundamentalmente Barcelona, Madrid, etc.
En este sentido, el mercado de Lorca es una pieza más del sistema de abastecimiento de la gran metrópoli catalana. Los almacenistas que actúan en el mercado son, no sólo de Lorca (en número de ocho o diez), sino también de otros puntos de la región.
Junto a la compraventa de aves y productos de corral, se desarrolla una viva actividad mercantil, consistente sobre todo en la venta de una diversidad de artículos de baja y mediana calidad, los cuales son ofrecidos a precios inferiores a los habituales. Los puestos son instalados por comerciantes locales y por otros procedentes de toda la región: Murcia (3), Espinardo, Javalí Nuevo, La Alberca, Torre Pacheco, Balsicas, Muía (1), Rincón de Seca, Águilas, Nonduermas, Cartagena (2), Cieza, Puerto Lumbreras, Callosa de Segura, Redován, Alicante, Huércal Overa (3, de encajes) y Matará.
El número de puestos ambulantes que se instalan en los años de 1965 a 1970 se incrementaron, como se indica en el cuadro siguiente:
A pesar de esta gran afluencia de puestos ambulantes, el mercado de los jueves repercute favorablemente en el comercio local. En una encuesta que realizamos, con ocasión del V centenario de los mercados semanales, se preguntó a los comercios locales sobre las repercusiones del mercado en sus respectivos negocios. Un 44 % de las respuestas afirman que la influencia del mercado es vital para su negocio. El mayor número de respuestas en este sentido se tuvo en el ramo de comestibles, mientras que en droguerías perfumerías, tejidos y confecciones las respuestas estaban equilibradas.
Por su parte, el 72 % de las respuestas afirman que las ventas se incrementan los jueves en más de un 10 %, y de ellos la mitad firman que se incrementan más del 50%; para algunos, incluso el incremento de las ventas es superior al 300 por cien.
Puede concluirse afirmando que la venta ambulante de los jueves hace una fuerte competencia a algún ramo del comercio local, pero ofrece artículos de baja y mediana calidad. El comercio local que antes veía en el mercado de los jueves un medio de incremento de sus ventas, y que, como demostró la encuesta que realizamos en 1965, lo consideraba ampliamente favorable a su negocio, reclama hoy su limitación a la vista del gran número de vendedores forasteros que visitan la ciudad, y entiende que es objeto de una competencia desleal.
EL MERCADO DE GANADOS Y LAS FERIAS.
El mercado de ganados se celebra los miércoles, tras la división del primitivo mercado de la ciudad. En cuanto a las ferias, tuvieron privilegios antes incluso que el mercado. En 1270 Alfonso X concede una feria desde ocho días antes de San Martín a ocho días después; en 1313, Alfonso XI da un privilegio para trasladarla a noviembre, con el fin de que no coincida con la de Orihuela y «no se menoscabe la una a la otra». Tres años más tarde, el mismo monarca concedió otra feria de dos semanas desde el día de San Juan Bautista.
La feria, al igual que luego el mercado de ganados, se celebraba en las afueras de la ciudad, aprovechando el cauce del río Guadalentín, y con el tiempo quedó emplazada junto a la iglesia y convento de la Virgen de las Huertas, donde ya se celebraba en el siglo XVIII. En la actualidad, ambos se celebran en el mercado construido en Santa Quiteria para este fin. La fecha de celebración de la feria es mayo y septiembre.
Puede afirmarse que tanto los mercados de ganados como las ferias atraviesan en la actualidad una crisis. Diversos factores han contribuido a ello. Unos son generales, como la decadencia del ganado de labor, a consecuencia de la mecanización de las labores agrícolas, o las epidemias que han afectado al ganado porcino y han motivo la no celebración de transacciones de este ganado. Otras son puramente locales: la construcción del recinto de ferias y mercados, a pesar de las ventajas que ofrece, ha desviado a muchos tratantes hacia las ferias cercanas, debido a los impuestos de entrada que se perciben.
Las transacciones han evolucionado de forma distinta, según las especies. En general han disminuido en el ganado de labor y por el contrario presentan una tendencia ascendente en el ganado porcino, paralelamente a la especialización que en este sentido se da en la huerta de Lorca.