Concha Sandoval la Condesa del Palacio de Guevara.
Dicen los que la conocieron que era una mujer «austera en sus costumbres, amorosa en su trato, constante en sus quehaceres, y animosa en las dificultades». Es la única mujer que figura en la lápida de lorquinos ilustres del Ayuntamiento. Dejó huella en la ciudad y pocos desconocen de su existencia. Su nombre y su título nobiliario van ligados a uno de los monumentos más importantes del municipio, el Palacio de Guevara. Así era y se recuerda a la Ilustrísima Señora Baronesa de Petrés y Mallard, Concha Sandoval.
Otras dos mujeres, Eulalia Martínez y Maruja Sastre, dedican un capítulo en su libro Gente de Lorca a la que las autoras denominan «amiga de Lorca, su pueblo; su ciudad adoptiva y que la adoptó en total comunión de quehaceres y de afectos».
Concha Sandoval Moreno nació en Madrid en el año 1893, en un palacio situado en la calle de La Estrella. «Los primeros recuerdos de su infancia la llevan de Alicante a Madrid, siempre acompañada de Dolores, su señorita, que la enseña a coser y a bordar, aunque, en verdad, todos andan un poco extrañados con las aficiones de la niña, que pide planchar o dar brillo a los dorados de la casa cuando le ofrecen un premio por haberse sabido las lecciones».
Concepción Sandoval y Moreno, nacida el 10-XI-1893, fallecida en 1988. Baronesa de Petrés y de Mayals, última poseedora de la Casa Guevara de Lorca. Casó en 1942 con Juan Martínez de Miguel y Flores, nacido en 1894, fallecido en 1980. S/s. Con ella se extingue esta familia.
Su nacimiento en el seno de una familia acomodada determinaría el resto de su existencia. Su padre, Alfonso Sandoval y Basecour era hijo del barón de Petrés y la baronesa de Mallard y Santa Clara. Abogado, senador y diputado por Alicante. Su madre, Encarnación Moreno Musso, es hija de Juan Moreno Rocafull, el arquitecto que en el año 1879 realizó las obras del puente sobre el río Guadalentín.
Su vida transcurre entre Madrid, donde pasa el otoño y el invierno, y la finca Rumeria en Albacete. «De la finca le vienen a Concha los más bellos recuerdos de su adolescencia. Hay campo de tenis, caballos y caminos sombreados por los que galopar mientras espera la llegada de los amigos para la partida de tenis. Concha, pequeña de estatura, gorda, redondita, es la niña terrible que no se deja abatir», afirman Martínez y Sastre.
A medida que va creciendo su presencia en la vida social madrileña es más constante. Pero no todo son alegrías y facilidades en el trayecto vital de esta peculiar mujer. En el año 1915 muere su padre. «Una pérdida definitiva para la familia. La gran fortuna que ya venía en declive, acaba por derrumbarse, arrastrando en su caída el título de Santa Clara».
También su hermana mayor, Maria Antonia, muere ciega en Barcelona. Otra muerte le sobreviene, la de su hermano Alfonso al caer de un tranvía. Será en Lorca donde Concha encuentra consuelo junto a su abuela materna en el Palacio de Guevara que ha conseguido reformar tras haberlo heredado en lamentable estado de abandono. «La vida vuelve a ser cálida para Concha cuando la abuela les acoge en el Palacio. Nuevos amigos en las costumbres de antaño; un club de tenis donde ejercitarse cada día, y un caballo para recorrer las calles de la ciudad mientras la gente se detiene a verla pasar».
Otro de sus hermanos, Pepe, muere tras estrellarse en un hidroavión en Barcelona. También lo hará su abuela. De la familia numerosa sólo quedan tres miembros: su madre Encarnación, su hermana Luisa y la propia Concha, «tres mujeres solas para hacer frente al provenir porque, de los ocho hermanos que murieron, ninguno ha dejado descendencia».
La guerra civil
En su camino se cruza Juan Martínez de Miguel, y también la Guerra Civil, que truncó su matrimonio. En 1936 los milicianos de la Casa del Pueblo entran en el palacio y obligan a la familia Sandoval a salir del edificio. Con poco equipaje se trasladan a una casa deshabitada en la calle Selgas, propiedad de una familia amiga. Del lujo pasan a la austeridad y así se mantendrán hasta que en el año 1939, acabada la Guerra Civil, se les devuelve el Palacio.
En el año 1943 Concha Sandoval contrae matrimonio con Juan Martínez de Miguel. La ceremonia se celebra en el interior del Palacio. Esta lorquina ilustre fue concejal del Ayuntamiento, camarera de la Virgen de la Amargura, presidenta de la lucha contra el cáncer y delegada de la Sección Femenina.
El Palacio de Guevara de Lorca ha sido calificado como la muestra más sobresaliente del barroco civil en el Levante español. Es otra de las joyas que encierra esta ciudad. Esta casa noble, ubicada en uno de los ensanches de la Lorca del siglo XVIII, comenzó a ser edificada en 1690, quedando finalizada en 1705.
Fue mandada a construir por don Juan de Guevara García de Alcaraz, caballero de la Orden de Santiago, desconociéndose el autor del proyecto (quizá fuera Nicolás de Bussy o Jerónimo Caballero). Está declarado Bien de Interés Cultural. En 1979 fue donado por su última propietaria, doña Concha Sandoval, baronesa de Petrés, al pueblo de Lorca.