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CAMINAR EN NAVIDAD DESDE EL BALCÓN DE LORCA HASTA EL CAUCE DEL RÍO LUCHENA

Llegamos al punto de partida bajo un cielo gris y con una temperatura impropia de la hora y la estación que acaba de comenzar.

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CAMINAR EN NAVIDAD DESDE EL BALCÓN DE LORCA HASTA EL CAUCE DEL RÍO LUCHENA

Tras dejar los coches bajo los árboles y hacernos la preceptiva fotografía ataviados con complementos navideños, tomamos el camino del Barranco Oscuro en dirección al punto donde comienza el ascenso al Balcón de Lorca. Una vez allí comenzamos a subir en fila por la estrecha senda el nutrido grupo formado fundamentalmente por caminantes del club senderista Lorca-Santiago. La pendiente del barranco de los Machos no es larga, a penas 2 km pero se hace cansina al ir haciéndose abrupta conforme se va llegando al destino. El ascenso va acompañado de una gran humedad en el ambiente que se deja ver en el musgo, en algunas de las hojas de la coscoja y en las oscuras tierras del suelo que se van haciendo patentes bajo nuestros pasos.

Llegamos al gran abrigo calizo que ocupamos para hacer fotografías junto a la potente columna labrada por la naturaleza que separa las dos grandes aberturas, que a modo de dos grandiosos balcones permiten contemplar el valle del Luchena y a lo lejos el Cerro Negro y el del Buitre, posiblemente nombrado así por las grandes rapaces que vuelan estos cielos. Tras un estupendo almuerzo que ha finalizado degustando unos típicos dulces de pascua lorquinos y con un alegre brindis de sidra, comenzamos un rápido descenso, interrumpido por el encuentro con bastante personal que sube por el estrecho sendero.

Hoy el Balcón ha estado muy concurrido por diferentes grupos, alguno bastante numeroso, no así la ribera del río Luchena que estaba solitaria y muy bella pues, aún siendo invierno está poblada de los típicos colores amarillos, marrones y ocres que visten los arboles y arbustos durante del otoño. Avanzamos desde los Ojos del Luchena junto al cauce, dejando a las espaldas el Cañón del Luchena, la Cueva de la Tía Chiripa y arriba el castillo roquero andalusí a penas perceptible por su mimesis con el terreno y su mal estado de conservación. A veces caminamos pisando el barro que a modo de zulaque se fija al calzado y pasamos junto a grandes pinos, zarzas, juncos, cañaverales y algún que otro taray. Cruzamos a la otra margen del río por un inestable puente formado por un par de troncos, mientras el agua pasa sonora, caliente y transparente, dejando ver algunos peces y algún que otro gran sapo que lleva puesta su piel de camuflaje.

Tras algunos kilómetros dejamos el cauce y comenzamos a ascender por una pista pedregosa, cuando el sol quiere hacer su presencia sobre los montes de la Culebrina y el Pericay. El cielo estaba de un limpio color azul con rodales de nubes blancas y grises, donde aparece de nuevo la bandada de buitres. Tras un recorrido de 15 km durante más de 4 horas, con una agradable temperatura que ha rondado los 14º y con muy buen ambiente y alegría como caracteriza al grupo Lorca-Santiago, llegamos a nuestro punto de partida para coger los coches para volver por La Parroquía hasta nuestra querida Lorca.

Adenda: la ruta me ha gustado y ha tenido la novedad de que la he realizado en sentido inverso a como normalmente suelo hacer este bonito itinerario.