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Alertan del alto nivel de contaminación que respiramos en varias poblaciones de la región.

Pese a la inestabilidad atmosférica, 1,2 millones de habitantes de la Región de Murcia respiraron aire contaminado durante 2018.

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Alertan del alto nivel de contaminación que respiramos en varias poblaciones de la región.

 El Informe anual de Calidad del Aire de Ecologistas en Acción concluye que cuatro quintas partes de la población y del territorio de la Región de Murcia estuvieron expuestos a unos niveles de contaminación que superan las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. En un año de abundantes lluvias, el cambio climático y el repunte en la quema de combustibles fósiles mantienen un problema que afecta a la salud de la ciudadanía, pero también a los cultivos, bosques y espacios naturales.

El informe elaborado por Ecologistas en Acción analiza los datos recogidos en casi 800 estaciones de medición instaladas en todo el Estado español, entre ellas sólo 9 situadas en la Región de Murcia.

En lo que respecta a la Región de Murcia, entre sus principales conclusiones, destacan:

– En 2018, se ha producido una reducción general de los niveles de contaminación de partículas en suspensión (PM10 y PM2,5), dióxido de nitrógeno (NO2) y dióxido de azufre (SO2), recuperando aparentemente la tendencia decreciente de estos contaminantes iniciada en 2008 con la crisis económica. La contaminación generada desde las ciudades de Murcia y Cartagena y la zona industrial del Valle de Escombreras se extiende por el territorio afectando a las zonas rurales en forma de ozono.

– El informe de Ecologistas en Acción toma como referencia los valores máximos de contaminación recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el objetivo a largo plazo para proteger la vegetación establecido por la Unión Europea. De acuerdo a esos niveles, el aire contaminado afectó en 2018 a la totalidad de la población de la Región de Murcia, salvo la de la zona Centro, sin información por la avería de la estación de Lorca, y a cuatro quintas partes del territorio.

– Si se toman los estándares de la normativa, más laxos que las recomendaciones de la OMS, la población que respiró aire contaminado por encima de los límites legales superaría el millón de habitantes en las zonas Norte, Centro, Valle de Escombreras y Murcia Ciudad. Y la superficie expuesta a niveles de contaminación que exceden de los legalmente permitidos para proteger los cultivos agrícolas y los ecosistemas naturales alcanzó 8.800 km2, tres cuartas partes del territorio murciano, excluido sólo el litoral.

– Las elevadas precipitaciones y la inestabilidad atmosférica han reducido los episodios de contaminación, contribuyendo de manera importante a mejorar la calidad general del aire. El invierno y el otoño han resultado húmedos, lo que ha favorecido la dispersión y deposición de los contaminantes típicamente invernales (NO2 y partículas). En cambio, pese a las fuertes lluvias primaverales, el prolongado calor estival ha mantenido elevadas los niveles de ozono.

– El ozono troposférico es el contaminante que presenta una mayor extensión y afección a la población, con unos niveles que se mantienen estacionarios o incluso al alza. Esto se debe al incremento de las temperaturas medias y de las situaciones meteorológicas extremas (olas de calor) durante el verano, como resultado del cambio climático. Durante 2018, por el prolongado calor estival, casi toda la población y el territorio murcianos han seguido expuestos a concentraciones de ozono peligrosas para la salud humana y vegetal, especialmente en las zonas rurales a sotavento de Cartagena y Murcia.

– Las partículas (PM10 y PM2,5) y el dióxido de azufre (SO2) también afectaron a dos terceras partes de la población, con especial incidencia en las ciudades de Murcia y Cartagena y en el Valle de Escombreras, aunque dentro de los límites legales, así como en el puerto de Escombreras (partículas PM10 y SO2), donde el año pasado se incumplió el límite legal diario de partículas PM10. Siguen, por tanto, siendo una seria amenaza para la salud, a pesar de que el año pasado se recuperó la tendencia a la baja de estos contaminantes que se inició en 2008, con la crisis económica.

– El descenso de la contaminación del aire es consecuencia en primera instancia de la coyuntura meteorológica, caracterizada por una mayor inestabilidad atmosférica, y en menor medida de la reducción de la producción eléctrica en centrales térmicas. No obstante, el cambio de ciclo económico está conllevando el aumento de la quema de combustibles fósiles en el transporte y la industria, recuperando los niveles del año 2012.

– La contaminación del aire debería abordarse como un problema de primer orden. Cada año se registran hasta 30.000 muertes prematuras en el Estado español por afecciones derivadas de la contaminación del aire, según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). La información a la ciudadanía no es ni adecuada ni ajustada a la gravedad del problema.

– Los costes sanitarios derivados de la contaminación atmosférica representan al menos 50.000 millones de dólares al año, un 3,5% del PIB español, según el Banco Mundial, sin considerar el coste de los daños provocados sobre los cultivos y los ecosistemas naturales.

– El Plan de Mejora de la Calidad del Aire de la Región de Murcia, aprobado por el Gobierno de Murcia en 2015, referido a la superación del valor límite legal de dióxido de nitrógeno en la capital, no parece haber tenido resultados prácticos en relación a la reducción del ozono troposférico, por lo que el Gobierno de Murcia ha elaborado un borrador de nuevo Plan orientado a mitigar este problema, cuyas medidas deben detallarse, programarse y presupuestarse para que resulten viables.

– La única forma de mejorar la contaminación del aire en las ciudades es disminuir el tráfico motorizado, potenciando el transporte público, la bicicleta y el tránsito peatonal. También es necesario promover el ahorro energético, adoptar las mejores técnicas industriales disponibles, cerrar las centrales térmicas de carbón, penalizar los vehículos diésel y declarar un área de control de las emisiones del transporte marítimo en el Mar Mediterráneo, como las del Báltico y el Mar del Norte.