El origen de la subasta está en el hecho de la separación de la propiedad del agua de la de la tierra, que estaban unidas al hacer donación a la ciudad lorquina el rey Alfonso X el Sabio, que fue su conquistador. Al extenderse entonces los cultivos a mayor extensión que la que comprendía el primer reparto con su entandamiento de riego, por exigencias de la vida, fue para algunos indispensable comprar agua a los que les sobraba o no la utilizaban íntegramente, y a esos les tuvo cuenta sacar a la propiedad del agua un provecho que a la tierra no podían o no sabían sacárselo.
Se comenzó así la venta del agua y el procedimiento fue la subasta, la cual estaba organizada de la siguiente forma, según relata Musso y 1 Fontes : Todos los días del año, concurren para la subasta a una casa lla- 2 mada Alporchón , en la calle del Colmenarico, a espaldas en esquina opuesta a la de la sede de la Junta Social de Riegos. El que preside el acto, apunta en un cuaderno llamado libro de Alporchón los valores que ha tenido cada hila de su respectivo heredamiento; sus ayudantes toman nota de las porciones de agua que han de dar a cada uno de los brazales de que están encargados.
A la celebración de este acto se llama Alporchón, cuya voz trae su origen del árabe y de ella ha tomado el nombre el edificio donde se practica y también cada uno de los heredamientos. Primero se ejecuta el Alporchón en el de Sutullena, cuarto por cuarto (o sea un volumen fijo de agua, 66 litros por segundo en el espacio de cinco cuartos de hora), luego el de Tercia hila por hila (11,5 litros por segundo durante el día o la noche, cuya duración es variable en el transcurso del año), y por último se vende la dotación de Albacete, hila por hila también, del mismo marco que la de Tercia. El Pregonero de la subasta nombra la porción que se pone a la subasta; el Presidente en voz alta dice un Día o una Noche si es de Tercia o de Albacete o un Cuarto si es de Sutullena.
Enseguida los regantes lo empiezan a pujar y queda por remate el último que da mayor precio, el cual dice su nombre, y al momento, el oficial que hace de Secretario, que lleva los libros (llamados de subasta) lo apunta con el precio a continuación de la hila y el Fiel de libros lo hace solo del nombre de la hila y de su precio. Concluida la subas- ta del primer cuarto o hila repite el Presidente: otra, y se hace lo mismo hasta concluir.
Pero todo el malestar y la desazón que tantas veces se respira en estas subastas, aunque no se exteriorice en protestas ni en palabras, tiene su raíz, como se comprende, en la carestía de agua. No tiene otra solución tan pavoroso problema que agua y agua, este cuerpo de regan- tes es un enfermo cuya única medicina está en el pantano de Puentes, cuando la hay.
Los paliativos, los calmantes, son la justicia en las determinaciones, la verdad y franqueza en las relaciones para no des- pertar con un engaño, ni con dureza en el trato, ni con injustos actos, la fiebre y hasta el delirio en un organismo que, aunque tan agotado por cansancio y necesidad, resurge airado y violento cuando siente la opresión del agravio o la injusticia. La subasta es un mal, un mal muy grande, un acto donde se agotan energías de toda clase, es el acceso de fiebre del enfermo, pero ya se sabe que la fiebre es la manifestación de una defensa de la naturaleza y por lo tanto, como tal hay que tratarla.
Como en este caso, todos los esfuerzos han de ir dirigidos a cortar el mal de raíz con la única medicina posible: el agua. Soluciones difíciles de conseguir, pero que fueron solucionándose poco a poco.
Por Real Decreto Ley de 21 de diciembre de 1928, se autorizó a la Confederación Sindical Hidrográfica del Segura, para adquirir, en virtud de rescate voluntario, las aguas del r egadío de Lorca y del pantano de Puentes. Hecho este rescate se constituyó en primer lugar una Junta Social de Riegos de Lorca y más tarde una Junta Administrativa encargada de la justa distribución y administración de las aguas y del importe de lo recaudado en la subasta diaria de las aguas.
Esta nueva Junta continuó administrando el regadío hasta el año 1979, en el que se creó la Comunidad de Regantes. El Decreto de 25 de abril de 1953, daba un excedente de regulación media anual de 31 millones de metros cúbicos, puestos en el partidor de cabeza de los riegos tradicionales. Fue un paso muy importante para suprimir las subastas, que terminaron el día 25 de marzo de 1960.
En los primeros años de la década de 1960, se terminó la primera fase del Plan de mejoras del regadío de esa comarca, con la incorporación de caudales provenientes de pozos al partidor general que era la Casa Mata, entre otras obras.
Posteriormente la llegada de las aguas del Tajo y la modernización de sus regadíos, abrieron un nuevo capítulo al regadío de Lorca y pese a todos los esfuerzos para dotar de más agua a esa comarca, el enfermo seguirá teniendo fiebre.