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UNA HUMEDA Y LIMPIA MAÑANA CAMINANDO POR LA HERMOSA RAMBLA DEL CAMBRÓN – Andrés Martínez Rodríguez

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UNA HUMEDA Y LIMPIA MAÑANA CAMINANDO POR LA HERMOSA RAMBLA DEL CAMBRÓN

Como viene siendo habitual últimamente, abrimos la jornada cuando el sol empezaba a subir por detrás del Castillo, esta mañana amaneciendo por El Consejero delante de un bancal de tierra empapada y detrás de cuatro inhiestas palmeras.

Enseguida tomamos rambla adentro, después de pasar bajo el arco de sillares que sostiene el acueducto de la rambla de Alcalá y de tomar el camino sobre el cauce que esta mojado y con charcos. El ambiente a primera hora de la mañana está muy húmedo y se nota en los oscuros troncos caídos, en las gotas que se sostienen sobre las hojas y en las manos que pronto se nos quedan heladas.

Conforme sube el sol resplandecen las hojas de los arboles que aún amarillean en la ribera, hacemos el primer tramo donde nos sorprenden las raíces de los arboles que han quedado fuera de la tierra arrancada bruscamente por la fuerza del agua que ha lavado y erosionado reiteradamente las rocas, dejándolas muy pulidas y marcando de blanco los fósiles de erizos y conchas.

Ascendemos sobre el curso de la rambla del Cambrón en total silencio, solo roto por el canto de algún pájaro y a veces por el rumor de algunos hilos de agua que corren hasta quedar embalsados en las cuencas erosionadas de las rocas. Se aprecia el aprovechamiento del agua por medio de los canales artificiales practicados en la roca, uno de ellos comunica con un pilón labrado en 1907. Ahora estos antiguos canales se han sustituido por mangueras de goma o tubos de plástico.

En algunos puntos han tenido que cortar los arboles caídos sobre el cauce quedando los anillos de crecimiento a la vista, las cortezas sobre el suelo y el intrincado manojo de raíces a la vista, y mientras en las riberas crece el musgo muy verde.

Hay tramos donde hemos tenido que trepar por las rocas, teniendo mucho cuidado por que estaban mojadas y su superficie hace que se resbalen las manos y los pies. La vegetación te moja cuando la tocas y hay que tener cuidado con las incomodas y picantes zarzas. Pasamos por un trecho especialmente bonito con una prolongada visera sobre el curso de la rambla que recoge unos bellos helechos colgantes y resbalan goterones sobre la roca.

Hacemos toda la subida por la rambla solos, al final de trayecto nos cruzamos con un corredor un poco despistado que nos pregunta por el cruce que lleva a la fuente del Cejo.

Cuando el sol ilumina la parte alta de la sierra llegamos a lo más alto del cauce para tomar una pujante pendiente que desemboca al pie del Cejo en el paraje del Embudo, donde hacemos un receso para almorzar mirando al fondo el valle y dejando a los lados el largo cortado del Cejo y más lejos en cerro del Águila. Y como la atmosfera está limpia, muy limpia podemos ver con nitidez al fondo el Morrón de Sierra Espuña.

Empezamos a descender hasta llegar a la fuente del Cejo, que estaba vacía y seguimos hacia abajo por la senda del Cambrón. Aligeramos el paso dejando a ambos lados romeros, espartizales y zonas de pinos carrascos, para llegar a la casa del Cambrón donde se ubica el vallado caserón y pasamos junto a las margas mojadas donde brillan las vetas de yeso.

Nos hacemos el ultimo tramo del cauce en poco tiempo y llegamos a la carretera cuando en el cielo aparecen unos oscuros nubarrones, rozando las suelas en el asfalto para quitar de las botas la capa de barro. Terminamos la jornada tomando un reconstituyente aperitivo en el bar del Consejero, donde nos encontramos con otros caminantes.

Fue una hermosa jornada pateando la rocosa y frondosa rambla del Cambrón donde parece que nos hemos trasportado a un lugar más lejano, estando tan cercano. Muy recomendable.