Alarma en la Hoya ante los robos diurnos realizados por dos mujeres y un varón que conducen una furgoneta blanca marca citroen c-15.
Las alarmas se encendieron la semana pasada cuando en un corto espacio de tiempo y a plena luz del día se produjo un robo e intento de otro de la forma más insospechada. Sobre las 11 de la mañana, dos mujeres que viajaban en una furgoneta Citroën C-15 de color blanco, acompañadas de un hombre que se quedaba al volante mientras ellas actuaban, entraron de forma sigilosa en un taller de reparaciones de vehículos ubicado junto a la Avenida Rey Juan Carlos I de La Hoya, concretamente en Talleres Poveda, consiguiendo llevarse los 3.000 euros que había en el interior de un sobre de un cajón de la mesa de oficina.
Y todo ello mientras el propietario y los empleados realizaban sus labores de forma cotidiana sin percatarse de la visita que atravesó dos puertas hasta llegar al lugar donde se guardaba el dinero.Todo el proceso ocurrió con rapidez pero con el tiempo suficiente para encontrar la llave del cajón donde estaba el dinero, abrirlo, hacerse con el motín, cerrarlo después y depositar la llave en su sitio, saliendo por donde habían entrado sin causar destrozo alguno y sin que ninguno de los empleados observase nada anormal. El propietario del taller, Juan Pedro Poveda, se percató de lo ocurrido cuando vio el sobre vacío. Las cámaras de seguridad del local captaron la entrada y salida de las mujeres. El robo ha sido denunciado ante la Guardia Civil.
No conformes con la operación que les había salido rentable, las dos mujeres y el conductor del vehículo se desplazaron hasta un kilómetro de distancia del taller para continuar su ‘trabajo’. En esta ocasión pararon en un bar que hay junto a la estación de servicio de La Hoya. Mientras una de las mujeres intentaba entretener a una de las camareras, la otra se introdujo en la cocina, donde fue sorprendida por otra de las trabajadoras que le increpó preguntándole qué hacía allí, tras lo cual iniciaron la huida a toda velocidad sin haber conseguido lo que pretendían. Quienes tuvieron ocasión de intercambiar algunas palabras con las presuntas ladronas aseguran que «hablaban bien el español», sin que se les apreciase ningún acento extranjero.