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Jose Selgas el poeta olvidado de Lorca

En ocasiones la historia artística de Murcia tiene en su haber figuras poco reconocidas que el tiempo va cubriendo de olvido de una manera algo inexorable, quizá por la falta de atención a la obra, quizá por la falta de reimpresión de la misma. José Selgás y Carrasco fue uno de los poetas murcianos más destacados de su época. Su carrera literaria evolucionó en Madrid, a donde se trasladó para trabajar y componer, encontrándose entre los admiradores de sus versos Miguel de Unamuno. La obra de Selgas es de un lirismo que ensalza la vida hogareña, que utiliza figuras románticas donde una flor o un paisaje dan comienzo a todo un cúmulo de sentimientos, moral, la tristeza, la alegría se dan la mano, lo espiritual y religioso se evocan a través de versos cortos y contenidos.

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Jose Selgas el poeta olvidado de Lorca

Nació en Lorca un 27 de noviembre de 1822, hijo del asturiano Antonio Selgas Méndez y la almeriense Josefa Carrasco Serrano, matrimonio que llegaría a Murcia con dos hijos, hermanos del poeta, debido seguramente al trabajo del padre de familia: funcionario de correos.

La familia Selgas aumentó en Murcia a ocho miembros y el trabajo del padre nunca fue suficientemente lucrativo para mantener a la familia de una manera desahogada. Esta situación de pobreza obligó a José Selgas a seguir sus primeros estudios en el Seminario de San Fulgencio, estudios básicos que nunca llegaron a ser superiores.

En 1833 murió Antonio Selgas y nuestro poeta tuvo que aceptar trabajos de escribano. En 1845 ocupó un puesto en el Negociado de Contribuciones del municipio. Más tarde trabajaría como auxiliar del Gobierno Político de la provincia, que acabaría siendo su suegro en 1857, ya que Selgas se casaría con su hija Carolina Domínguez.

Con 24 años asistía ya a los círculos literarios de Murcia donde Arnao, López Gisbert y otros se reunían con el editor José Carles Palacios. Publicaba pequeñas poesías en el periódico literario La Lira del Thader pero pronto se trasladaría a Madrid con ayuda de Arnao, que presentaría su obra en la corte. En la capital de España el conde de San Luis le obsequiaría con un puesto de auxiliar en el ministerio de Gobernación, corría el año 1850. Sus tendencias políticas siempre serían conservadoras y neocatólicas.

Tras casarse en Lorca, en 1857, sigue su carrera literaria y laboral, escribe en distintas publicaciones como Hojas Sueltas o la revista satírica El Padre Cobos. Logra ser diputado en las Cortes y Subsecretario en la Gobernación. Conseguiría también un puesto de numerario en la Academia de la Lengua en 1874.

Durante el Sexenio Revolucionario se adhirió al carlismo. Entre 1868 a 1870 fue el más firme y eficaz colaborador de La Gorda, periódico de áspera oposición. Cuando el general Martínez Campos fue primer ministro, en plena Restauración, fue nombrado subsecretario suyo. En 1881 Selgas perteneció a la Unión Católica de Alejandro Pidal. No obstante, según el diario tradicionalista El Siglo Futuro, el espíritu de sus obras literarias no era el de los liberales conservadores, a quienes, según este periódico, «maltrataba con evidente justicia y sin ninguna piedad».

Monumento a José Selgas en el Jardín de Floridablanca de Murcia.

Escritor muy popular en su tiempo, en la actualidad está muy olvidado; su poesía, defensora de los valores tradicionales campesinos y familiares, representa en España lo mismo que la de Giovanni Pascoli para Italia.

SU OBRA «El poeta olvidado»

Sus grandes libros de poesía son La Primavera de 1850,  El Estío de 1853, Flores y Espinas, de 1879 y Versus Póstumos, colección recogida como su propio nombre indica tras su muerte, en 1883. Son obras plagadas de unos versos que mantienen el carácter romántico de la literatura del momento. utilizando con frecuencia la figuración de flores y paisajes compone versos de gran carga emocional y moral, especialmente de esta última, con un canto continuo a valores y virtudes teologales.

Como poeta lírico representa, después de las exageraciones románticas, una tendencia ecléctica. Canta con sensibilidad las flores, la inocencia, la hermosura de la Naturaleza, la religiosidad, la alegría sana y la tristeza resignada. Su ensalzamiento de los valores hogareños emocionaba a Unamuno. Cantó sus temas en pequeños poemas a manera de miniaturas.

Poesías / de José Selgas y Carrasco | Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Sus libros La primavera (1850) y El estío (1853) están formados por piezas en que, bajo el ejemplo de flores u otras personificaciones sencillas, trata de deducir un precepto moral. Estos preceptos no suelen ser muy variados ni muy trascendentales: se fundan casi siempre en el episodio de unas flores enamoradas. En «Lágrimas fecundas» están enamorados un nardo y una diamela; en «La ingratitud», un alelí y una rosa; en «Verdadero amor», un jacinto de una rosa de Alejandría; en «Las azucenas», el céfiro de una azucena. Como se comprenderá, el partido que puede extraerse de esta temática deliberadamente menor es muy escaso, y se reduce a proclamar las virtudes de la constancia, de la pureza o de la modestia, o condenar la envidia y la ingratitud.

Imagen 1 - Dos rivales / Selgas y Carrasco, José

Idénticas conclusiones y por los mismos procedimientos se extraen en El estío, pero la misión moralizadora se encomienda esta vez a abstracciones como el alba, las auras, la mañana y la tarde, etcétera, aunque todavía hay poemas a las flores, como «Las dos amapolas», «Los lirios azules», «La magnolia», «La sensitiva». Mejores son los poemas de Flores y espinas (1879)

Entre sus novelas, escritas en excelente prosa, destacan: Dos para dosEl pacto secretoDos rivales y Una madre el cual destaca por su publicación un año después de la fecha de su muerte y por la excelente interpretación de los personajes en la trama además de ser el único libro de este autor que contenía imágenes representativas así como ser nombrada novela del ahora en honor a su muerte y considerada la mejor en 1883. Es asimismo destacable su cultivo del cuento y la novela corta de carácter fantástico, en dos colecciones de relatos: Escenas fantásticas y Mundo invisible. Finalmente, en sus artículos de costumbres y de crítica literaria, desplegó un gran e implacable talento satírico de humor muy rebuscado, abundante en paradojas, antífrasis y retruécanos. Su tema preferente es la cruzada contra la ciencia y la civilización modernas, en lo cual era especialmente cáustico y mordaz. Recogió sus artículos periodísticos en Hojas sueltasMás hojas sueltas (1866) Estudios socialesManzana de Oro (1872), Obras (1882) etcétera.

Pero quizá sus artículos en prensa y revista eran los más populares, los que mayor fama le granjearon, donde desplegaba un tono mordaz y satírico. Sus artículos fueron recogidos en los volúmenes Hojas Sueltas, Más Hojas Sueltas, Estudios Sociales, Manzana de Oro y Obras.

Dejamos aquí unos versos de su obra El Sauce y el Ciprés.

«Cuando a las puertas de la noche umbría

dejando el prado y la floresta amena

la tarde, melancólica y serena,

su misterioso manto recogía,

un macilento sauce se mecía

por dar alivio a su constante pena

y, en voz suave y de suspiros llena,

al son del viento murmurar se oía:

«¡Triste nací!… ¡Mas en el mundo moran

seres felices que el penoso duelo

y el llanto oculto y la tristeza ignoran!»

Dijo, y sus ramas esparció en el suelo.

«¡Dichosos ¡ay! los que en la tierra lloran!»

le contestó un ciprés, mirando al cielo.»

Fallecía el 6 de febrero de 1882 y en el centenario de su nacimiento sus restos eran trasladados a Murcia, siendo inhumados en la Catedral, en la capilla del beato Andrés Hibernón, donde aún reposan.