La tenista lorquina Ana Alcazar entrena a las futuras promesas del tenis español femenino.
Ana Alcázar Carrillo (Lorca, 8 de junio de 1979) fue una destacada tenista. Ganó en dos ocasiones la Orange Bowl, el Campeonato del Mundo en las categorías sub-16 y sub-18, pero tuvo que abandonar prematuramente las pistas por una lesión de hombro. No se vino abajo, sino todo lo contrario. Siguió adelante con su sueño y se convirtió muy pronto en entrenadora. Durante mucho tiempo fue la única técnico del CAR de Barcelona, donde hasta hace poco tiempo tenía la Federación Española su grupo de entrenamiento de élite. Pero cuando el ente decidió echar el candado a esa concentración permanente y cambiar su filosofía, la lorquina se vio de repente en el paro.
Pero ella, acostumbrada a superar malos tragos, a reinventarse tras caerse, miró al frente, levantó la cabeza y no renunció a seguir vinculada al tenis. Todo lo contrario, lo reforzó uniendo fuerzas con Lourdes Domínguez, gallega que durante años fue rival y amiga. Ambas pusieron en marcha la Women’s Coaching Academy (WCA), una academia dirigida por mujeres y exclusivamente para tenistas, la única en el mundo con esta fisonomía.
La murciana y la gallega se fijaron el objetivo de dar visibilidad a la mujer entrenadora en el tenis. De hecho, en el circuito femenino son muy pocas las que se dedican a ello en el mundo de forma profesional. Irrumpieron para romper moldes y lo están consiguiendo. Comenzaron con Aliona Bolsova, española de origen ucraniano que con tres años se afincó en Gerona. Alcázar y la tenista, que el año pasado llegó a estar en el número 88 del ránking mundial, ya habían coincidido en el CAR de Barcelona. Y después de un pequeño paréntesis de un año donde la jugadora que estuvo estudiando en Estados Unidos, volvieron a cruzarse sus caminos, ahora en la WCA.
La vasca Lara Arruabarrena, de 27 años, también se ha unido al grupo de élite de Ana Alcázar. Después de llegar al puesto 52 del mundo, la jugadora de Tolosa tuvo que dar un paso atrás por una lesión. Con ocho títulos WTA en su palmarés, Arruabarrena ha comenzado la reconquista bajo la dirección de la lorquina.
Y ese grupo que dirige la murciana tiene una tercera componente, la joven promesa barcelonesa Guiomar Maristany, que está a punto de cumplir 21 años de edad. Y las tres tenistas de la WCA se encuentran estos días en La Manga Club, ya que las dos primeras forman parte del equipo de Copa Federación que a partir de mañana se enfrentará a Japón, mientras que la más joven ha acudido como sparring.
Junto a ellas se encuentra todos estos días una Ana Alcázar que rebosa ilusión: «Llevamos dos años con la WCA y la verdad es que estamos muy contentas con los resultados que estamos obteniendo», dice la lorquina, quien muy joven ya tuvo que reconducir su vida deportiva cuando tuvo que abandonar las pistas de tenis y ahora lo ha vuelto a conseguir. De hecho, el grupo de entrenadoras se va a ampliar debido a los grandes retos que se le presentan en los próximos meses. «Nacimos para dar visibilidad a la mujer entrenadora en el tenis y lo estamos consiguiendo», dice la murciana, quien añade que «el grupo a nivel de profesionales en la alta competición está copado, pero nuestra idea es ir poco a poco introduciendo a más mujeres desde la base, aunque eso sí, no excluimos a los hombres. Ahora mismo no hay ninguna academia en el mundo liderada por mujeres y dirigida por mujeres, y el proyecto va a más».
Alcázar y Domínguez no han encontrado rechazo por ser mujeres entrenadoras porque «el mundo del tenis es muy pequeño, donde nos conocemos todos, pero es cierto que si cogiéramos a un chaval seguramente sufriríamos un poco porque eso no ha ocurrido todavía. En principio no vamos a entrenar a ningún hombre porque estamos enfocadas a las mujeres y tenemos ya tres jugadoras, pero está claro que sería muy valiente», termina diciendo.