DIA DE LA CONSTITUCION. (Artículo de José Munuera Lidón).
La paradoja es la siguiente: Quienes defienden la Constitución del 78 apoyan una carta de navegación que nos ha arrastrado hacia los acantilados del separatismo y quienes la atacan son precisamente los más beneficiados por una ley hecha a conveniencia de separatistas vascos y catalanes que en su momento la condicionaron, concibiendo un engendro conocido como la España de las Autonomías en la que nadie sabe dónde empieza el Estado ni donde acaba la autonomía y gracias a unos medios de comunicación vendidos al poder, hemos perdido el norte hasta el punto de que se nos presentan como contrapuestas dos partes de la administración cuya división se justificó en su día como complementaría creando unos gobiernos autonómicos que teóricamente no dejan de formar parte de la administración del estado, del mismo modo que lo es la administración local, pero que en la práctica se han convertido en administraciones con intereses contrapuestos donde los objetivos de sus dirigentes van en dirección opuesta apoyándose en multitud de banderas como ha hecho un militante del PP y presidente de Andalucía organizando también un día para la bandera blanca y verde.
Es el español un caso único en el mundo, aparentemente funcionó bien mientras hubo “mandanga” para todos, gracias a una corrupción económica que daba para enriquecer a familias como los Pujol y tantas constructoras beneficiadas con obra pública adjudicada mediante maletines. Nuestra Constitución es sin duda un sinsentido, para empezar porque no se cumple, el tribunal que debería velar por ello no hace bien su trabajo, eternizando recursos de inconstitucionalidad. Pero el mayor mal de nuestra carta magna es sencillamente que no cumple con la principal misión de cualquier constitución digna de llamarse así. Separar los poderes es la condición básica que define a una democracia ya que los poderes legislativo, ejecutivo y judicial han de ser independientes en origen. Eso significa en elecciones separadas, no puede ser que Pedro Sánchez haga las listas de quienes tienen que aprobar sus leyes en el congreso, y también nombre a los jueces o fiscales que tienen que vigilar su cumplimiento sentenciando la legalidad de sus actos de gobierno. Cuando todos los poderes del estado están en la mano de quien gobierna no se puede hablar de democracia formal del mismo modo que cuando los jugadores pueden coger el balón con la mano no se juega al futbol. La consecuencia de este autoengaño al que los españoles nos hemos acostumbrado es que llevamos demasiados años apoyándonos en un papel mojado que sustenta a este pollo sin cabeza en el que nos hemos convertido y al que solo le faltaba un fraudulento Doctor en economía como Pedro Sánchez, para mayor vergüenza del estamento universitario, sustentado por un electorado fiel que se define como socialista e incondicional y servilmente conforma la suela del zapato de Sánchez. La sandalia socialista es eso que los sociólogos llaman suelo electoral y permite a un partido, acostumbrado a tocar poder desde hace más de 40 años, aferrarse a delincuentes separatistas y filo-terroristas sin miedo a perder el zapato, demostrando que no es posible un cambio en España mientras aquéllos a los que esa suela pisotea prefieran ser machacados por los suyos antes que rectificar. Como ya dijera Felipe Gonzales “Rectificar es de sabios, pero de necios es rectificar cada día”. 02/06/2010.
Algunos no rectifican jamás.
José Munuera Lidón