El aeródromo de Lorca en la Guerra civil española.
será atacada a las afueras de Murcia, la fábrica de guerra núm. 20, la de la pólvora de La Ñora, y continuará el castigo a la ciudad departamental, y en 1938 se unen nuevos objetivos murcianos: Águilas, Mazarrón y la base de La Ribera, y aunque la construcción de un nuevo campo de aviación en Lorca llevaba ya meses de trabajo, va a ser uno de esos ataques al aeródromo
18 de julio, el que va a provocar la llegada de algo más que otra pista de aterrizaje, una escuela de aviación entera.
Allí estaba situada la Escuela de Vuelo y Combate de la aviación republicana, así como el Cuadro Eventual de los Chato (pilotos con este curso terminado, y que en sus fases finales se hacía con el caza Polikarpov I-15, conocido por sus pilotos como Chato).
Los desperfectos causados por el Zapatones (así se le llamaba a este bombardero a baja cota, visto por muchos de los alumnos del curso que a esa hora hacían gimnasia) se centraron en los hangares y depósitos de gasolina que provocaron grandes incendios. La base fue bombardeada de nuevo en las
noches y madrugadas del 10, 14 y 15 de octubre, y el 2 de noviembre, siempre por estos Zapatones, con resultados de carácter mediocre, pero que bastaron para frenar el trabajo de formación y entrenamiento que allí se llevaba a cabo. Toda la infraestructura de pistas estaba intacta, no así los hangares, pero este objetivo estaba ya bien localizado y era arriesgado continuar con sus actividades. Pronto fueron a trasladarse a otro lugar más oculto, y no valían los aeródromos conocidos o los que hay en el eje de la carretera nacional N-340. Las Cuevas de Reyllo estaba lleno de bombarderos Katiuska en el mes de octubre de 1938. Y en ese momento, final de mes, surge otra opción nueva, el campo de aviación de Lorca, el nuevo, bien oculto a los ojos de todos, casi en medio del valle, La Alcanara. Aunque habían empezado los traslados a otros aeródromos el día 21 de septiembre (El Palmar y Alcantarilla), se decidía el mes siguiente el emplazamiento de esta escuela y su cuadro eventual, y esta vez iba a ser un lugar mucho más discreto y alejado. Así, el 29 de octubre ya llegaban aquí los primeros aviones, y no era un mero tránsito, venían para quedarse.
La jefatura de instrucción del arma aérea, localizaba un paraje situado en El Esparragal, alejado de las carreteras de Lorca a Águilas y a Pulpí, y por supuesto de la carretera nacional. Un terreno conocido como El Saladar, finca de Bujércal, iba a ser preparado para campo de aterrizaje. Desde el verano de 1938 en que comienzan los trabajos, hasta la llegada de los primeros aparatos, pasó poco tiempo. En pocos meses el terreno fue aplanado y preparado para recibir a los aviones de la Escuela de Vuelo y Combate, en vez de los cultivos habituales.
Lo más complicado parecería darle el nombre al campo de aviación:
– LORCA, ciudad de referencia donde se instalarían todos los servicios relativos, lugar de la vida de los pilotos y personal del campo, a la manera en que Totana le daba el nombre al campo cercano y a su escuela; nombre utilizado por los jefes de aviación y los lorquinos.
– SALADAR, zona inundable del valle del Guadalentín, término municipal de Lorca, pero en el que solo se asientan las construcciones auxiliares y no la pista de vuelo; curiosamente los vecinos del Campillo suelen nombrar así al campo de aviación, y también varios pilotos que en él volaron en la guerra.
– ESPARRAGAL, pedanía donde pertenecen los linderos sureños del aeródromo, entonces de Lorca, hoy del término municipal de Puerto Lumbreras; precisamente con este nombre se indican los fallecimientos en el Registro Civil de Lorca acaecidos en el campo de vuelo.
– BUJERCAL, finca enorme en la que se asentaba el campo de vuelo, lindante al Saladar, al otro lado del camino de Los Valencianos; así nombrado por los vecinos del aeródromo y en algunos escritos de los pilotos que en él volaron.
– ALCANARA, finca cercana al aeródromo y que da nombre a la carretera de la Alcanara de siempre, hoy llamada de la Almenara, que pasaba por el lindero del campo de vuelo; este nombre, aparentemente el menos apropiado es en cambio el que aparece como bueno en los documentos de aviación de los años 1939 y 1940, informes, listados, croquis y planos.
– EL CAMPILLO o PURIAS, también han sido asociados al aeródromo pero de manera más secundaria y no en documentos oficiales.
EL AERÓDROMO DE LORCA EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
El aeródromo quedaba a unos once kilómetros del centro de Lorca. Varios edificios, que quedaban en el perímetro, fueron utilizados por el personal de aviación, unos 200 hombres: casa de la finca de La Alcanara, Rasera, de los Abades, algunas de ellas todavía hoy en pie. Todas estas casas de la zona no eran problema de cara a despegues o aterrizajes, pero sí algunos grande eucaliptos por la zona de los Abades. No se hicieron refugios, pero tampoco polvorines, sobre todo al almacenar solo las balas para los aviones armados, ya que todos eran de caza.
Los pilotos llegaron en autocar a Lorca el 7 de noviembre de 1938, desde Alcantarilla casi todos, y con la anécdota de que el conductor enfermó de bronconeumonía y tuvo que ser ingresado al llegar, en el Hospital de Lorca hasta el final de la guerra. Algunos de los pilotos fueron a visitarlo durante su estancia en la ciudad. El campo no estaba terminado ese día pues al llegar los pilotos vieron a una brigada de hombres allanando los bancales con unos tableros tirados por mulos. Igualmente el hangar que se usaría como taller de reparaciones no estaba terminado. Se había precipitado el traslado debido a los bombardeos aéreos. Ya el mismo día 7 volaron algunas avionetas Caudron con los pilotos del Cuadro Eventual, desde Alcantarilla; y el día 12 del mismo mes lo hacían varias Moth y Tiger Moth.
- Autores: Miguel Santiago Puchol Franco
- Localización: Alberca: Revista de la Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Lorca, ISSN 1697-2708, Nº. 15, 2017, págs. 389-414