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¿SON SEGUROS NUESTROS ÁRBOLES? por Antonio de Cayetano

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¿SON SEGUROS NUESTROS ÁRBOLES? por Antonio de Cayetano.

Varios de los artículos que publico por aquí, los tengo preparados algún tiempo antes, divulgándolos luego con motivo de algún acontecimiento o efeméride, siendo este el caso del preparado para el día de hoy o el que tengo dispuesto para el próximo miércoles. Pero esta vez, la casualidad o la ola de calor, han querido que el pasado viernes, cuando ya estaba terminado de escribir el contenido de esta publicación, se viniese abajo parte del ficus de la plaza de Santo Domingo de Murcia, hecho que afortunadamente no ha ocasionado víctimas mortales, pero sí que por su aparatosidad, convierte en actualidad el tema previsto para esta fecha, que no era otro que el de la seguridad de nuestros árboles urbanos.

Hoy 21 de junio ha comenzado el verano, época en que suelen dar la cara los daños de los árboles a consecuencia de sus plagas, así como sufrir situaciones de estrés por las altas temperaturas, hechos que motivan la caída de sus ramas. También hoy se cumplen tres años de la muerte de un hombre por el desprendimiento de una rama en el parque del Retiro, era un militar de 38 años que acompañado de sus dos hijos de corta edad, se encontraba sobre un banco situado bajo una falsa acacia. Por suerte solo fue él la victima de esta desgracia, pero no la única de aquel verano en Madrid, ya que el 8 de septiembre, otro hombre de 72 años murió también aplastado por una rama de un olmo en el barrio de Vallecas.

Caida de rama de ficus en plaza Santo Domingo Murcia Junio 2017

Los días 19 y 20 de julio se cayeron dos árboles más en el parque del Retiro, aunque esta vez sin causar víctimas, siendo los dos ejemplares un pino y un cedro que aparentemente estaban sanos. Fue tras estas nuevas caídas cuando se creó una comisión de expertos para evaluar el estado de los árboles del parque y otras zonas verdes de la ciudad. Así tras la evaluación de los entendidos, en los tres meses siguientes, hubo que eliminar hasta 187 árboles que se encontraban en mal estado al ser un peligro para la integridad de los ciudadanos. También se sometieron a una enérgica poda un total de 534 árboles más, siguiendo con este plan de choque en 2015, año en el que se talaron más de 1000 olmos, en su mayoría en la Casa de Campo, infectados todos por grafiosis, un hongo para el que no existe cura y que provoca la muerte inmediata del árbol.

Pero todas estas medidas, no impidieron que otro hombre de 58 años muriera el 12 de julio del pasado año en el distrito de Moratalaz, al caerle una rama cuando se encontraba sentado en un banco de una zona ajardinada. Como tampoco las protestas y escritos, que los vecinos de un barrio de Toledo habían realizado ante el ayuntamiento, para que se actuara sobre unos viejos y frondosos árboles que había en la plaza del Solar de Antequeruela, impidieron que una niña de 12 años perdiera la vida el pasado 13 de marzo al ser alcanzada por una rama que se desprendió de un olmo cuando esta salía de un colegio próximo. Fue tras la tragedia, cuando el ayuntamiento toledano anunció que la poda de esos árboles iba a ser inminente.

Es lo que siempre sucede, que tiene que haber una víctima para que la administración actúe, cuando más vale prevenir que lamentar, tal como dice el viejo refrán. Siempre es preferible tomar las precauciones necesarias antes de que pase una desgracia y no actuar como consecuencia de la misma. Ya pasó en la ciudad de Murcia con el centenario ficus de la plaza de Santo Domingo, que tras la muerte de un hombre en mayo de 2000, se le realizó una poda por parte de especialistas en este tipo de arbolado y se le rodeó de de una pérgola metálica, con el fin de impedir que futuros desprendimientos de sus ramas lleguen al suelo, aunque la seguridad siempre dependerá de la parte del árbol de donde caigan y del peso de las mismas.

También en Lorca una rama mató a una mujer en los años sesenta con motivo de una tormenta, fue en las alamedas, cuando la víctima se resguardaba de la lluvia bajo el árbol. Años después, en una finca particular de la pedanía de Campillo, otra mujer natural de La Parroquia fue alcanzada por una rama de higuera, dejando a esta en silla de ruedas para el resto de su vida. Los árboles son necesarios en las ciudades, nos dan sombra y frescor en verano, mejoran la salud física y mental y aumentan la calidad del aire que respiramos. En definitiva nos hacen la vida más saludable, pero también al mismo tiempo pueden ser un riesgo para la integridad física de los viandantes, no solo por no estar sanos o por una poda deficiente, sino también por la falta de hidratación en días de extremo calor o por un sistema de riego inadecuado, solo superficial, que hace que las raíces no tengan que profundizar en el suelo para buscar la humedad, quedando estas muy superficiales, menos densas y con apenas anclaje al terreno donde están ubicadas.

En la primera de las imágenes que muestro, se ve un ejemplar de ciprés de monterrey con una exagerada inclinación, pero no es el único, son varios de esa zona los que tienen seriamente comprometida su estabilidad. Son árboles que fueron plantados en grupos entre sí o con otros, sin tener en cuenta su desarrollo posterior y que una vez adultos se han ido inclinando en busca de la luz solar, cosa favorecida también por su poco anclaje al suelo, siendo un riesgo para los paseantes de este lugar, lugar muy frecuentado por niños al estar situado junto al parque infantil y donde ya se ha tenido que eliminar alguno por el mismo motivo. También existen unos pinos con demasiada inclinación en la zona verde de la residencia de pensionistas Domingo Sastre, árboles que están descuidados y que en busca de la luz se han ido inclinando peligrosamente para la acera de la alameda de Cervantes. Pero el árbol que en mi opinión ofrece más peligro, es el olmo que muestro en la otra fotografía, ya que este tiene una gran superficie hueca y está situado también junto a la valla perimetral del parque infantil, siendo varios los olmos que se encuentran en estas condiciones en las viejas alamedas.

No pido que se eliminen estos centenarios olmos que tenemos en el gran pulmón verde de la ciudad, pero sí que se les haga un seguimiento especial por parte de los expertos, ya que la seguridad de los transeúntes y de los que hacen uso del parque puede estar en peligro. Las oquedades son normales en estos árboles viejos y aunque el centro esté hueco, la sabia sigue circulando por ellos, pero no es menos cierto que el árbol se va debilitando, siendo albergue de parásitos, hongos y otras bacterias o plagas, aparte de que cuando son viejos, también las patologías en sus raíces afectan bastante a su estabilidad. Son muchos los olmos centenarios que están cayendo en los últimos meses y años en nuestro país y en el resto del mundo, la mayoría afectados por grafiosis, una enfermedad fúngica que se trasmite a través de un escarabajo, algo similar a lo que pasa con el picudo de las palmeras. En nuestros olmos no se aprecia todavía el amarillamiento de sus hojas, señal inequívoca de que han sido atacados por la enfermedad y de que su muerte es inmediata, pero sí que se observan las típicas cavidades y grietas que dejan los hongos y las grandes manchas aceitosas en la vertical de sus troncos, indicio de que no gozan de buena salud, siendo deplorable el estado de algunos ejemplares.

Los juristas nos dicen muy a menudo, que ante la duda, es preferible dejar a un delincuente en la calle que a un inocente en la cárcel, y eso también se puede aplicar para los árboles, pues siempre será mejor talar un árbol que ofrezca un cierto riesgo de caída, a que se ponga en juego la vida de las personas. Pero tampoco un árbol con apariencia sana nos garantiza nada, ya hemos visto lo que pasó en Madrid en el verano de 2014, que en contra de lo que se pueda pensar por el buen tiempo reinante, en esta época de calor son más frecuentes los desprendimientos de ramas de árboles, sobre todo por el llamado estrés hídrico y térmico, ya que como cualquier otro ser vivo, también los árboles sufren como consecuencia de las altas temperaturas, la inexistencia de precipitaciones y la falta de humedad, situación que provoca la pérdida de hojas y ramas, con el fin de conseguir una mejor regulación en el resto del árbol.

Aquí no tenemos grandes árboles monumentales que son los más peligrosos ante estas situaciones, pero aparte de los viejos olmos, sí que tenemos algunos de gran porte, como son los plataneros orientales situados en la plaza de Don Juan Moreno y algunas alamedas, el ficus que hay en la confluencia de la calle Abenhalaj con Avd. de Portugal, el grandioso pino canario situado en el jardín del Huerto Ruano y los eucaliptus de la barriada de la Virgen de las Huertas, árboles que deberían de ser sometidos a un seguimiento constante, así como eliminar las ramas muertas que algunos de ellos contienen. También hay que eliminar de nuestros espacios públicos los árboles que se encuentran completamente secos, ya que aparte de su peligrosidad, hacen que se propaguen las plagas que ellos encierran, siendo varios los árboles que se encuentran ya muchos años en esta vergonzosa situación, unos en recintos de centros educativos como es el caso del jardín del instituto Ibáñez Martín y otros por diferentes lugares de la ciudad, como el subterráneo de la vía férrea junto a la plaza de toros, en la zona verde entre la estación y el parque infantil, en las alamedas de los Tristes, José Rodríguez, Margarita Lozano y Virgen de las Huertas o en las calles de Tomas de Aquino Arderius y Juan Antonio Dimas.

Me parece bien que se protejan los ejemplares longevos, pero teniendo en cuenta que la edad y la esperanza de vida es limitada, no debemos de mantener a toda costa árboles con una edad muy avanzada llenos de podredumbres y plagas, y más si estos son una amenaza para las personas o bienes. Ponemos el grito en el cielo cuando se tala un árbol, pero sin embargo no exigimos con la misma fuerza que estos se mantengan en las debidas condiciones, pues es lamentable observar como algunos llevan muchos años sin podar, con un montón de ramas muertas que terminan por secarlos, cuando con una poda de rejuvenecimiento se pudieran salvar. Igualmente no nos preocupamos de su renovación, teniendo nuestras calles y espacios verdes llenos de troncas de árboles que se han ido talado por diferentes razones, cuando esas troncas se debían de haber sacado y haber puesto en su lugar nuevos árboles, árboles duraderos, de especies resistentes a plagas, evitando los de crecimiento rápido pero de corta vida, o los de madera débil que quiebra ante los fuertes vientos.

Lo que no es de recibo, es que se nos prohíba el paso por las alamedas cuando hace viento, cuando lo que hay que hacer es minimizar su riesgo con el cuidado y poda apropiada, así como plantar los árboles en el espacio adecuado y pensando en su futuro desarrollo, no como se está haciendo en nuestra ciudad, donde recientemente se han plantado árboles que tras su crecimiento habrá que eliminarlos, como es el caso de la nueva rotonda del puente de Vallecas, donde el primer árbol lo han sacado sorprendentemente de su alineación y lo han colocado junto a la calzada, por lo que tras su crecimiento posterior, impedirá el buen desarrollo del tráfico, teniéndolo entonces que podar enérgicamente o incluso talar. Por el contrario en la zona del Ventarique, (Virgen de las Huertas) donde se podían haber plantado árboles de gran porte, se han colocado adelfas, cuando el baladre es más propio de jardines que como árbol de alineación en calles.

ADELFA EN JARDIN
La adelfa es una planta muy venenosa y totalmente desaconsejada para uso particular con acciones muy fuertes sobre el corazón en dosis pequeñas, por esta razón su uso debe estar sujeto a control médico. En España la venta de esta planta al público, así como la de sus preparados, está prohibida por razón de su toxicidad y su uso y comercialización se restringe a la elaboración de especialidades farmacéuticas, cepas homeopáticas y a la investigación.

Por cierto, que también las adelfas son un riesgo en los espacios públicos, no porque maten a alguien sus ramas, sino por su elevada toxicidad, siendo una de las plantas más venenosas que existen. En junio de 2014, una niña de siete años se intoxicó en Alcalá de Henares jugando con un ramillete de flores de este arbusto, cuentan que solo las tuvo en sus manos, que no se las llevo a la boca, pero fue lo suficiente para que se viese afectada, hecho que provocó que el partido Ciudadanos pidiese la eliminación de esta planta de todos los jardines de la ciudad. La verdad es que la toxicidad de este arbusto puede llegar a provocar incluso un paro cardiaco, pero tampoco nadie vamos comiéndonos por ahí las hojas de las plantas que encontramos, aparte de que las podemos tener en casa junto con otras que son también venenosas, aunque no es lo mismo, ya que mientras en nuestras casas siempre estamos atentos a los peligros de cualquier índole, concienciando a los niños del posible riego, los peligros de los espacios públicos son diferentes y este de las adelfas puede ser uno.

La adelfa es una planta muy representada en nuestros espacios verdes, una planta dura que se adapta a todos los suelos y aguanta bien la sequia, floreciendo entre abril y octubre y llenando de color nuestras hermosas alamedas, estando también presente en parques como los de San José y La Viña, y sobre todo a ambos márgenes de la vía que comunica la parte alta de este barrio con el de San Antonio. No es cuestión de quitarla ahora y sustituirla por otras plantas menos nocivas, pero tampoco conociendo sus efectos (ya se hablaba de su toxicidad en las crónicas de la guerra de la Independencia), seguir plantándola en espacios urbanos y menos aún en recintos escolares, como sucede en el colegio Alfonso X el Sabio.

La vida en si está llena de peligros, peligros de los que tampoco nuestros hogares están libres, sobre todo de los productos tóxicos que utilizamos a diario, pero al igual que en estos productos nos indican sus etiquetas el riesgo que conllevan, no estaría de más, que en los jardines públicos donde se encuentra esta planta, se advirtiera con un cartelito del peligro de su toxicidad y especialmente en los lugares frecuentados por niños, como es el caso de los que hay junto al parque infantil de la alameda de la Virgen de las Huertas.