Inicio Mi Rinconcico Andrés Martínez Rodríguez ESA BONITA SENSACIÓN DE QUE ESTAMOS EN NAVIDAD. 

ESA BONITA SENSACIÓN DE QUE ESTAMOS EN NAVIDAD. 

0
ESA BONITA SENSACIÓN DE QUE ESTAMOS EN NAVIDAD. 

Habían dado las vacaciones de Navidad en el colegio y Pedro se encontraba jugando con los amigos en la calle, cuando oye la voz de su madre que lo llama asomada al balcón. Va corriendo y cuando llega a la cocina de su casa, se encuentra a su madre con la tata Olalla preparando la masa de las tortas de Pascua. Con los manos blancas de harina le muestra donde está el cesto con las almendras y le dice que se lo acerque a la abuela que está en la casa del primo Paco “El Cuco”, esperando su turno para moler la almendra de los “bilbaos”.
Cuando abre la puerta de la casa de “El Cuco”, ubicada en una de las calles que confluyen en la plaza de Abastos, se encuentra con un montón de mujeres sentadas en una habitación que conversan animadamente. Mira alrededor y no localiza a su abuela, entonces sale la prima Aurora que amablemente le dice que su abuela se había acercado a la tienda de “Montiel” para comprar el papel para envolver los “bilbaos”. Pedro le entrega el cesto con la almendra, se despide y sale corriendo hacia la papelería para buscar a la abuela. Cuando pasa por delante de la tienda de comestibles de Albarracín se da cuenta que están poniendo un pequeño Belén en el escaparate y se para a mirar. Estaba observando como adornaban con chocolate el pesebre cuando oye el claxon de un coche que lo saca de su ensimismamiento. Se vuelve y ve a su padre al volante, y encima de la baca del coche el pino que servirá de árbol de Navidad. ¿Dónde vas Pedro?, le pregunta su padre. “Voy a buscar a la abuela a la tienda de Montiel”. “Muy bien pero no tardes que tenemos que montar el árbol”.
Después de encontrar a la abuela y de pasar con ella a recoger la masa de los “bilbaos” que había hecho el primo Paco, llegan a la casa y se encuentran a su padre subido a la escalera de madera clavando con chinchetas las guirnaldas de donde cuelgan bolas plateadas, doradas y rojas, y a su madre bajando las escaleras de la casa con la llanda repleta de tortas ayudada por su hermano. En ese momento le envuelve la agradable sensación de que ha llegado la Navidad.

Han pasado más de cincuenta años y Pedro ha salido a comprar algunos dulces a la panadería de Antonia, al pasar frente a la casa donde había nacido, se da cuenta que el portón está abierto y de forma espontánea se asoma con curiosidad al interior. No hay nada ni nadie, solo la escalera que sube pegada a la pared. Mira al techo y al ver que aún están las marcas de las chinchetas de las guirnaldas, le vienen a la cabeza aquellas navidades de su infancia con el olor a tortas de Pascua recién hechas, con el sonido de los panderos cuando cantaban villancicos junto al belén, con toda la familia alrededor de la mesa de Nochebuena recién puesta y le vuelve a invadir esa sensación de bienestar de que ha llegado la Navidad.