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Una novedad arquitectónica

El Palacete de Huerto Ruano fue considerado durante años una excepcionalidad. El monumento es la única edificación que ha sobrevivido de la arbolada avenida de Espartero o Príncipe de Vergara

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El Palacete de Huerto Ruano aparece impresionante entre miles de rosas de todas las tonalidades posibles de rosa y rojo. Al paso por el lugar, la avenida de Juan Carlos I y la calle de Floridablanca, es imposible no hacer un alto en el camino y disfrutar del espectáculo que ofrece el que fue considerado durante muchos años una novedad arquitectónica en la Región.

Se trata de la única edificación que queda de aquella arbolada avenida de Espartero o Príncipe de Vergara, que era como se la denominaba en la época en que el político y hombre de negocios Raimundo Ruano Blázquez decidió construirse una casa con las características de palacete. En aquel entonces, era el siglo XIX, las familias destacadas de la sociedad lorquina decidieron este enclave, una calle recientemente abierta.

El encargo lo aceptó el lorquino Arturo Navarro Alcaraz, discípulo de A. Mélida, arquitecto que intervino en el monumento a Colón en Madrid y la restauración de la iglesia de San Juan de los Reyes de Toledo. Se terminó en 1880 y fue toda una novedad, influyendo en el uso de la piedra y otros detalles en diversas construcciones locales. Esta mansión burguesa tenía las características de un palacete.

Planta cuadrada y amplio jardín interior, y a sus espaldas contaba con un huerto que llegaba hasta la glorieta de San Vicente -hoy desaparecido-. Su estilo arquitectónico es de un eclecticismo acorde con la línea en esta época de la Restauración.

En 1993, antes de que pasara a propiedad municipal, fue declarado Bien de Interés Cultural con categoría de monumento. Hoy es un centro cultural que acoge exposiciones, conferencias y otros acontecimientos relevantes. Las puertas de su jardín están abiertas para el disfrute de lorquinos y visitantes. Cuenta con varias fuentes en su exterior y en su interior destacan las pinturas que aparecen en los techos del vestíbulo y hueco de la escalera realizadas en 1898 por el pintor Manuel Wssel de Guimbarda. Los ocho lienzos representan alegorías de las Bellas artes (Arquitectura, Escultura, Pintura y Música) y a las estaciones del año.

El monumento es solo un ejemplo de las casas solariegas y palacios que ofrece la ciudad en un recorrido por su recinto histórico artístico. Estos días se ofrecen visitas por la ‘Lorca burguesa’ con parada obligada en los más destacados.