¿Como eran los balnearios de Lorca de la Fuensanta y Carraclaca?

Dos balnearios tenía Lorca en sus buenos tiempos. Eran los de la Fuensanta, muy cerca del núcleo urbano de La Parroquia, en la diputación de La Tova, y los de Carraclaca, a unos tres kilómetros al noreste de la ciudad, en la estribaciones de la Sierra de Tercia.

Estos últimos están prácticamente desaparecidos y sólo quedan las ruinas del edificio. Pero en el caso de la Fuensanta, con sus aguas minero medicinales, sigue ahí, sin ningún uso en la práctica.

Sus orígenes se remontan a la España musulmana, aunque no se descarta su utilización en épocas anteriores. Sus aguas, consideradas minero-medicinales, gozaban de declaración de utilidad pública antes de 1869. Nunca, que se sepa, intentó emular a otros balnearios de la Región, pero antes de 1872 contaba con un director médico, el doctor José Negro y García, y su propietario era el diputado a Cortes Juan del Arenal.

En aquella época hasta 40 familias se podían alojar en un edificio de dos pisos, con cocinas comunes en cada planta, construido sobre un cerro desde el que se puede ver el río Vélez y todo el paisaje circundante, con la mole relativamente cercana de la sierra del Gigante.

Entre la escasa documentación sobre este balneario se encuentra un relato del doctor Orozco, que fue director médico en 1861, que dice haber encontrado vestigios de termas romanas en los alrededores. Dice en su escrito «que debieron ser muy concurridos estos baños en aquella época por cuanto, en el mismo sitio, aparecen los restos de una porción de edificios, cuya extensión es considerable, destinados sin duda a albergar a los que ya entonces aprovechaban las buenas cualidades de estas aguas».

Y añade que esas obras romanas fueron reformadas por otras de carácter árabe. La captación de las aguas, clorurado sódicas sulfurosas que emergen a 23 grados de temperatura, está cubierta por el edificio de los baños. Geológicamente se encuentra asociado a la compleja zona de contacto Bético-Subbético, denominado Corredor de Vélez Rubio.

El marcado olor a huevos podridos, apreciable a distancia, es desagradable, y el doctor Negro apuntaba que «al beberla se nota un sabor salado, amargo, desagradable, semejante al que produce un agua saturada sobradamente de sal común, al que se une un ligero sabor fresco picante».

Y este médico añadía que el trago, en pequeñas dosis, «tenía compensaciones como aumento de la salivación y el apetito, facilita la digestión estomacal e intestinal, produce efectos diuréticos y activa el torrente circulatorio y la energía muscular». En baño estas aguas estaban indicadas para el escrofulismo, las dermatosis, el herpetismo, el reumatismo, sífilis-neurosis y cáncer».

Los baños de Fuensanta empezaron a languidecer hasta que a principios de los años 90 del siglo XX fueron cerrados en las práctica, aunque circunstancialmente se ha intentado en varias ocasiones recuperar las instalaciones.

Curioseando en los escritos del doctor Negro se sabe que las aguas que se utilizaban en la Fuensanta eran el resultado de mezclar dos fuentes, si no de distinta composición sí al menos de distinta temperatura ya que la que brotaba a más grados resultaba insuficiente para los distintos usos requeridos por la balneoterapia. La mezcla resultante estaba a 23 grados y era la que se aplicaba a los enfermos.

Las instalaciones para baños en el siglo XIX consistían en un edificio de mampostería de planta rectangular, con dos pisos y seis ventanas, donde se ubicaban el depósito y las pilas. En el bajo había ocho pilas, dos de ellas de mármol, y en el piso alto estaban los espacios para el descanso. Para elevar la temperatura se utilizaba una caldera, situada dentro del establecimiento, desde donde se distribuía el agua a las pilas.

Como antes se ha indicado, en las cercanías estaba y está situada la hospedería. Se trata de un edificio de dos plantas, de forma rectangular, que en sus inicios contaba con tres alas terminadas con alojamientos para cuarenta familias, sala de recreo en la parte alta y un patio interior rodeado de una galería excepto por el lado sin terminar que se utilizaba como cobertizo para caballerías.

En cuanto al balneario de Carraclaca, cerca del antiguo campo de tiro de Carraclaca, está asociado a una de las fallas que cruzan por Lorca, el manantial surge a mayor altura de la casa de baños, hoy ruinosa. Sus aguas cloruradas sódicas, son extremadamente duras a causa de la gran cantidad de calcio y magnesio en disolución. Además, su elevado contenido en flúor permite clasificarlas como fluoradas. La temperatura es de 20 grados.

La primera noticia escrita que se tiene de los baños de Carraclaca se remontan al año 1912. Por lo que se sabe, el uso de estos baños fueron abandonados en la década de 1960.