Inicio Mi Rinconcico Andrés Martínez Rodríguez APRENDER A MIRAR CON OJOS HISTÓRICOS

APRENDER A MIRAR CON OJOS HISTÓRICOS

Iba andando por la calle Marmolico hacia la plaza del Caño y al mirar al fondo de la calle, me he encontrado con la fachada de la colegiata de San Patricio, estaba enmarcada por el característico azul del cielo lorquino y por las paredes de los edificios de esta travesía.

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APRENDER A MIRAR CON OJOS HISTÓRICOS

Iba andando por la calle Marmolico hacia la plaza del Caño y al mirar al fondo de la calle, me he encontrado con la fachada de la colegiata de San Patricio, estaba enmarcada por el característico azul del cielo lorquino y por las paredes de los edificios de esta travesía. La claridad y luminosidad del mediodía hacían que al mirar las nobles piedras de la portada talladas en la franca roca, se distinguieran con nitidez los arquitrabes, las molduras, los nichos, las grandes volutas e incluso los detalles de los rostros de los angelotes y santos que forman parte de la ornamentación de la colegiata. Cuando entro en la plaza del Caño y estoy contemplando los racimos de flores y frutos que descansan en la curva de las grandes volutas dispuestas junto a los ángeles trompeteros, veo venir a unos niños riendo y entonces recuerdo la cantidad de veces que me había divertido jugando en esta plaza tras salir de la academia de matemáticas de D. José García Mulero, ubicada junto al pilón del caño en un antiguo horno de pan que abría a la plaza y entonces recapacito sobre la cantidad de veces que había mirado la fachada de la colegiata sin verla, en aquellos años de la infancia y de la adolescencia.

Fue en una clase de Historia del Arte en el instituto cuando fui consciente de lo importante y bella que era la colegiata de San Patricio. Se habían bajado las persianas del aula, se escuchaba el primer clic del mando y como el carro de diapositivas avanzaba para proyectar la primera imagen de una gran escultura en piedra iluminando la pantalla. ¿Sabéis de quien se trata?, preguntó la profesora Dª María Luisa García Mulero, nadie respondió y entonces comenzó a explicar de forma amena e interesante la historia de la escultura y de la colegiata de San Patricio en cuya fachada se encontraba el santo, mientras iba pasando las diapositivas.

Esa tarde cuando pasé por delante de la colegiata para ir a la academia de matemáticas, me detuve ante la fachada y busqué la escultura de San Patricio en cuya cabeza había parada una paloma. Y recordando las explicaciones contemplé por primera vez con interés la imponente fachada.

Cada uno miramos de forma diferente una obra de arte, un monumento o un resto arqueológico, pero hacerlo con conocimiento suele ser gratificante. San Patricio es uno de los numerosos edificios históricos de Lorca, puede que el más importante, pero hay muchos más que están ahí y esperan para ser mirados calmosamente con ojos históricos.