“DE LORCA NI EL POLVO” por Antonio de Cayetano.
Hoy se cumplen 666 años (número de la bestia) del nacimiento en Valencia de San Vicente Ferrer, dominico, predicador e incluso milagrero, patrón de la Comunidad Valenciana y conocido en casi toda España y parte de Europa Occidental, pues pocos lugares le faltó por recorrer predicando la fe cristiana, siendo seguido en sus evangelizaciones por multitud de fieles, los cuales llevaban a veces en procesión, las imágenes de la Virgen y el Cristo Crucificado. Se dice de él que fue el artífice de las procesiones de Semana Santa en nuestro país.
Pero aquí no se conoce por ser el origen de nuestra singular Semana Santa, tampoco por dar nombre a una de nuestras glorietas, ni por los fieles que consiguió tras su predicación en la ciudad, que parece que no fueron muchos. Aquí se le conoce por la frase que se cuenta que exclamó al salir de la población, sacudiendo las sandalias y diciendo no querer ni el polvo de esta ciudad.
Puede que así sea y es comprensible que no fuese bien recibido por todos los vecinos de Lorca, en la ciudad había mucho judío y los judíos no pasaban por su mejor momento en aquella época. Toda Europa acababa de pasar la peste negra, causando esta epidemia la muerte de la tercera parte de la población y como no se encontraba una explicación a lo sucedido, la Iglesia no tuvo mejor ocurrencia que afirmar que era un castigo divino por permitir la presencia de los judíos entre nosotros, llevando una campaña anti judía por parte de los predicadores y siendo Vicente Ferrer uno de los antijudíos más nefastos de la historia de nuestro país. Decía de los judíos que eran animales con rabo, que la señal de Caín estaba puesta sobre ellos y que tenían que elegir entre el bautismo o la muerte, y claro, no es de extrañar que no se le tuviese mucha simpatía en los días en que estuvo en nuestra población, que fueron entre finales de febrero y principios de marzo de 1411.
Si que en otras ciudades tuvo bastante éxito como fue el caso de Toledo, donde consiguió que gran número de judíos se convirtieran al cristianismo, incluso la trasformación de su Sinagoga Mayor en la Iglesia de Santa María la Blanca, aunque gran parte de las conversiones fueron por miedo tras perseguir y hostigar a las comunidades judías. A un célebre sabio lorquino judío sí que logró convertirlo al cristianismo, haciéndose luego gran amigo de él y presentándolo a Benedicto XIII, conocido como el polémico Papa Luna, del que el lorquino fue después su médico personal y consejero, se trata de Yehosu a ha-lorquí, que tras la conversión tomó el nombre de Jerónimo de Santa Fe, era hijo de una acomodada familia lorquina, aunque otros estudiosos fijan su lugar de nacimiento en Alcaníz en la provincia de Teruel, pero como ninguno lo ha demostrado, nos quedaremos con que fue lorquino o que su origen al menos fue este. Lo cierto es que fue uno de los judeo- conversos más importantes de la época, tras ser bautizado por el propio Vicente Ferrer en 1412, siendo muy importante su participación en la célebre disputa de Tortosa.
Siguiendo con la leyenda de San Vicente Ferrer, de sacudir sus sandalias apesadumbrado por no ser bien recibido en nuestra población, no solo se dice este hecho de la visita aquí realizada. Cuentan que en su ciudad natal de Valencia hizo lo mismo, prometiendo nunca más volver, enfadado por el desinterés que su pueblo había mostrado por un rey que él promocionaba y para el que quería todo tipo de honores en su visita a la ciudad. Así en su salida de Valencia camino de Francia, país en el que murió el 5 de abril de 1419, sacudiendo las sandalias dijo la célebre frase “de España ni la pols!”
También en otros lugares de nuestra geografía hay dichos como el de Lorca, atribuidos igualmente al santo, en Molina de Segura se dice algo similar, “de Molina ni polvo ni harina”, aquí cuenta la tradición, que aparte de no ser escuchado durante la visita que efectuó en el mes de abril tras su paso por Lorca, tampoco encontró fonda donde comer, igual se cuenta de Molina de Aragón, aunque puede que sea por la rima. “De Alcaráz ni el polvo” es el dicho de esta población en la provincia de Albacete, también atribuido a San Vicente, la misma historia que en Ocaña en la provincia de Toledo, igual ocurre en Villapando provincia de Zamora, una de las juderías más importantes de España y donde el santo tampoco fue bien acogido.
Se cuenta que hacia bastantes milagros en los pueblos que visitaba montado en su burro, que estaba dotado de una brillante oratoria y que sus sermones duraban muchas horas, con algún que otro milagro, pero lo cierto es que si donde el éxito no le acompañaba, terminaba con ese dicho que ha llegado hasta nosotros, flaco favor se le hacía a estas poblaciones, pues estas frases sobretodo en los pueblos vecinos, iban de boca en boca en forma de chascarrillo insultante, enfrentando a veces a sus habitantes.
Indagando sobre el tema, me he encontrado que son muchos los religiosos que han ido haciendo este gesto a lo largo de la historia, por lo que buscando su origen he llegado a los mismos evangelios. Mateo y Lucas mencionan un mensaje de Jesús a sus discípulos en estos términos: “y si alguno no recibiera ni escuchara vuestras palabras saliéndoos afuera de aquella casa o ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies…” por lo que parece que sacudir el polvo del calzado era una señal de que se había hecho todo lo posible, que no había que llevarse el sentimiento de no ser escuchado, que el polvo de un camino hostil debería de quedar en ese camino, con el fin de marchar libres por los nuevos caminos de predicación, lo que cambiaría por tanto el concepto que tenemos del famoso gesto.
He leído gestos de este tipo de San Francisco de Asís y otros religiosos en Italia, pero los que cuento a continuación, aunque se trata de religiosos ya el motivo no es el mismo, entendiendose como una muestra de indignación y mal calificativo a una población que según ellos se le ha puesto en contra. Cuenta la leyenda, que en León, en el camino de Santiago por el año 465, un obispo que había ejercido en la ciudad de Astorga y que regresó a ella perseguido por las tropas de un rey Visigodo, no se le dio cobijo por haber sido acusado de asesinato en esta ciudad, por lo que abandonando este apresuradamente la población, al salir y sacudiendo las sandalias en la muralla, gritó “de Astorga ni el polvo”.
Un siglo después de la predicación de San Vicente, Santa Teresa de Jesús fue despachada de su ciudad por divergencias religiosas, y se cuenta que al pasar por los Cuatro Postes, sacudiendo las sandalias dijo “de Ávila ni el polvo” aunque después sí que se reconcilió. También el cardenal Cisneros tiene su leyenda en el pueblo madrileño de Torrelaguna, donde el religioso pretendía abrir la universidad que luego fue de Alcalá de Henares, pero que las gentes del pueblo rechazaron por miedo a la desajustada vida de los estudiantes de entonces, ofensa que no gustó al cardenal y saliendo de la ciudad tras sacudir las sandalias exclamó “de Torrelaguna ni el polvo”.
Pero esta frase no es patrimonio exclusivo de los religiosos, Salamanca tiene el mismo dicho, este atribuido a Antonio de Nebrija, humanista español que se presentó a la cátedra de Prima de Gramática en la universidad donde había estudiado, y que al ser rechazado para el puesto, al salir sacudió el calzado en el edificio, diciendo que “de salamanca ni el polvo”. Más reciente es lo de Canarias, donde el escritor Galdós Manrique abandonó su archipiélago natal enfurecido por el trato allí recibido, especialmente por el obispo que lo tachaba de hereje, sacudiendo el polvo de su zapatillas cuando llegó a Cádiz y exclamando “de las islas ni el polvo”.
Como vemos nuestro dicho no es único, es común en otras poblaciones, hay quienes lo toman como una connotación negativa y hay quienes lo oyen con indiferencia, la verdad es que no hay que darle la menor importancia, lo que pasa es que en Lorca la leyenda va unida a la columna miliaria que sostiene la imagen de San Vicente y por este motivo se cuenta la historia del polvo más de lo debido, incluso en alguna copla popular de los auroros. Quizá si la columna se mostrarse sola, pues nada tiene que ver una cosa con la otra, la leyenda que lleva arraigada más de 600 años entre nosotros caería en el olvido.
La próxima semana seguiremos con el otro gran dicho de nuestro municipio, “Mata al rey y vete a Lorca” también compartido con otras ciudades.