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De pesca por el desierto

Unas 300 personas acuden a la llamada de GeoLorca, una iniciativa para promocionar el patrimonio geológico

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LORCA- 16/5/2015. Ruta Geolorca

Unas 300 personas, algunas venidas desde Murcia y Cartagena, participaron en GeoLorca, una iniciativa para conocer la falla de Alhama de Murcia y el patrimonio geológico asociado a ella en el municipio, y más concretamente en una zona de Barranco Hondo. El reciente aniversario del terremoto era la excusa, pero la idea es promocionar el conocimiento del entorno de la ciudad.

Once geólogos, procedentes de varias universidades, se convirtieron en guías para explicar a los asistentes los diversos aspectos en que se había dividido el itinerario. Observar con microscopio los minúsculos fósiles que se pueden encontrar en el terreno fue una de las etapas que mayor interés despertó, especialmente entre los más jóvenes.

Pero, sin lugar a dudas, en donde la sorpresa fue mayor, fue al llegar a la etapa irónicamente titulada ‘Pescando en los mares del pasado’. Hasta estaba preparada, de modo simbólico, una caña de pescar y el guía bromeó con que se llegaba con varios miles de años de retraso. Explicaciones sobre lo que había sido la cuenca marina de Lorca, bien comunicada con el mar abierto y el proceso por el que desapareció, lo que justifica la abundancia de fósiles de peces de distintos tipos, además, de insectos, algas, cangrejos, gambas, sepias… Todos con una edad aproximada de 7,7 millones de años.

Lo que se dice pescar, no se pudo practicar, pero sí se ofreció la oportunidad de ver una amplia colección de fotos de fósiles encontrados en esta zona de Lorca, guardados en Murcia a la espera de un museo en que exponerlos. Algunos de los asistentes comentaron que lo ideal es que ese museo geológico, con la falla como elemento central, debería estar en Lorca. Otro aspecto fue el relativo al paisaje en Barranco Hondo, en buena parte condicionado con la existencia de un roca llamada marga, sobre la que han actuado, a lo largo de millones de años, las lluvias torrenciales provocando, al arrastrar la arcilla y otros elementos, curiosos barrancos. La parte final del recorrido de 3,8 kilómetros, estuvo dedicada a la riqueza mineral de la zona y su aprovechamiento, especialmente el del azufre.