Calnegre o cala negra fué bautizada por navegantes catalanes.
Calnegre debe su nombre a los navegantes catalanes, que bautizaron este paraje de escarpadas piedras negras, como Cala Negra. El topónimo fue derivando y terminó en Calnegre.
Y es que las calas de este lugar, son de los pocos rincones litorales de la Región que aún permanecen semivírgenes. Por ejemplo la Cala del Baño de las Señoritas (o de las Mujeres), donde antaño hombres y mujeres se bañaban en horas distintas y en cuya arena florecen olorosas azucenas de mar.
Hablando de flora y también de fauna. La poca o mucha biodiversidad que por aquí nos encontremos, ha tenido que hacer milagros para sobrevivir. Las temperaturas, aunque amortiguadas por la cercanía de mar, son de las más altas de la Región, con unos 19º de media anual.
Tarajes, higueras, albardines, palmeras datileras y espartizales; abundan en el lugar. También podemos encontrar algunos ejemplares de pino carrasco y plantaciones de almendro, algarrobos, eucaliptos, acacias y paleras.
Pero si hay una planta que merece mención especial, es sin duda la Enneapogon Persicus. Esta gramínea en peligro de extinción, es tan rara que no se le conoce nombre común en castellano. Lo de Persicus viene de Pérsico (Afganistán, Irán, Irak… y Murcia) ya que es una especie presente en aquella zona del planeta. Pero en Europa solo se encuentra en La Azohía y en la Punta del Císcar de Calnegre. Por estas rarezas botánicas el lugar es considerado como LIB (Lugar Interés Botánico).
La fauna destacada del lugar, empezaría por las rapaces como: el águila azor perdicera y el gavilán, que anidan en la cercana Sierra de Almenara. Sí está confirmada la nidificación en Calnegre del halcón peregrino y el Búho Real. Dentro de las aves marinas, abunda la gaviota patiamarilla y también se pueden ver gaviotas de Andouín y cormorán grande.
Entre los animales terrestres que sobresalen: sapo corredor, tortuga mora, lagarto ocelado y culebra bastarda. Mamíferos como el zorro, tejón y se sospecha la presencia de la esquiva garduña.
El pueblo antaño pesquero de Puntas de Calnegre, se asienta bajo la roca con su cumbre de La Panadera y sus no desdeñables 101 metros. No hay que olvidar que nos encontramos pegados al mar.
Otros núcleos de población como las pedanías lorquinas de Ramonete y El Garrobillo, han sido habitados desde tiempos prehistóricos: paleolítico medio, la Cueva del Palomarico; neolítico, la Cueva de Percheles; Eneolítico, la Cueva de Parazuelos; argárico y romanos, el Lomo de Bas; Edad del Bronce, el Cerro del Castillo de Ramonete; medieval, los restos de la Torre de Calnegre declarada BIC y que sirvió para dar aviso de los ataques de los piratas berberiscos e incluso refugiar a la escasa población que residía en el poblado.
Con la estabilidad del siglo XVIII se facilita la ocupación para la agricultura. De ahí que podemos encontrar alquerías, cortijos, aljibes, ceñas o norias de sangre como la de Cala Blanca. A partir de los años 70, esta agricultura se transformó en los actuales invernaderos.
También la población se dedicó a labores mineras. En el Lomo de Bas se extrajo hierro y plomo, hasta que cerraron las minas allá por los años 30.
Otro sitio singular es el Cuartel de Císcar o Síscar, junto a la cala de igual nombre, dedicado a la vigilancia del contrabando durante la postguerra.