EL GALLO BAJA, EL GALLO SUBE – Francisco J. Motos.
Hacía algún tiempo que no veía el programa de Eurovisión de la canción, y mientras estaba en actitud expectante ante el televisor, recordé porque no lo había hecho en años anteriores. La evidencia, a veces, es lo último que somos capaces de detectar.
Mientras iba visionando los sucesivos representantes de los diferentes países que participan, tuve la más absoluta convicción que muchos de los atuendos y estilos me sonaban mucho. Llegué a la conclusión, no sé si a vosotros os pasaría algo parecido, que esas formas escénicas y aún más, algunas de las melodías, ya se habían visto en nuestro país allá por los lejanos años ochenta.
Que España fuera capaz, hace más de treinta años, de marcar una pauta, en aquellos días rupturista, fresca y creativa, que parezca hoy novedosa en Eurovisión, dice mucho de lo que nos pasa a nosotros en pleno 2017.
¿Cómo hemos podido olvidar que fuimos pioneros en aquellos años?, y que cuando nos ponemos, todos remando en la misma dirección, somos capaces de cualquier cosa. Hecho este que queda demostrado por el inagotable caudal creativo que asombró al mundo en los años ochenta, y que aún a día de hoy sigue siendo fuente de inspiración en otros países, hasta el punto de querer vendérnoslo como algo nuevo.
O es que a alguien se le escapa lo mucho que sonaban algunas melodías a lo que hiciera el gran Tino Casal, y que algunas indumentarias eran copias, más o menos disimuladas, de lo que él mismo llevara tiempo atrás.
Y en lugar de aprovechar todos esos recursos que están aquí ya, que como decía maravillaron al mundo, vamos y nos embarcamos en si el gallo baja o el gallo sube. Y en esta ocasión, temas políticos a parte, merecimos ser los últimos sin ningún lugar a dudas.
La responsabilidad no es del tal Manel, que vio una oportunidad de darse a conocer en el mencionado concurso, y es algo muy humano por otra parte, calidad interpretativa aparte, dicho sea de paso.
A quien hay que asignarle las culpas es a quien no es capaz año tras año de hacer una selección digna de un país como el nuestro, que tiene un nivel creativo de primer orden, y que acaba siendo despreciado y tirado por los suelos cuando no se hace una elección acorde a esa realidad y potencial que representa nuestro país.
¡Si Tino Casal levantara la cabeza seguro que correría a gorrazos a más de uno!