La antigua colegiata de San Patricio de Lorca (aunque comúnmente sigue siendo llamada colegiata de San Patricio), es un edificio de estilo renacentista declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional por decreto del 27 de enero de 1941.
La Colegiata es la piedra angular del conjunto monumental de la Plaza de España, junto al Ayuntamiento, el Palacio del Corregidor y las Salas Capitulares.
Es el principal templo de la ciudad, construido entre los siglos XVI-XVIII, en conmemoración de la victoria alcanzada en la batalla de los Alporchones el 17 de marzo, festividad de San Patricio, del año 1452, que enfrentó a los habitantes de la ciudad con huestes musulmanas procedentes de Granada.
Fue concebida con proporciones catedralicias y erigida como ‘Colegial Insigne’ por Bula de Clemente VII, sobre la vieja iglesia de San Jorge. Iniciada las obras hacia 1536, se prolongaron durante aproximadamente 250 años, concluyendo con la cubierta del último cuerpo de la torre en 1780.
Declarada Monumento Histórico-Artístico por decreto el 27 de enero de 1941, merece la pena apreciar detenidamente su Portada Principal, junto a la Catedral de Murcia los dos únicos exponentes de imafrontes monumentales en la Región, tanto como su interior, de estilo renacentista, que consta de tres naves con 12 capillas laterales 8 en la girola, Coro, Transcoro, Sacristía, además del Altar Mayor.
Esta Colegiata es la única en España que se encuentra bajo la advocación de San Patricio. La dedicación al santo irlandés, tiene su origen en la batalla de Los Alporchones, librada el 17 de marzo de 1452 (día de San Patricio), y que enfrentó a los habitantes de la ciudad y de otras partes del antiguo reino de Murcia con huestes musulmanas procedentes de Granada que habían asolado la comarca de Cartagena.
Las obras comenzaron, por bula del papa Clemente VII en 1533 sobre la vieja iglesia de San Jorge. La construcción, no exenta de problemas, se dilató hasta 1780 siguiendo el proyecto de Jerónimo Quijano, maestro de las Obras del Obispado de Cartagena. Concebida con aires catedralicios, su interior se articula en tres naves, doce capillas laterales en los contrafuertes, coro y trascoro, girola con capillas radiales y torre-campanario en la cabecera. También es de destacar el elevado crucero.
ARQUITECTURA
En recuerdo y conmemoración de la victoria alcanzada en la batalla de los Alporchones, en el año 1452, el 17 de marzo, festividad de San Patricio, y, sobre todo, por el deseo de que se contara con un templo de magnitud e importancia que diera a la ciudad mayor nobleza y lustre, el Concejo lorquino activa cuantas gestiones eran precisas para la erección de una Colegial ya decidida en la segunda década del siglo XVI.
En 1533 se consigue de Roma -con la ayuda del Deán Sebastián Clavijo, su primer Abad, permiso para, sobre la iglesia de San Jorge, ir construyendo este espacioso templo de estructura catedralicia.
En 1535 se trabaja en su cabecera bajo la dirección del maestro mayor del Obispado el gran arquitecto renacentista Jerónimo Quijano. A él debe su planta, muy parecida a la de la catedral de Murcia, de tres naves, crucero, deambulatorio, coro y sacristía sobre la que se alza la torre de forma poligonal.
Al finalizar el siglo se había construido más de un tercio del templo pero la escasez de rentas en la centuria siguiente aminoraron el proceso constructivo hasta que la mejor coyuntura económica de finales del s. XVII permitió, con la ejecución de su grandiosa fachada, cerrar las bóvedas de arista de sus naves, dándose por concluido en 1710.
De estilo renacentista -salvo las bóvedas de crucería de la girola y el trascoro-, de un renacimiento puro y sobrio que recuerda un tanto las obras granadinas de Siloé -por ejemplo, los pilares con las pilastras adosadas y capiteles jónicos-, ofrece un acento general de desnudez y sólida austeridad.
Portada principal de San Patricio
En 1694 se inicia la obra de la fachada principal de San Patricio, finalizando así una etapa del largo proceso constructivo de dicha iglesia, comenzando poco antes de la mitad del siglo XVI. Esta fachada y la principal de la Catedral de Murcia constituían los dos únicos exponentes de imafrontes monumentales de la región.
Al efecto de masa y alargamiento propios de la arquitectura barroca en sí, la fachada une la acentuación de su eje principal, en cuyo centro se acumulan la mayoría de los elementos arquitectónicos y decorativos.
El proceso de síntesis que se dió entre la tipología romana y las tradiciones locales de los distintos países, y que eclosiona en la tipología barroca regional, se manifiesta abiertamente en esta fachada. En ella confluyen elementos netamente clásicos, como columnas, hornacinas y pedestales, con otros barrocos como son el desarrollo horizontal de las bases de las columnas enlazadas, la enmarcación de las ventanas laterales del segundo piso siguiendo la línea del basamento o el uso en el tercer cuerpo del friso tumefacto.
La fachada adolece, con todo de gran plenitud, concretándose la decoración en el uso de follajes y conchas que ayudan a remarcar el sentido ascendente, a la vez que acentúan el contraste entre masa y sensación de claroscuro. Mantiene a la vez las características de las llamadas fachadas pantalla, así llamadas porque su altura sobrepasa casi siempre la altura de la techumbre de las naves, excediendo la majestuosidad de la visualización la realidad del armazón arquitectónico total.
Formada por tres cuerpos superpuestos decrecientes, el conjunto se remata con un frontón triangular rematado por una descomunal efigie del llamado Ángel de la Fama. El primer cuerpo, a manera de arco del triunfo, participa de una mayor abundancia de elementos arquitectónicos y decorativos, donde los recuerdos renacentistas granadinos, sobre todo columnas y hornacinas, se aúnan a los barrocos de procedencia valenciana. Los dos superiores presentan una clara influencia de las portadas jesuíticas, desarrollan menos elementos decorativos, dejando grandes especies vacías. Los tres pisos mantienen un nexo de unión por medio de volutas decoradas con sartas de flores, frutas y niños.
Evolución de las obras en el siglo XVI
Las obras de construcción de San Patricio estarán marcadas a lo largo de su historia por las continuas interrupciones. Así, mientras el Concejo de la ciudad había previsto una duración de 8 años para las obras, éstas se extenderán por casi 250.
Las interrupciones estaban ocasionadas por la falta de medios económicos para afrontar una obra de tal magnitud, así como por los pleitos que tuvo que afrontar el Cabildo de la Colegial por los derechos de enterramiento adquiridos por muchas familias en la Iglesia de San Jorge y que ahora pretendían hacer efectivos en San Patricio.
Las obras comenzaron en la Capilla Mayor, y pronto se concluirían la cabecera de la Iglesia y el primer cuerpo de la torre donde está ubicada la Sacristía. En una segunda fase, a partir de 1553, se levantarían el resto de capillas de la girola, parte del crucero con el arranque de sus pilares y la cubierta de todo el conjunto. En el exterior, se realizaba la portada lateral del lado de la Epístola y los dos primeros cuerpos de la torre-campanario.
Los materiales empleados para la construcción son locales, pues se empleó piedra de las canteras del río y Murviedro, ideales por su gran dureza.
Con respecto al sistema de cubierta empleado en San Patricio, se alternan las bóvedas de crucería de tradición gótica empleados en la girola y sus capillas (la parte más antigua del templo), con las bóvedas ya típicamente renacentistas de la Sacristía, la Capilla Mayor y la Capilla del Sacramento, inspiradas en la obra Andrés de Vandelvira, con quien trabajó en su juventud Jerónimo Quijano.
El siglo XVII
A lo largo del siglo XVII las obras de San Patricio se verán afectadas por más penurias y retrasos que en la centuria anterior.
Inmersa la ciudad en una profunda crisis, y comprometidos por tanto los fondos del Concejo lorquino, no había dinero para la obra de la Colegial mientras no se resolvieran otras urgencias que en el caso del Sureste español siempre están relacionadas con el agua. Junto a la endémica escasez de agua, hay que sumar los brotes de peste bubónica y los terremotos que asolaron el Levante español a lo largo de la centuria. Por este motivo, a lo largo del siglo los trabajos arquitectónicos que se realizen se verán limitados a levantar muros lisos que delimitan el perímetro de San Patricio.
Hacia 1640 se realizaba la sillería del Coro por obra de carpintero Andrés García Ramos. Dicha sillería se componía de 29 sillas altas y 23 bajas.
La falta de medios económicos llegó a tal punto que en 1679 se hacía petición expresa a la Corona para que aumentase su ayuda en la construcción. De este modo, con la respuesta afirmativa de Carlos II, se iniciaba el trabajo de mayor envergadura realizado en todo el siglo con el levantamiento, a partir de 1694, de la monumental fachada barroca dirigida por el arquitecto José de Vallés.
El siglo XVIII
El siglo XVIII verá por fin la finalización de las obras en San Patricio. Con el perímetro de la Iglesia culminado en el siglo anterior, los trabajos ahora se centrarán en la cubierta de la Colegiata.
Dadas las especiales características de la fábrica de San Patricio para la cubrición de las naves se optará por la bóveda de ladrillo de vuelta por arista. Junto a la cubierta se culminará el enlosado de la Iglesia, las paredes del Coro, el trascoro, el último cuerpo de la torre y el carrerón que da acceso a la portada del lado del Evangelio.
De esta manera, a finales del siglo XVIII alcanzaba San Patricio el aspecto que podemos contemplar hoy día.
Exterior de San Patricio
Imafronte
La fachada principal de San Patricio, por su belleza y monumentalidad, constituye uno de los elementos más destacados de la Colegiata lorquina. Fue erigida entre 1694 y 1704 por José de Vallés, entonces maestro mayor de las obras de la Colegial. Junto a él trabajó un equipo de canteros y escultores entre los que destacan Salvador y Diego de Mora, Félix Vallés (hijo de José de Vallés) o Martínez de la Vega; y encargados del trabajo escultórico: Manuel Caro, Agustín Pareja y los hermanos Salvador y Jerónimo Caballero. Junto a la fachada de la Catedral de Murcia, y la Basílica de la Vera Cruz de Caravaca, el imafronte de San Patricio constituyen los tres únicos ejemplos de fachadas monumentales de la Región de Murcia, todos ellos de estilo barroco.
En este imafronte se manifiesta la fusión de las influencias arquitectónicas granadinas y valencianas, tan frecuente en el sureste de España, si bien en San Patricio, también hay quien afirma que se puede observar cierta influencia de las fachadas jesuíticas en la sobria decoración de los dos cuerpos superiores de la fachada.
Nos encontramos ante una obra de clara factura barroca en cuyo desarrollo aparecen elementos netamente clásicos, como columnas, hornacinas, pedestales, etc., que le imprimen un cierto carácter clasicista. La fachada se articula en tres cuerpos y cinco calles, que reproducen al exterior la estructura interna del edificio.
- El primer cuerpo
El cuerpo inferior fue concebido a modo de arco de triunfo, y está compuesto por cinco calles. Las tres calles centrales, que contienen los accesos al templo, se corresponden con las naves del templo, y las dos calles exteriores, exentas de toda decoración, a las capillas laterales.
En contraposición con el paramento liso de las calles exteriores, las tres calles centrales presentan una decoración exultante. Cada una de estas calles centrales está formada por un arco de medio punto (de mayores dimensiones el central), en cuyo interior se abren sendos vanos adintelados. La importancia de la nave central con respecto a las laterales, y de éstas con respecto a las calles exteriores, se manifiesta mediante el mayor resalte de los estribos y una mayor profusión de columnas y pilastras. En este primer cuerpo encontramos columnas estriadas, con doble y alternante acanaladura en su parte inferior, de orden corintio, que apoyan en un potente pedestal.
Las columnas sostienen un entablamento clásico formado por un arquitrabe de tres bandas lisas y escalonadas, y un friso exento de decoración. El remate del primer cuerpo lo constituye una volada cornisa.
La decoración de los arcos de las naves centrales consiste en una pléyade de niños en multitud de posiciones, vástagos y guirnaldas de flores y frutos. Esta decoración a base de niños es muy poco común en España. Apenas se pueden encontrar ejemplos similares, como el Arco de Jaemete de la Catedral de Cuenca.
- Segundo cuerpo
El segundo cuerpo está compuesto por tres calles. La continuidad con el primero queda asegurada por volutas decoradas y santos sobre pedestales. Este segundo cuerpo se erige sobre un basamento tableado de clara influencia granadina, y respeta la disposición de columnas y pilastras del primer cuerpo, pero ahora éstas presentan fuste liso, y son de orden compuesto. De nuevo las columnas sostienen un arquitrabe sobre el que se eleva una cornisa menos voluminosa que la del primer cuerpo.
En la calle central, presidiendo la fachada, existe una hornacina rectangular con la imagen de San Patricio con vestiduras episcopales. Dicha hornacina se halla flanqueada por sendas columnas de fustes estriados y pilastras cajeadas. A ambos lados de la hornacina se abren sendas ventanas adinteladas que iluminan la nave central del templo.
Las dos calles laterales están exentas de decoración, y en ellas, a la altura de los pedestales, se abren sendas ventanas cuadradas decoradas con una sencilla moldura.
- El tercer cuerpo
El tercer cuerpo mantiene de nuevo el ritmo de los estribos con los dos cuerpos inferiores. En este último cuerpo se vuelve a emplear el orden compuesto, aunque desaparecerán las hornacinas de los intercolumnios. Reducido ahora a una única calle, este cuerpo se encuentra presidido por una hornacina muy similar a la de San Patricio del cuerpo inferior, que aloja una imagen de la Virgen del Alcázar, antigua patrona de Lorca.
La fachada se remata por un frontón triangular partido, en cuyo tímpano está representado el Espíritu Santo en la forma simbólica del Ave Fénix. En el ápice se erige una monumental escultura del Ángel de la Fama, mientras en los declives aparecen ángeles trompeteros recostados, y sendos Santos, en los extremos.
Portada del Carrerón
Esta portada constituye el acceso meridional a la Colegiata de San Patricio, desde la Plaza de España. Fue construida en torno a 1571, y fue durante muchos años la entrada principal al templo.
Concebida a modo de arco de triunfo, está compuesta por dos cuerpos. El primero de ellos está formado por un arco de medio punto, que constituye en sí mismo el vano de acceso, flanqueado por columnas corintias pareadas, apoyadas sobre un alto pedestal. En los intercolumnios se abren sendas hornacinas vacías. Las columnas sostienen un entablamento clásico que sirve de separación entre ambos cuerpos.
El segundo cuerpo está compuesto por tres nichos, de los que sólo el central está comunicado con el cuerpo inferior. Si bien el central es de mayores dimensiones, los tres nichos están flanqueados por columnas de orden jónico que sostienen un frontón triangular (partido el central). El nicho central presenta una imagen de la Virgen, mientras los laterales presentan sendas imágenes de San Francisco de Asís y San Antonio de Padua.
Portada de la Epístola
Esta puerta permite el acceso al templo desde la calle Abad de los Arcos. Fue labrada por Lorenzo de Goenaga en la segunda mitad del siglo XVI. Se trata de una obra de estilo renacentista e inspiración herreriana. El vano, sin apenas decoración, se configura a través de un arco de medio punto flaqueado por pilastras que sostienen un frontón partido.
Torre-campanario
La torre consta de cuatro cuerpos sobre una base poligonal, y está construida enteramente en piedra de sillería. En su construcción se pueden diferenciar dos fases bien diferenciadas. La primera se corresponde con la construcción de los dos primeros cuerpos según proyecto de Jerónimo Quijano en el siglo XVI para alojar la Sacristía; la segunda fase corresponde a la construcción de los dos últimos cuerpos a partir de 1761 bajo la dirección del maestro arquitecto fray Pedro de San Agustín.
La separación entre los distintos cuerpos se realiza mediante una cornisa corrida. La decoración de estos cuerpos es muy sencilla, pues sus paramentos aparecen mayoritariamente lisos, y la decoración se limita a columnas, pilastras y vanos. Así, en sentido ascendente, encontramos el primer cuerpo en orden jónico, compuesto el segundo, y pilastras en el tercero. El último cuerpo aloja el campanario.
Salas capitulares
Las Salas Capitulares del Cabildo de la Colegial fueron construidas en 1741 según proyecto de Nicolás de Rueda. El trabajo de cantería fue dirigido por Pedro Bravo Morata, mientras el trabajo escultórico se le encomendó a Juan de Uzeta.
El edificio se articula en tres cuerpos: el primero se compone de una sucesión de arcadas (incluido el arco sobre la calle Cava), el segundo de cuatro balcones en correspondencia con los arcos del porche, y el tercero se compone de cuatro ventanas rectangulares. Coronan el conjunto cuatro gárgolas y pináculos, junto a la escultura de San Patricio situada en el centro sobre un pedestal.
INTERIOR
Altar Mayor de la Antigua Colegiata de San Patricio
De monumental arquitectura, su planta y alzado responden a un concepto plenamente renacentista del espacio, magníficamente subrayado por la gran venera que remata el conjunto. Los ornamentos religiosos con que contaba fueron renovados totalmente tras la guerra civil.
De su primitiva decoración queda la reja, obra del alicantino José de Campos y realizada en 1734, así como las pinturas que adornan sus muros.
El Crucificado central, pintado en 1894, es del cartagenero Wssel de Guinbarda y el resto de los lienzos (San Clemente, San Patricio, Adoración de los Reyes, Adoración de los pastores, Resurrección, Asunción, San Jorge y San Millán) pertenecen a diferentes momentos de la producción del lorquino Pedro Camacho (1644-1716).
Recientemente ha sido colocada en el lado de la Epístola la pila bautismal procedente de San Roque, que por su estilo podría datar de los siglos XII-XIV.
Coro y Trascoro de San Patricio
El coro está situado en el centro de la nave mayor y su planta tiene forma de U. Interiormente se encuentra recorrido por una sillería y exteriormente está articulado por pilastras cajeadas de orden compuesto, sobre el que se sitúa un entablamento quebrado sostenido por ménsulas con decoración vegetal, sobre el que se alza una balaustrada.
Destacan especialmente las portadas laterales de acceso al recinto, enmarcadas por estípides muy decorados y retropilastras que sostienen un baquetón quebrado sobre el que se sitúa en el centro un jarrón con azucenas, y en los laterales dos remates con escudos en cuyo interior se encuentran las imágenes de María y José. Sobre la puerta otro escudo con el anagrama de Jesucristo y una cabeza de ángel.
El trascoro es un bello ejemplar de estilo barroco con trazado curvilíneo y pilastras cajeadas de orden compuesto, en las que se insertan ángeles, en altorrelieve, con varias posiciones, y que sostienen un friso, también decorado con exuberante decoración de motivos marianos y ángeles.
Sobre el entablamento encontramos las imágenes de San Isidoro, Leandro, Fulgencio y Santa Florentina, y en el acroterio central la figura de San Patricio acompañado de dos ángeles que sostienen el báculo y la mitra.
La parte central del trascoro está formada por un arco de medio punto, enmarcado por dos relieves de San Pedro y San Pablo, en el que se encuentra una bella imagen de la Inmaculada.
DAÑOS DEL TERREMOTO EN MAYO 2011 Y RESTAURACION
Tras los sucesos sísmicos de mayo de 2011 en la ciudad de Lorca la colegiata sufrió roturas en la cubierta, los forjados y las bóvedas de las capillas. Hubo además desprendimientos de sillares de la torre que destrozaron las cubiertas y acabaron en su gran mayoría en el interior del templo. Prácticamente la totalidad del templo se fisuró y se formaron grietas en forma de aspa. La fachada principal también sufrió grandes daños, se rompieron parte de sus cornisas y el frontón que la corona padeció la rotura de parte de sus figuras.
A lo largo de la historia Lorca ha sufrido distintos terremotos de mayor o menor efecto sobre la fábrica de los monumentos como San Patricio, de hecho tras observar los daños ocasionados a causa del terremoto de 2.011, se ha comprobado que la mayoría ya existian con anterioridad en movimientos como el destructivo de 1674, pues si bien se conoce la destrucción causada por otro sismo en 1818, fue mucho menos intenso, mientras que el del siglo XVII produjo importantísimos daños en todos los edificios de la ciudad y, por ende, en la colegiata de San Patricio, viendose incrementados por la fuerza de éste último sismo de 2.011.
Estos importantes daños han hecho imprescidibles realizar importantes obras de restauración por los grandes desplazamientos de los bloques de sillería, fundamentalmente en las piezas de unión entre la fachada principal y las fachadas laterales, sensiblemente perpendiculares a esta, así como en la práctica totalidad de los contrafuertes de ambas fachadas laterales.
Según el arquitecto Juan de la Hoz, los mayores hallazgos se han dado en la ex Colegiata de San Patricio. Además de rastros del primitivo templo de San Jorge, de la entrada original y de un cementerio de canónigos del siglo XVIII en perfecto estado (con momias incluidas), en la capilla principal de la girola, dedicada a la Virgen del Alcázar, está renaciendo una policromía en la paredes no conocida.
«Se trata de pinturas murales sobre piedra de la época de la construcción de la colegiata, en el siglo XVI, muy bien conservadas», explica el arquitecto. «Son letanías, alusiones a la Virgen y capitales decorados, lo que nos demuestra que la arquitectura de esa época ya tenía color», añade. Se podrán ver en su esplendor a finales de año. Será la última rehabilitación.