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Pequeñas plazas con encanto

Glorietas que se pierden en el callejero, casi secretas, salpican la ciudad. Alejados de las bulliciosas calles, encontramos pequeños oasis que nos muestran una Lorca más apacible

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palonso-6 plazas de Lorca, plaza de Saavedra

Son céntricas pero pasan desapercibidas, pequeñas plazas que aparecen en el mosaico urbano. Fueron lugar de descanso y tertulia de vecinos en otros tiempos, pero ahora permanecen casi siempre solitarias por la falta de tiempo en nuestro quehacer diario para detenernos unos minutos. Estas plazas se caracterizan por contener elementos singulares y en ocasiones, por su tinte romántico. Este el caso de la placeta del Ibreño que se sitúa en la zona antigua de la ciudad, próxima a la puerta medieval de San Ginés y a la calle Cava. A pesar del paso de los años conserva su estado casi original. Es la típica plaza de pueblo, apacible, con una fuente central que en la segunda mitad del siglo XIX servía para que los aguadores tomaran el agua para la venta. Algunas de las fachadas que la rodean conservan los escudos de las ilustres familias que allí vivieron. El silencio y la tranquilidad que se respira no parecen propios de esta época.

No muy lejos de allí se sitúa la plaza de Eulogio Saavedra, construida en 1886 frente al conjunto monumental de Santo Domingo. Debe su nombre al que fuera alcalde de la ciudad en 1873. Conserva aún un aspecto de plaza tradicional. Pese a su sencillez y a que pasa prácticamente inadvertida, alberga en una de sus esquinas una escultura con el busto en bronce de Eliodoro Puche a modo de homenaje al poeta lorquino y un bajorrelieve alusivo a la procesión de las palmas del Domingo de Ramos.

La plaza del Caño, llamada así por el conducto por el que salía el agua de la sierra de la Peñarrubia, está rodeada de edificios muy relevantes, como la colegiata de San Patricio, el Ayuntamiento y la Casa del Corregidor, hoy sede de los juzgados. En pleno corazón de la Lorca histórica, aquí se concentraba en el siglo XVI una importante actividad comercial, junto a las calles adyacentes como Zapatería, Cava y Selgas en la que estaban instaladas tiendas y talleres artesanos. Desde esta plaza se puede contemplar la magnífica portada de San Patricio.

La plaza de la Estrella, en el barrio de San Cristóbal, mantiene también el sabor tradicional. Creada a finales del siglo XVIII con una fuente central para conducir el agua desde la pedanía de Zarzadilla de Totana a la ciudad, debe su nombre al singular ornamento de bronce que la remata. Los grifos están adornados con mascarones de bronce y en uno de sus lados figura el escudo de la ciudad. Esta plaza es un símbolo en este barrio.

Merece también mención por su singularidad la plaza del Negrito, en las inmediaciones de la plaza de Colón. Llamada así por la fuente de hierro central en la que aparece la figura de un niño con los brazos levantados, obra realizada en 1860 y que forma parte de la memoria histórica de los lorquinos.