EL MAQUIS DE LORCA.
Pedro el capito con su quinta fue movilizado, le tocó luchar en el frente de batalla, del lado republicano, y lo hizo demostrando arrojo y valor y al acabar la guerra, cuando los restos del ejército perdedor pasaron a Francia, Pedro, que era un rebelde con causa, se negó a dejar su tierra. Del arsenal que en la huida quedaba abandonado, el encontró una metralleta, cogió munición, la metió en una mochila y se la echó al hombro.
A pie, evitando caminos y carreteras, tardó varios días en llegar a Lorca. A los poco días, la guardia civil, ya se había enterado y estuvo buscándolo por la diputación. No tuvo más remedio que irse a la sierra, cambiando de sitio con frecuencia. Se arriesgaba mucho, pues a menudo bajaba al Campillo, a por víveres y algunas veces hasta ir a cenar con un amigo de la huerta, apellidado Ibarra.
Como su familia y amigos lo mantenían, no tenía necesidad de cometer delitos y se pasaban temporadas en que no lo buscaban, ni lo molestaban.
Por la radio Pirenaica, se iba enterando de la situación de los maquis de Andalucía, que cada vez iban siendo más perseguidos y capturados.
La guardia civil se aproximaba algunas veces a sus guaridas y vió que no tenía más remedio que marcharse.
Cuando ya quedaban muy pocos maquis, la situación empeoró, pues era ya un desafío para las autoridades y le mandaron a dos policías de Madrid, que en un unión de los de la secreta de Lorca, rodearon el cortijo abandonado en que se había refugiado, y con un altavoz, le conminaron a que saliera con los brazos en alto. Salió de inmediato, en paños menores y descalzo, pero lanzando ráfagas de metralla por todos lados. La policía no pudo detenerlo y se perdió en la oscuridad de la noche. Dijeron que un policía joven, de Lorca, se había situado en la misma dirección en que corría el huido y no pudieron disparar, por no herir al compañero.
Ideó una estrategia para salir de España y era que en la época en que los españoles iban a la vendimia francesa, su hermano se haría un pasaporte y había que convencer a un fotógrafo, para que manipulara la foto del visado, poniendo una foto suya.
Les costó trabajo encontrar al profesional que aceptara tan peligroso trabajo, pero al final lo encontraron
Era un fotógrafo que estaba en un primer piso de la esquina del actual bar la Confiteria, que era de Aguilas y le llamaban Pepe Matrán, que se prestó a realizar tan peligroso encargo; hizo un artístico trabajo, recortando la cara del pasaporte y pegando la de Pedro.
Con su pasaporte y una maleta de cartón, atada con cuerdas, por precaución, se montó en el tren en la estación de San Diego y se marchó a Francia, acompañado de varios lorquinos que iban a la vendimia y confundido con ellos, por el año 1955.
Como era joven, aguantó los 40 años de la Dictadura y un buen día apareció por la Corredera, saludando a los amigos y conocidos, y dando las gracias a los que le habían ayudado en los años de clandestinidad.