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LA HERMOSA SEMANA SANTA LORQUINA CONCLUYE EL DOMINGO DE RESURRECCIÓN – Andrés Martínez Rodríguez

Un día primaveral ha amanecido para celebrar el domingo de Resurrección con el que concluye la Semana Santa.

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LA HERMOSA SEMANA SANTA LORQUINA CONCLUYE EL DOMINGO DE RESURRECCIÓN

La ciudad estaba bulliciosa y elegante, es un día elegido por los lorquinos, para disfrutar de la bonita procesión presidida por el Paso del Resucitado y que transita por las estrechas calles del casco histórico. El colorido, la temperatura y fundamentalmente la luz del mediodía, le dan a esta procesión un encanto particular. Me he dirigido hasta el final de la calle Pío XII para ver como pasaba la procesión y mientras, he recordado este lugar por donde andaba en mis años de la infancia, una calle empinada y comercial donde se jalonaban a la derecha, la ferretería Segura, la librería de José Montiel, los almacenes Beltrand, los ultramarinos Albarracín, comercial Juan Francisco y la tienda de Costa Rica con su aromático café, mientras que en el lado de la izquierda estaba la tienda de deportes Millán, la confitería de los Cuatro Cantones, una peluquería y los otros dos comercios de José Montiel, que eran una tienda de ropa y una mercería. Era una calle comercial y muy vivida.

Comienza a escucharse la música, cuando se empieza a ver el trono portado en andas con la bella talla del Cristo Resucitado, aparece bajo un sol que apretaba y que se reflejaba en la hermosa escultura, que sobresalía sobre un precioso arreglo floral a base de blancos lirios de pascua, lirios cuyo agradable aroma va quedando cuando pasa “El Palero”.

Esta es una de las mil facetas que nos ha dejado esta hermosa Semana Santa lorquina que hoy concluye y que para los Blancos será esta noche celebrando la Salve en honor de la Santísima Virgen de la Amargura, donde intentaremos retener hasta la próxima Semana Santa el bello e implorante rostro de la Virgen de la Amargura, bajo el maravilloso palio bordado, mientras cae una lluvia de pétalos desde el cielo, que no es otro que la bella y alta cúpula de la capilla del Rosario, mientras todos los presentes dirigimos la mirada hacia la Virgen Guapa, hacia la Madre que mira al cielo.