El presbítero José María Campoy García nació enLorca, el 22 de octubre de 1847 y murió el 10 de junio de 1934.
Formado como sacerdote en el murciano seminario de San Fulgencio, fue ordenado en diciembre de 1871 nombrándosele entonces coadjutor de San Mateo, de Lorca. En mayo de 1880 pasó a ser ecónomo de Santa María de Villena, cargo al que renunciaría al año siguiente.
Entre 1882 y 1887 ejerció como ecónomo en la Puebla de Don Fadrique, adquiriendo en propiedad el curato de Riópar en ese último año. En 1892 opositaría a los curatos vacantes de la diócesis de Cartagena y al año siguiente concursó a las vacantes del arzobispado de Toledo, agraciándosele con la parroquia de Lillo (Toledo), de donde fue nombrado arcipreste en enero de 1900.
En 1902 pasaría a la parroquia de Santiago del Arrabal, de Toledo, ocupando en 1925 la parroquia de San Pedro, situada en la propia catedral de Toledo, a la que se agregaba su filial de la Magdalena, cargo en el que permanecería hasta su muerte. En 1929 era vocal de la Junta Provincial de Beneficencia de Toledo, obteniendo además el título diocesano de párroco consultor.
Desde 1932, por motivos de salud, había pedido dispensa para poder residir en su ciudad natal, en donde siempre conservó casa abierta a la que volvía para pasar el tiempo vacacional que le permitían sus obligaciones.
Esto es por lo que respecta a sus ocupaciones eclesiásticas.
Pero en la figura del presbítero Campoy confluye también una actividad cultural que fue muy intensa a lo largo de toda su vida. Vinculado al Ateneo de Lorca desde casi sus inicios, en octubre de 1871 ya se ocupaba de impartir la clase de Taquigrafía, a la que con el tiempo se sumó la de Oratoria y Retórica.
Integrado en la junta del Ateneo, desempeñó la secretaría de la publicación de igual nombre, siendo colaborador asiduo en ella. En los últimos años de existencia de esta institución de recreo y enseñanza, fue secretario interino y vicedirector. Antes de ocupar destinos alejados de Lorca, el 20 de mayo de 1878 el Ayuntamiento lo nombraba cronista de la ciudad, función que desempeñó con celo a pesar de su distante residencia, obteniendo además el reconocimiento de la Sociedad Económica de Amigos del País de Lorca, que junto con la entrega de una medalla de plata en uno de sus certámenes lo haría socio de Honor y Mérito y presidente de su sección de Artes.
Como correspondiente, perteneció también a las Económicas de Almería, Segovia, Madrid y Granada. En 1885, a consecuencia de haber obtenido premio extraordinario de primera clase, fue nombrado presidente honorario de la Academia del Mediodía de Francia. Perteneció como correspondiente a la Tiberina de Roma y a la Real de la Historia. Pero la cima de este mundo de academias e instituciones culturales la alcanzaría en 1916, siendo miembro fundador de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, de la que poseyó la medalla IX.
Desde ese puesto accedió a la Comisión Provincial de Monumentos de Toledo, de la que era presidente en 1925. Por su notable erudición y su extraordinaria preparación eclesiástica, fue capellán de honor de la Santa Basílica de Loreto y del Excmo. Ayuntamiento de Lorca, que así lo nombró en septiembre de 1899. De sus vastos conocimientos dan fe las muchas publicaciones recogidas en el volumen ya citado, donde tienen un lugar destacado las relativas a Lorca.