MARQUÉS DE LORCA – por Antonio de Cayetano.
Hoy hace cuatro años que España se proclamó campeona de la Eurocopa, fue tras el partido contra Italia en el estadio olímpico de Kiev en Ucrania. El entrenador de la selección española era Vicente del Bosque, el mismo que hoy ha decidido abandonar la selección y el futbol, ya que tras cumplir 65 años el pasado mes de diciembre, ha optado por jubilarse y vivir como un marqués. Y no es una frase hecha, Vicente del Bosque es uno de los nuevos aristócratas de este siglo, pues el rey Juan Carlos I le concedió el título de “Marqués de Del Bosque” el 3 de febrero de 2011, por su gran dedicación al deporte español.
Este es un título sin ninguna utilidad práctica, más allá del legítimo orgullo de ser portador del mismo, es solo una distinción honorifica sin más, sin privilegios ni territorios, atrás quedaron las exenciones fiscales que tenían estos nobles hasta el año 1.812, también el pasaporte diplomático o que el titulo se reflejase a continuación del nombre en el D.N.I.
Hoy los más de 1300 títulos de marqués que hay en España son solo un honor de perpetuar el legado y la memoria de sus antepasados, también un prestigio social, pero creo que ya desfasado en estos tiempos que corren, como desfasado queda la obligación del decoro en el vestir o el tratamiento de Excelentísimo/a o Ilustrísimo/a según se disponga o no del título de Grande de España.
Estos títulos nobiliarios quedaron abolidos durante la II República, pero Franco los implantó de nuevo durante la dictadura, concediendo 54 durante sus 36 años de gobierno. El rey Juan Carlos I también continuó con la tradición real y concedió 51 de estos títulos, entre ellos el de Duque de Suarez para el primer presidente democrático y el de Marqués de la Ría de Ribadeo para Leopoldo Calvo-Sotelo que le sucedió en el cargo, también a Felipe González se le ofreció, pero este declinó el ofrecimiento.
El aguileño Alfonso Escámez, que entrando de botones en una sucursal bancaria llegó a presidir el Banco Central, fue también uno de los elegidos por el rey Juan Carlos I para recibir un marquesado, en este caso con el título de Marqués de Águilas, título que tras su fallecimiento recae en su sobrino Alfonso, entrando así en la nobleza.
Durante siglos esta clase social fue un grupo de poder y riqueza, las grandes decisiones estaban en manos de la nobleza, como también las tierras y sobre todo el agua. Es sabido que tras la reconquista, los territorios eran repartidos entre los nobles que acompañaban a las tropas cristianas, caballeros que se habían destacado en el campo de batalla, pero también los monarcas concedían como pago por los servicios prestados, títulos nobiliarios como ducados, marquesados, condados y otras distinciones de nobleza.
Quizá que el titulo más relacionado con Lorca sea el del Marquesado de los Vélez, concedido por Juana I de Castilla el 15 de octubre de 1.507 al que fuera alcaide del Castillo de Lorca Pedro Fajardo y Chacón, del linaje de los Fajardos, una familia de la que también formó parte Alonso Fajardo “El Bravo”, ese célebre personaje lorquino que capitaneó las tropas que vencieron a los moros en aquella famosa batalla de los Alporchones, sucedida el 17 de marzo de 1.452 junto a la rambla de Viznaga. Batalla en la que por cierto, no tuvo la ayuda de su primo Pedro Fajardo que en aquellos años era el adelantado mayor del reino de Murcia, importándole muy poco lo que sucediese en Lorca.
Pero al entonces alcaide y capitán de nuestro castillo, con la ayuda de otras poblaciones, le sobró heroicidad para vencer a los moros, causándoles más de 800 muertes y teniendo por el contrario solo unas cuarentas bajas entre nuestras tropas, hecho que terminó con las frecuentes incursiones que hasta esa fecha hacían los moros de Granada a nuestros campos, robando ganado y cosechas y capturando cautivos. La batalla fue muy celebrada, no solo en Lorca, sino en todo el reino, pero las rencillas familiares entre Alonso y su primo Pedro fueron en aumento, lo que motivó que el bravo capitán lorquino fuese desterrado finalmente a Aragón, mientras que a Pedro Fajardo lo gratificaron con el título de marqués.
Más cercano en el tiempo es el Condado de San Julián, titulo concedido en 1.847 por Isabel II al senador vitalicio Antonio Pérez de Meca y Musso, miembro de la aristocrática familia lorquina de los Pérez de Meca, propietaria de la casa que desde entonces se conoce como la de Los Condes en la calle Lope Gisbert, casa palacio del siglo XVII a la que un siglo después se le dio aspecto de fortaleza, y de la que se dijo hace un tiempo, que había un proyecto para convertirla en un hotel con encanto, propósito del que después nada más se ha sabido.
La hoy plaza pública de Calderón de la Barca, era uno de los jardines de esta gran casa, como también existe otro jardín en el centro de Burgos que perteneció a otro palacete de la misma época, aunque este ya desaparecido, casa palacio a la que se accedía a través de un hermoso jardín del que formaba parte un grandioso arco sostenido por columnas y de la que era dueño el Marqués de Lorca.
Aunque poco conocido, Lorca también da nombre a un título nobiliario, en este caso al Marquesado de Lorca, titulo concedido el 14 de marzo de 1.712 por Rey Felipe V a Pedro de Castro y Cárdenas, brigadier de los Reales Ejércitos y noble perteneciente a una distinguida e influyente familia burgalesa, familia cuyos antepasados estaban muy vinculados con el ejército, y en cuya institución parece que se vieron envueltos más tarde con algunos escándalos, tras conocerse la compra-venta de empleos militares y otras ilícitas operaciones castrenses.
En la historia de Puerto Rico destaca notablemente el nombre del “Marqués de Lorca”, en este caso referido a Ramón de Castro, IV marqués de Lorca y mariscal de campo y gobernador de la isla entre 1.795 y 1.804, etapa en la que se produjo un gran ataque ingles a la colonia española, hecho sucedido el 17 de abril de 1.797, día en el que aparecieron por sorpresa 7 navíos, 2 fragatas, 2 bergantines, 4 corbetas, 18 galeras y otros buques menores de transporte de tropa, llegando hasta 60 el número de embarcaciones, provistas estas de 35 cañones y 11 morteros, siendo su fuerza humana de casi 7.000 hombres, mientras que la guarnición española era de unos 4.500, sumándose a la defensa de la isla súbditos extranjeros que allí residían, milicias de varios pueblos, e incluso presidiarios.
El asedió británico fue de 12 días, llegando a desembarcar gran cantidad de soldados ingleses, pero la pericia del Marqués de Lorca hizo que no triunfara el asalto y que los británicos desistieran el día 29 de abril de seguir atacando la isla, huyendo del lugar y dejando tras de sí la artillería, municiones y víveres.
Quizá que el sonido más dulce al oído humano, sea escuchar nuestro nombre o el de la persona que amamos, pues parece que se activan en el cerebro las zonas asociadas con el acto positivo. También ocurre algo parecido cuando estamos fuera de Lorca y oímos el nombre de nuestro querido pueblo, o lo mencionan en cualquier informativo o programa de carácter nacional, también cuando leyendo en libros de historia nos encontramos con cualquier narración donde se habla de algún hecho acaecido en Lorca o relacionado con nuestra población.
Y eso es lo que me ocurrió a mi, durante la lectura de una recreación histórica referida a la defensa de Puerto Rico durante la invasión británica de 1.797, que me encontré con la agradable sorpresa de que el protagonista era otro “Fajardo el Bravo”, este no de Lorca, pero que se le conocía por el sobrenombre de Marqués de Lorca, un título nobiliario del que solo conocía lo poco que se menciona en la Historia de Lorca de Cánovas Cobeño.
Indagando sobre este marquesado, solo he podido saber lo poco que narro y comparto con vosotros, así como que existe una calle en Burgos con el nombre de Marqués de Lorca. También que uno de sus descendientes, comparte el título de Conde de Encinas, título nobiliario que también ostentó Leonor Ovando Vera, hija del caballero Jorge de Ovando Cáceres y de la lorquina Antonia Vera Rocaful, cuya boda se celebró en nuestra ciudad en 1.757, trasladando luego su domicilio a la ciudad de Cáceres de donde procedía el marido.
Así es de suponer que quien ostente en la actualidad el título de Marqués de Lorca, incorporará también el del Conde de Encinas, por lo que no solo llevará el nombre de Lorca en su linaje, sino también los genes lorquinos.