Los vecinos de Juan Carlos I en guerra con las palomas.
Vecinos y usuarios de la Avenida Juan Carlos I de Lorca, a la altura del número 16, edificio Almanzora, se quejan de la suciedad que generan las palomas no solo en la fachada del edificio, con la cartelería y anuncios publicitarios incluidos, sino también en la acera donde se puede observar con facilidad cada día el rastro que dejan las palomas con sus excrementos.
Quienes transitan pueden contemplar con facilidad a las palomas situadas en los balcones de las viviendas que dan tanto a la Avenida Juan Carlos I como a la calle Periodista López Barnés que conduce desde la arteria principal de Lorca hasta la estación de Sutullena. Se trata de un edificio de doce viviendas donde su comunidad de propietarios no tiene previsto de momento acabar con el problema, según manifestó a esta Redacción uno del inmueble.
En los bajos del edificio se encuentra la popular cafetería Expresso y encima de ella se ubica una conocida asesoría. En ambos casos se puede observar con facilidad en sus cristales y anuncios publicitarios los excrementos que cada día dejan las palomas que viven a sus anchas ocupando las ventanas del edificio, con la facilidad que ello supone para el anidamiento. Pero quien más lo sufre, quizás, es Charly, el vendedor de la ONCE que cada día se busca la vida con el pequeño kiosco instalado junto a la puerta del edificio Almanzora. La situación ha llegado a tal extremo que el citado vendedor acude cada día al espacio que tiene reservado provisto de los artículos de limpieza necesarios para poder hacer frente al problema que generan las palomas, pensando siempre en el respeto y atención que merecen los clientes que se acercan hasta su punto de venta para adquirir el cupón diario o para cualquier otro servicio que presta la Organización Nacional de Ciegos. En este sentido, Charly va provisto fundamentalmente de un trozo de tela que tiene que sacar cada tres por dos para limpiar los excrementos que caen desde el cielo sobre su mesa de venta a causa de las palomas que campan a sus anchas por todo el edificio.
Según este vendedor, las situación se agrava aún más cuando, según él, «hay personas que resbalan por la suciedad que las palomas arrojan hasta la calle, y ello puede ser grave si alguna de ellas cae al suelo y sufre alguna fractura». Charly indica que ha habido clientes que al acercarse a comprar el cupón «les ha caído encima, sobre el pelo o la ropa alguna de las lindezas que sueltan las palomas».
Vecinos del inmueble manifiestan que justo en el edificio situado frente al Almanzora, en la otra acera de la avenida, «se han tomado medidas protegiendo los balcones y terrazas con alambres».