CUANDO SE HACIA VIDA EN LAS TERRAZAS DE LAS CASAS LORQUINAS
Solía estar en la parte alta de la casa y se subía a ella por una empinada escalera, también se podían abrir en un lateral de la fachada accediéndose a ella desde una habitación adyacente o desde la cocina.
Muchas de las terrazas daban directamente a la calle y desde la calle se dejaba ver la baranda enrejada o de obra que delimitaba el lado de la fachada. Algunas terrazas estaban situadas encima de las antiguas entradas de carros que con el tiempo pasaron a ser garajes. Las terrazas, junto a los balcones, patios y portales servían para ventilar las casas y eran los espacios utilizados para pasar el tiempo de ocio, se subía a tomar el cálido sol en el invierno o a tomar el fresco en las noches del estío. Recuerdo cuando a finales de verano subíamos con mis padres de las Alamedas e íbamos saludando y dando ¡las buenas noches!, a las personas que sentadas en las puertas regadas de las casas tomaban el fresco o soportaban la canícula en animada charla. Era frecuente escuchar el sonido de los abanicos cuando se abrían y cerraban, así como el rumor de las cascaras de las pipas que se comían mientras se platicaba.
Pequeñas y múltiples historias de la vida cotidiana de los lorquinos de antes que utilizaron las terrazas de sus casas, espacios que poco han ido desapareciendo con las casas a las que pertenecían. Ahora cuesta trabajo localizar una de estas terrazas en la trama urbana y sería interesante que alguna de las pocas que aún se conservan, quedaran para ilustrar su fisonomía y la forma de vida de los lorquinos de antes.