¡AGUA VA! por Antonio de Cayetano.
Por fin se han remodelado nuestras viejas y hermosas alamedas, tras varios meses de trabajo, se ha renovado parte de su jardinería y arbolado, sus redes de riego y su iluminación. Se han colocado nuevos bordillos, se ha plantado un nuevo seto perimetral y renovado el albero, el cual se encontraba en pésimas condiciones desde hace más de cinco años, cuando gran parte de las alamedas sufrieron las consecuencias de la gran tromba de agua que cayó sobre Lorca el día 28 de septiembre de 2012.
Un agua que tras no ser absorbida por los deficientes imbornales situados por encima de ese nivel, discurrió por las diversas calles que bajan en pendiente y se acumuló en esa zona baja de la ciudad. Una situación que se volverá a repetir en próximos episodios de lluvias fuertes, ya que lejos de solucionarlo, se ha agravado aún más tras las obras llevadas a cabo en alguna de las calles adyacentes a este gran pulmón verde de la ciudad.
Es incomprensible que estando situadas las calles del Álamo, Musso Valiente y alameda Ramón y Cajal, sobre una vieja rambla que desembocaba en el actual barrio de Santa Quiteria, no se le haya dotado de un nuevo imbornal trasversal a la alameda de Ramón y Cajal en su confluencia con el ferrocarril. Pero si la falta de esa infraestructura, es ya de por si un hecho inconcebible en una obra nueva, aún es más sorprendente, que el único imbornal que había en esa alameda (se acompaña imagen), haya desaparecido tras su remodelación, quedándose sepultado tras las capas de asfalto que en ella se han echado y yéndose ahora toda el agua alameda abajo hasta la vía. Lo mismo sucede con la alameda del Doctor Jiménez Díaz, que también se ha quedado sin sumidero alguno, discurriendo ahora el agua hasta la alameda de la Constitución y acumulándose también junto a la vía del ferrocarril. Agua que cuando esta sea abundante, saltará hacia el pavimento de tierra del resto de las alamedas, estropeando el suelo y arrastrando el nuevo albero.
No es que llueva mucho en Lorca, pero el poco agua caída en estos días, aparte de dificultar el asfaltado de Juan Carlos I, ha servido también para evidenciar lo mal que se están haciendo las obras que hay en marcha. Porque la casualidad ha querido, que terminado de echar el asfalto en la travesía de Ramón y Cajal, cayesen cuatro gotas y se embalsara el agua en uno de los extremos de la calle, cosa que ha sorprendido a los técnicos de la obra y al propio concejal de la cosa, llegando a la conclusión de que el terreno no estaba bien compactado, teniéndose que meter la fresadora para retirar el nuevo asfalto y quedándose el hueco hasta que se restituya de nuevo (la imagen del agua embalsada que ha circulado por las redes). Si que en toda obra puede haber fallos, pero lo que está pasando en Lorca no son fallos aislados, es una verdadera chapuza en su conjunto, por lo que lo se tenía que haber impuesto la calidad a la cantidad, menos obras pero mejor acabadas. Porque es vergonzoso que en esta ultima calle de la que hablaba, se sustituya en la calzada el pavimento de adoquines por asfalto, y solo se quiten las piezas del centro, sin poner una separación de bordillos entre uno y otro pavimento como sería lo correcto.
Pero para chapuza, la ubicación de los pocos imbornales que se han colocado en Juan Carlos I, unos imbornales que resultan insuficientes por su número y capacidad, pero también por su emplazamiento, ya que al estar casi al mismo nivel acera y calzada, estos se deberían de haber ubicado al centro del vial, impidiendo así la acumulación de agua junto a la acera y más cuando se pretende darle a la avenida un protagonismo peatonal. Incluso se tendrían que haber puesto dos trasversales a ambos lados del entronque con Musso Valiente, ya que en este punto la avenida está a mayor altura y el que se puso en Musso Valiente tras su remodelación, no recoge suficientemente las aguas al estar mal situado, yéndose estas para la avenida e inundando los márgenes de la misma, con las consiguientes salpicaduras al paso de los vehículos. Lo dije en el mes de agosto en otra publicación, poniendo como ejemplo lo que se hizo en su día en las calles Nogalte y Mayor, unas vías en las que también la diferencia de altura entre calzada y acera es mínima y en la que sí que se ubicaron en el centro la recogida de las aguas pluviales. Pero como suele suceder, para nada se tienen en cuenta la opinión o sugerencias de los ciudadanos o de los partidos de la oposición.
Es lamentable que se gobierne de espaldas al pueblo, no corrigiendo los errores cuando se detectan o cuando se les hacen ver. También en otra publicación se les sugería que las nuevas papeleras de Juan Carlos I, fuesen junto a las fachadas de los edificios, evitando de esta forma que nos quedásemos sin ellas durante los días de Semana Santa, al tener que retirarlas para la colocación de las tribunas. Una recomendación que ha caído en saco roto, lo mismo que la del pliego de condiciones para la ejecución de las obras de Juan Carlos I, en la que se decía que la distancia mínima entre una y otra papelera debería de ser de 50 metros. Una condición impuesta por el propio Ayuntamiento y que tampoco se ha cumplido, ya que si la avenida tiene una longitud de 900 metros, le corresponderían unas 36 papeleras, 18 unidades por acera, habiéndose colocado solo la mitad. Cuando anteriormente había más del doble, al estar integradas en cada una de las viejas farolas que había. Por lo que habrá que exigirle a la empresa concesionaria que coloque el otro 50% de las papeleras que faltan y al ser posible, colocar estas junto a la fachada de los edificios con el fin de que sigan prestando servicio durante los desfiles bíblicos pasionales, que son los días en que más visitantes recibe Lorca y en la que más necesaria es su existencia.
Tampoco la ubicación de muchas de las nuevas papeleras de Juan Carlos I ha sido la correcta, colocándolas alejadas de los nuevos asientos y poniendo entre ellos las jardineras, lo que supondrá que se utilicen estas como papeleras también, cosa que por otra parte ya está sucediendo. Unas jardineras que en mi opinión son muy frágiles, de poco grosor, cuando son unos elementos que deberían de tener mucha más consistencia al tener que estar moviéndolas todos los años con motivo de la Semana Santa.
Pero no es este el único fallo que les veo, también está lo del drenaje, pues colocándolas tal como se han puesto, con los nombre hacia la calzada, y al estar la acera en pendiente, el orificio queda en la parte superior del suelo de las mismas, acumulándose el agua de riego en la parte baja, donde no hay drenaje, lo que por un lado puede producir la podredumbre de las plantas y por el otro la del mismo recipiente, haciendo que el oxido mache entonces el nuevo pavimento. Por lo que habrá que darles la vuelta, haciendo que el nombre mire para las fachadas, tal como sucede con los nombres de las pedanías que figuran en cada una de las nuevas farolas, o tapar los orificios y hacerlos de nuevo en la otra parte.
Lo que no se puede permitir, es que se conecten los desagües, el riego y se eche la tierra sin haber solucionado el fallo, aunque yo iría más lejos y pediría también un refuerzo interior para darle más consistencia a estas jardineras. En cuanto a las plantas que se van a colocar, esperemos que estén sanas y vigorosas, no como las palmeras que se han plantado en el entorno del palacio de congresos y recinto ferial, que están viejas y débiles.
Palmeras que desde el principio estaban contempladas en el proyecto o así se dejaban ver en la imagen del mismo, pero para las que no se habían dejado sus huecos, teniéndose que levantar de nuevo el pavimento para su plantación y para el suministro del riego. Por cierto que, tampoco ha quedado en condiciones el paso de peatones que allí se ubica, quedando también anegado por el agua de lluvia. Las cosas de Lorca.