La villa de Lorca se fue constituyendo a partir del urbanismo islámico preexistente dentro del espacio que delimitaban unas sólidas murallas.
Tras la capitulación de Lorca en 1244 al infante Alfonso, los castellanos se limitaron a ocupar la alcazaba continuando la madına siendo musulmana.
Entre 1244 y 1257 se produjo un período de paz y de relativo respeto, lo que supuso una dualidad de espacios y costumbres, mientras en el castillo los castellanos comienzan a construir las torres Alfonsina y del Espolón, así como la primera iglesia para la práctica del culto cristiano, en la ciudad y su alfoz continúan las
costumbres y el culto islámico.
En pocos años se fueron quitando a los musulmanes tierras y concesiones, provocando la sublevación de los mudéjares en 1264.
Después de sofocada la mencionada rebelión en 1266, los cristianos se establecieron definitivamente en la medina, generando un modelo urbano diferente al andalusí.
La villa de Lorca continúa necesitando las murallas construidas en el siglo XII, ya que se ha configurado en un imprescindible bastión de la frontera oriental con el Reino de Granada.
Comienza desde finales del siglo XIII un lento proceso de reformas de las estructuras defensivas construidas con tapial:
se consolidan, se rehacen y se reconstruyen varios de los
lienzos del recinto amurallado a base de mampuestos de
piedra, se forran algunos de los torreones (Colegio de la
Purísima), se abren portillos (Madres Mercedarias) y
nuevos accesos como la Puerta Nueva y se reforman las
puertas de San Ginés y de Gil de Ricla.
Varias mezquitas fueron transformadas tras la conquista en iglesias, hecho éste que ha sido constatado en la ciudad de Murcia.
En Lorca Jaime I pudo convertir también la mezquita aljama en la iglesia de Santa María, con este hecho no solo cambió el culto islámico por el cristiano, sino que eliminó uno de los edificios
principales que constituía la madina.
Junto a esta iglesia se abrió una placeta, lugar de bazares y tenderetes, donde aún en el siglo XV tenía su tienda el artesano y
orífice Solimán Malequí.
A principios del siglo XIV se funda la iglesia de San Jorge junto a la muralla, para lo cual se tuvieron que eliminar algunas de las casas precedentes. Entorno al nuevo edificio religioso se crean nuevas calles y lugares públicos, conocidos por los documentos como la Plaza de Adentro y el atrio de la iglesia de San Jorge, en cuyas inmediaciones se ubicaban las salas del Concejo en una
de las torres de la puerta de Gil de Ricla.
Los cementerios dejaron de estar extramuros para pasar a estar bajo las iglesias y junto a ellas. Comienzan a llegar las ordenes religiosas, los primeros fueron los trinitarios y con éstos pudieron llegar también los mercedarios, que se instalaron en el castillo, siendo su principal misión la redención de cautivos, hecho que pudieron desempeñar perfectamente en una ciudad fronteri-
za.
Durante los siglos XIV y XV, la judería estuvo emplazada en el interior del castillo ocupando un amplio espacio del barrio de Alcalá, en las inmediaciones de la puerta de la fortaleza y a las espaldas de la iglesia de San Clemente.
A lo largo de casi 250 años, tanto la Corona como el Concejo están continuamente invirtiendo en el mantenimiento y reparación de las murallas de la fortaleza y de la importante villa fronteriza, que a partir del 5 de marzo de 1442 pasó a ser noble ciudad por privilegio de Juan II de Castilla.
Cuando se alejó la frontera con el Reino de Granada, las defensas de la ciudad dejaron de tener utilidad y pasaron a censarse por el Concejo desde al menos el año 1470. La muralla se reutilizó para la cimentación de viviendas, las torres como casas principalmente en las calles Zapatería y de los Pozos y el foso para solares.