COLECCIONISMO LORQUINO – Antonio Valero de Torres
Es ya en el siglo XVI cuando el coleccionismo de todo tipo empieza a brotar con objetos valiosos y raros, pero sobre todo bellos y lujosos.
Esto que empezó por ser un capricho o diversión de los monarcas, nobles y de príncipes de la Iglesia, con la llegada de la burguesía y la decadencia de la aristocracia, estas colecciones son donadas o compradas por los Estados. De estas colecciones de particulares, aventureros y nobles, surgen muchos de los museos actuales como El Prado, el Hermitage o los museos vaticanos.
Está en auge el rodearse de objetos bellos, y así vemos que el Papa Julio II colecciona pinturas de Raphael Sanzio; el rey francés Francisco I, se lleva a su palacio el cuadro de la Gioconda y Enrique VIII, rey inglés que tuvo seis esposas, se hizo retratar hasta por el pintor Hans Holbein.
Con la revolución francesa, el odio a la nobleza, propició el despojo de múltiples colecciones privadas, dando como fruto mas adelante la creación del museo del Louvre. Napoleón saqueó iglesias, conventos y hasta el Vaticano, para enriquecer el museo de París.
En Lorca siempre hemos tenido ilustres y afamados coleccionistas, pero en loor de la prudente concisión, solo vamos a citar a algunos de los que conocemos y son de notoria celebridad.
El mas antiguo del que tenemos noticia y datos fehacientes es el ilustre investigador, médico, biólogo y profesor de Ciencias Naturales del Colegio de la Purísima, don Francisco Cánovas Cobeño, nacido en Lorca en agosto de 1820, que coleccionaba flores, fósiles y vestigios de la antigüedad, recogidos por el en la sierras cercanas, creando un Gabinete de Ciencias Naturales, que fue el primero de la región, con mas de mil piezas y que al cerrarse este primer Instituto y ser trasladado a Murcia se llevó su importante museo, que actualmente está arrumbado en un trastero de un Instituto, cubierto de polvo y telarañas y que pese a los muchos requerimientos de las autoridades culturales y políticas de Lorca, durante largos años, se niegan a devolverlo.
Y ya en la actualidad continúa el coleccionismo de otro estilo, personajes que todos conocemos y que es justo citar por su entusiasmo y afición, en diversas materias.
Andrés Bastida, antiguo joyero al que el pintor Muñoz Barberán ha inmortalizado al poner su efigie en el techo del Teatro Guerra, está haciendo una labor encomiable, guardando todas las fotografías de los actores que desfilan por su escenario desde el año de su reconstrucción. Ya son 18 enormes tomos, lujosamente encuadernados, de fotos, prospectos, y escenas, que adornan su biblioteca, cuyo final debe ser el Archivo Municipal, para información y disfrute de futuras generaciones.
Enrique Elul Mené, jubilado de importante cargo directivo en un Ministerio y que por sus valiosos servicios profesionales fue condecorado con la Cruz de Isabel II; que tiene una inmensa colección de sellos, vitolas de puro y barajas de todos los países y épocas.
Juan Jódar Periago, único inventor conocido en la historia de Lorca, con 8 medallas de oro en certámenes internacionales, que atesora multitud de objetos de todo tipo en su Museo de la Plaza de España, – aún sin inaugurar-, pero muy admirado por las personas que lo han podido visitar.
La farmaceutica de la Virgen de las Huertas, Rosa Valero, que custodia una colección de mas de 800 frascos de medicinas antiguas, algunas de los siglos XVII y XVIII y otros objetos valiosos de la vieja apoteca.
José Martinez Vicente, que conserva como un tesoro mas de 80.000 prospectos de mano y murales en color, que ha reunido personalmente durante toda su vida laboral, como trabajador en los varios cines de Lorca.
Lázaro Fernández Martínez, magnífico director del Colegio de Santa María, y poseedor de miles de programas de cine en color, no solo de Lorca, sino de otras ciudades y de películas que no se habían programado en nuestros cines. Tenía una red de amigos aficionados a esta faceta que se permutaban los ejemplares mas raros y mas buscados. Decía que había empresas importantes que se dedicaban exclusivamente a este coleccionismo. Sus programas sirvieron para completar el libro sobre el cine en Lorca, titulado “Asombroso acontecimiento cinematográfico” que había propiciado la donación del matrimonio María de la Cruz Marín y Francisco Paredes Soriano al Ayuntamiento de su voluminosa colección de programas de películas proyectadas en Lorca y que fue recogido y perfectamente editado por el bondadoso alcalde Leoncio Collado.
Y muchos mas que no caben en este comentario y que en otro momento ya mencionaremos por ser también acreedores al conocimiento popular por su dispendioso y fantástico capricho del coleccionismo.
/ Foto del ilustre lorquino Cánovas Cobeño /.